Gastronomía

Tabernas de Madrid: Averías, un buen vino en la calle más populosa del foro

De Ponzano, en este laberinto chamberilero de cincuenta metros todo es posible. Sigue fiel a la leyenda de que todos los vinos se sirven por copa

La taberna Averías de Ponzano está regentado por Iñaki Sánchez-Magro y Eduardo Martínez Casanova
La taberna Averías de Ponzano está regentado por Iñaki Sánchez-Magro y Eduardo Martínez CasanovaGonzalo Pérez MataLa Razón

Dicen que no se puede ser juez y parte. Mi amigo Diego Soprano anda siempre cuestionando cómo se puede ser tabernero y otros oficios que no sean presuntamente compatibles. En la calle Ponzano, en el kilómetro cero de la felicidad tabernaria capitalina, a finales de 2015 se apostó por el mundo del vino. Y era un territorio aparentemente hostil dada la dictadura cervecera de Chamberí. Han pasado muchas cosas gloriosas en la calle más populosa del foro y algo de culpa tiene esta taberna.

Nombre: Taberna Averías. Dónde: calle Ponzano, 16

Regentada hoy por Iñaki Sánchez-Magro, hijo del ideólogo, y su socio Eduardo Martínez Casanova, sigue fiel a la leyenda de que todos los vinos se sirven por copa. Es una rotación casi imposible se viaja por todos los territorios enológicos al compás de la curiosidad del parroquiano. Éste que varía en cada uno de sus días, pues la bullanga juvenil de los fines de semana es sucedida por un público ilustrado y de buen diente. Ese que se mima con buenas chacinas, el mejor laterío, ensaladilla rusa tremendamente clásica y otras delicias. Son muy célebres los callos, considerados de los más afortunados para una barra. Una que confesadamente solo tiene las pretensión de amenizar la locura enopática, caso de las empanadas variadas (a apuntar la de cochinita) o las gildas de cartel.

Restaurante Averías en la calle Ponzano.
Restaurante Averías en la calle Ponzano.Gonzalo Pérez MataLa Razón

No te pierdas: callos y steak tartar

La lista de las recomendaciones para acompañar un buen vino es larga. Del mejor laterío a la ensaladilla rusa más clásica, pasando por el steak tartar. También los callos, considerados de los más afortunados para una barra. Y por si quiere más opciones, le damos otras dos: las empanadas variadas (a apuntar la de cochinita) o las gildas de cartel.

Nadie sabe cómo, pero salen los vinos a la manera de un prestidigitador en este rincón chamberilero. En algún momento donde el fenómeno llamado neotabernario ha podido azotar algunos escenarios, en Averías luchan porque se mantenga la sombra de Clemente y sus zapatos de charol como un recuerdo mágico. Ese casticismo único que salta por las generaciones, y que sabe decir un piropo sin ofender y que jaranero se acoda en la barra. Este lugar tiene todos los premios y distinciones, pero a los taberneros parece casi darles igual porque solo miran cómo encajar ese rompecabezas de los momentos donde parece impenetrable entrar en Averías. Ni los duros momentos del Covid ha quitado esas ganas de llenar sus mesas altas. O de una terraza pionera en Ponzano.

Desde luego a Averías siempre se ha ido a disfrutar de manera desenfadada. En ocasiones parece que el público integrado por abogados postineros, la empresa de transportes El Mari, y las damas más chipen de la ciudad, borra su DNI y solo se preocupa de pedir una ensalada de tomate siempre insultantemente fresco, o la copa de vino de turno.

Local que en su escaso tiempo de vida va atesorando historias y complicidades, entre las que se incluyen la de Juanjo López Bedmar, de la Tasquita de enfrente para la inspiración de su recoleta carta de tapas. Sede de congresistas y considerado en los ambientes de manera jocosa como el «Horcher de Chamberí». Amantes del vino se dejan caer sin aparente búsqueda por un laberinto de cincuenta metros donde todo es posible. Nadie podía imaginar cuando se puso la primera piedra que llegaría a ser una taberna imprescindible. Madrid es una ciudad de rondas, que en estos últimos años con la apertura de tantas tabernas como ésta, cada vez más se parece a ese poblachón manchego del XXI, cuya identidad nunca quiere perder. Y en el mapa está Averías. La sentencia siempre la dicta al público.