Literatura

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La ruta que empieza en Moyano: éstos son los doce puntos literarios imprescindibles en Madrid

La cuesta de casetas junto al Botánico estrenó su actual ubicación en 1929. En la Cava de San Miguel está la casa donde Galdós situó a Fortunata, la ‘estrella’ de una de sus novelas. La casa de Lope está en la calle Cervantes y enfrente, las Trinitarias, donde descansa el padre del Quijote

Mapa ilustrado del Madrid más literario, diseñado por Fernando Vicente
Mapa ilustrado del Madrid más literario, diseñado por Fernando VicenteAyuntamiento de MadridAyuntamiento de Madrid

Junto al Jardín Botánico, comunicando la Glorieta de Carlos V y el Parque del Retiro, se encuentra la Cuesta de Moyano, como se conoce popularmente a la calle de Claudio de Moyano o «la calle más leída de Madrid», en palabras de Francisco Umbral. Jalonada por una feria permanente de casetas de libreros de casi cien años de antigüedad, no siempre estuvo ahí. Su ubicación actual data de 1929, pero fue en 1919 cuando los libreros comenzaron a abrir sus casetas en la verja del Jardín Botánico, constituyéndose así, por primera vez, como Feria de Libros.

Esta hilera de casetas de madera en color gris azulado y que en su día no contaban con luz, calefacción ni agua, sólo sufrió cambios en 1986. Abierta todos los días, ni siquiera la Guerra Civil hizo que cerrara. Para no perder la pista entre tantas historias, es necesaria una brújula lectora en este mapa ilustrado, que cómo si fueran los renglones de un libro que relata la historia literaria de Madrid vamos a recorrer de la mano del escritor Andrés Trapiello y el ilustrador, Fernando Vicente.

Una aventura con doce puntos de referencia con la Cuesta de Moyano como inicio. Y es que Madrid era una ciudad a medias, hasta que alguien tuvo la idea de que al igual que en París, la capital española necesitaba buquinistas o lo que es lo mismo, vendedores de libros viejos al aire libre. Continuamos por la calle de Atocha hasta encontrar la casa dónde estuvo la Imprenta de Robles. En ella se imprimió El Quijote, que habla de cómo la vida nos rompe a todos y cómo la literatura nos ayuda a juntas los trozos.

Justo al lado, en la calle Lope de Vega, esquina con la del León, está precisamente la última casa de Miguel de Cervantes, donde murió. Y la de Lope está en la calle Cervantes. Frente a esta última está la iglesia de las monjas Trinitarias, donde fueron hallados recientemente los restos del autor de El Quijote. Los de Lope en cambió nunca aparecerán. En este barrio, conocido en la actualidad como el de las Letras, también vivieron Quevedo, Góngora y muchos actores que le llamaban entonces el de Las Musas.

Tomando dirección hacia la Plaza Mayor, entramos en el territorio Galdós, y es que en la Cava de San Miguel está la casa donde Benito Pérez Galdós puso a Fortunata, la protagonista de su obra «Fortunata y Jacinta», una criatura que lo dio todo por un amor tan absoluto como contrariado. Así lo atestigua una placa conmemorativa que colocaron hace unos meses: «Aquí vivió Fortunata». Una vida más corta fue la de Mariano José de Larra, uno de los nombres por excelencia de la literatura española, que acabó con su vida a los 27 años con una bala en la cabeza. Próxima al Palacio Real, en la calle de Santa Clara, está nuestra siguiente parada y la casa donde acabó sus días. A dos pasos del Viaducto. Nuestra séptima parada luce en la actualidad de hormigón, pero en 1874 se construyó con hierros atornillados. Fue desde el primer momento el que escogieron los suicidas y acaso por eso mismo, el preferido también de los vanguardistas españoles.

Rafael Cansinos-Assens, maestro de Jorge Luis Borges, habló del viaducto viejo en otro tono. Vivió media vida cerca de allí, en el barrio de la Morería, nuestro siguiente alto y uno de los barrios viejos más bonitos de Madrid. Sus obras, vidas y calles destilaban romanticismo y es que todos ellos fueron románticos póstumos. Y es que, «el romanticismo es lo que vuelve, como las golondrinas de Bécquer», como dijo Ortega y Gasset y con lo que alcanzamos nuestra parada número nueve: el Museo del Romanticismo.

Y por eso, nadie tan romántico como los modernos inquilinos de la Residencia de Estudiantes. El lugar más aristocrático de la modernidad madrileña dónde compartieron paredes ilustres como Lorca, Buñuel, Dalí y toda la generación del 27. Allí, combatieron a Juan Ramón Jiménez, quien bautizó ese lugar como la Colina de los Chopos y quien según alguno de los inquilinos, «le debían demasiado» No le quedó otra a Juan Ramón Jiménez que apartarse de todos y pasear, solitario, por el Parque del Retiro.

Es tal vez, nuestra parada número once, el lugar más literario de Madrid. También lo frecuentó mucho, rumbo a la Cuesta de Moyano, el novelista Pío Baroja muy asiduo de las casetas grises azuladas. Este vivió sus últimos años muy cerca de la Real Academia Española, de la que formaba parte y dónde nunca acudía a las sesiones. Aunque cuenta con una gran biblioteca, es frecuente ver a los académicos en la calle más leída de la capital y homenajear a su modo a Baroja, cuya estatua domina las casetas.

Esta ha sido el último alto, el número doce, con en el que termina –dónde empezó– esta ruta circular de la historia literaria de Madrid. Sus escritores han hablado mejor que nadie de esta ciudad, dónde basta observar con atención para verlos emerger de nuevo. Si no, siempre nos quedarán sus letras.