Covid-19
La Fiesta de la Trashumancia vence al Covid
Los rebaños retoman mañana martes su camino hacia las dehesas extremeñas después de rubricar y pagar, otro año más, la Concordia con la villa de Madrid
La pandemia que hemos padecido, quizá por haberla vivido en carne propia, a muchos, les ha parecido una prueba de fuego. Sin embargo, a la vista de los cientos de años que la trashumancia ha atravesado la piel de toro, tras la suma durante siglos de todo tipo de penalidades, desde guerras a epidemias, lo vivido este año de pandemia sólo ha sido otra prueba más. Dura, paralizante, pero un impás que ha sido superado y ante el que la vida se ha vuelto a abrir camino.
Acompañados por mayorales, rabadanes y ganaderos, los pastores y sus mil ovejas merinas y 100 cabras retintas han cruzado la capital ayer domingo. Celebraban la 28ª edición de la Fiesta de la Trashumancia, que conmemora la ley que protege las vías pecuarias de España y el tránsito libre de los rebaños de un lugar a otro. Y como es de ley, han pagado a las autoridades madrileñas, con el alcalde José Luis Martínez-Almeida a la cabeza-, los «50 maravedís al millar», estipulados por la Concordia de 1418 entre los Hombres y Mujeres Buenos de la Mesta y los procuradores del Concejo de la Villa como precio para que sus ganados pudieran hacer uso de los senderos. Hoy ya calles y avenidas.
Un tránsito que no es baladí, pues la tradición tiene sus raíces en lo más profundo de las costumbres medievales. Un recorrido por una España que pugnaba en aquella Edad Media por crecer y ensancharse. Una ruta, que se iniciaba desde los Picos de Europa, para ir hasta las Extremaduras. Sin embargo, la que ayer se vivió en la capital no llegó de tan lejos, pues el ganado y quienes lo conducían, salieron de mañana desde la Casa de Campo y, tras subir por la Cuesta de la Vega y calle Mayor hasta la Puerta del Sol, enfilaron por la calle de Alcalá hasta alcanzar Cibeles. Tras rubricar la concordia, los rebaños se dirigieron hasta las explanadas del Palacio de Oriente y la catedral de la Almudena, donde grupos regionales festejaron durante la tarde de este domingo de otoño, con música y danza, la trashumancia, hasta su traslado por la tarde al lago de la Casa de Campo. Hoy toca descansar y reponer fuerzas con los pastos agostados de Madrid. Mañana, en la madrugada del martes, a las 10:00 horas, será cuando el rebaño salga de esa Casa de Campo que les ha cobijado y pongan rumbo a las cañadas extremeñas para pasar el invierno. Todo hasta que el próximo año, quizá con otro escenario de pandemia, pastores y animales se vuelvan a enseñorear por las calles y plazas de Madrid tras pagar lo estipulado allá por 1418... o quizá antes, pues esa es la fecha de la Concordia escrita, pero anteriormente, a buen seguro, habría otra acordada de palabra y de buena fe. Que igual que la de papel había que cumplir.
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