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Los nuevos museos de Madrid: obligatorio sacar fotos y tocar
En 2020 abrieron en la capital tres espacios experienciales en torno a las ilusiones ópticas y fotográficas y en los que los sentidos son los protagonitas que siguen conquistando al público
Hasta ahora, en los museos se podía mirar, pero nunca tocar. A veces, como mucho, asomar el cuerpo más allá de la línea roja del suelo o sacar una foto siempre y cuando sea sin flas. Lo de comer parece impensable, y ni hablar de correr o gritar. Pero todo cambia, más desde 2020, año en el que no solo la pandemia lo puso todo patas arriba, también el Museo de las Ilusiones, Ikono Madrid y Sweet Space, que cumplen un año de éxito en la ciudad. Desde 12 euros la entrada del más barato a 18 la del más caro, sus propuestas han roto con todas las reglas de la experiencia museística y conquistado la capital.
Museo de las Ilusiones: el más enigmático
Entre el señuelo y la advertencia, Albert Einstein da la bienvenida a los curiosos: «La realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente». Bajo las palabras del científico impresas en una pared a la entrada, el primer reto del recorrido llama en silencio a los más valientes: «¿No te veo, mamá?, ¿dónde estás?», grita entusiasmada una niña sin sacar la cabeza del caleidoscopio que ha convertido a su madre al otro lado en una mancha de formas y colores. Apenas con tiempo para recuperar el aliento tras la magia, la pequeña se baja del escalón que acaba de abrirle una ventana al mundo de las ilusiones y, sin que nadie se lo tenga que explicar, encuentra la trampilla para sorprender a su familia presentando su cabeza en un plato, como si ella misma fuera el menú de la cena.
Porque si hay un público preparado para las más de 50 exhibiciones del Museo de las Ilusiones de Madrid, ese es el de los locos bajitos, quienes saben que nada es lo que parece y son los mejores guías para los adultos convencidos de que su mente nunca les miente. Pero, ¡vaya si les miente!, y si no, que se lo pregunten a la joven que sale del Túnel del Vórtice frotándose los ojos y rebuscando el equilibrio, como si este puente elevadizo que es una de las paradas favoritas de los visitantes girara sin parar y no fuera un engaño de percepción de las imágenes en movimiento y el sonido ambiente.
El concepto original de este espacio que en junio de 2020 abrió sus puertas en el número 8 de la calle del Doctor Cortezo, entre Sol y Lavapiés, nació cinco años atrás en la capital de Croacia, desde donde se extendió por todo el mundo, de Nueva York a Shanghái, pasando por París o Dubái. En Madrid ya lo han disfrutado 234.000 personas, 163.000 de ellas en lo que va de año. El secreto está en que, además de divertidas, las ilusiones ópticas como las tablas de Shepard o la espiral de Fraser y las fotográficas que permiten crear el Cuarto de Ames o el Cuarto Infinito son también educativas, pues cada truco va acompañado de su solución. Yque nadie se vaya del Museo de las Ilusiones sin ponerse a prueba en el Salón de Juegos Inteligentes y en el Salón de los Dilemas, dos zonas para interactuar no solo con el lugar, sino también entre acompañantes.
Ikono Madrid: el más fotografiable
Antes de que ningún virus acaparara todos los titulares, David Troya se dejó caer por Japón y en Kioto se enamoró del bosque de bambú de Arashiyama. Pensó que qué injusto era estar separado a más de 10.000 kilómetros de distancia de un espectáculo de la naturaleza como aquel y empezó a investigar la manera de acercar a España esta atracción turística en formato bolsillo. El resultado fue bautizado como Ikono Madrid, una galería de experiencias sensoriales en la que, al aroma nipón de la sala en la que se materializa la idea original del emprendedor sevillano, se suman las caricias de una pared acolchada o un mar de cintas, la luz fría de los neones o la cálida de los farolillos y hasta el sonido de la lluvia durante una tormenta invisible.
Así, cada una de las estancias de este museo del futuro junto al Reina Sofía es una oportunidad de protagonizar momentos icónicos que inmortalizar en una imagen para el recuerdo, como la que se saca una familia sumergida en una piscina de bolas azul celeste sin poder contener la carcajada o la que persigue incasable el grupo de jóvenes que lanzan confeti sobre sus cabezas en busca del encuadre perfecto. Aquí, incluso los baños, forrados con un mosaico de espejos y asfixiados en una atmósfera de un rojo intenso, obligan a sacar la cámara y posar, por qué no, dentro de la bañera con pies, casi emulando «La muerte de Marat».
La fecha para su apertura en el número 7 de la calle de Sánchez Bustillo estaba prevista para marzo de 2020, pero, por razones obvias, la inauguración tuvo que retrasarse hasta agosto, lo que no evitó que, en cuestión de tres meses, hasta 9.000 personas visitaran este espacio que sigue impresionando a locales y turistas por igual. Ikono Madrid es también un escenario de experimentación para los artistas colaboradores, como el español Ricardo Cavolo, autor del mural en el que se sientan a la mesa Gloria Fuertes y Rosalía en una obra que abraza a quien la mira. El proyecto, dirigido por Fernando Pastor, es una parada obligatoria para los amantes de la fotografía.
Sweet Space: el más dulce
Para los mayores, un museo de arte contemporáneo de lo onírico; para los pequeños, una fábrica de chucherías de ensueño. Al menos, así es Sweet Space antes de cruzar la cortina negra tras la que se inicia el recorrido por sus instalaciones, una aventura de degustación que acaba por empujar a quien se apunta a ella a sacar ese niño que lleva dentro, tenga la edad que tenga. «Pero, ¡¿dónde vas?! ¡Que es un tobogán caracol, hombre! ¡Las piernas por delante, ¿o es que quieres matarte?!», advierte incrédulo uno de los guías a un adulto a punto de tirarse de cabeza a través de un pasadizo que debió de despertar en él muchos recuerdos. Y nadie se libra, porque esta es la única forma de llegar a la última gran sala del espacio, con firma nada más y nada menos que de Okuda San Miguel, uno de los muralistas españoles actuales con más reconocimiento internacional.
Pero para alcanzar este punto, antes hay que superar el laberinto de palmeras que en lugar de troncos tienen espirales de nubes de azúcar de Antonyo Marest y parar a sacarse unas buenas fotos en el escenario de paneles colmados también de nubes, esta vez con marca Agatha Ruiz de la Prada. A estos queda por añadir las colaboraciones de otros muchos y sus obras, como Felipao y su Menina poliédrica. ¿La guinda de la propuesta? Los bocados con los que los habitantes de este universo endulzan el viaje a los tripulantes, que incluso tienen la opción de catar los sabores de un innovador laboratorio de helados.
Sweet Space y su creación fantástica sacada de un cuento de hadas en el que los flamencos son maestros pasteleros y los bastones de caramelo brotan de la tierra en los jardines ocupa la segunda planta del Centro Comercial ABC Serrano en el número 61 de la calle homónima desde octubre de 2020, es decir, que el museo está ahora mismo de aniversario y de celebración, porque desde entonces, han pasado por él hasta 70.000 personas, esto es, unos 200 golosos y golosas al día. ¿Y qué mejor época para una fiesta como esta que otoño a finales de octubre y su Halloween?
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