Gastronomía

Casa Baranda, la taberna que guarda las esencias de “Madrí” y el “pincho moruno del moro Ali”

El público de este Ateneo es paisaje de la ciudad. Tiene ese sabor que se derrama por los viejos carteles de San Isidro o Jerez

Bar Casa Baranda.
Bar Casa Baranda.Gonzalo Pérez MataLa Razón

El mapa tabernario capitalino tiene tantas referencias como tejados por los que pululan los gatos. En pleno corazón malasañero hay una taberna de corte jerezano pero inconfundiblemente castiza. En esta ciudad hay conexiones tradicionales con el universo andaluz. Seguramente por que lo chipén y lo flamenco son versiones de la misma actitud señorial y hedonista de la vida. En casa Baranda se continúa un legado que cuentan de modo literario, inició un tal Paco Manteca que incluso se llega a emparentar con Don Francisco de Goya. El actual tabernáculo, en los limites del barrio de los desengaños amorosos, tiene atravesada la seña de identidad de esta ciudad abierta y recogida al mismo tiempo.

Casa Baranda. Dónde calle de Colón, 11. Madrid

Cuando uno cruza el dintel para acceder a este templo de muchas vidas se reza que «el auténtico pincho moruno del moro Ali». Ese manjar, hoy insólito en los Madriles, dada la equilibrada combinación de especias, rinde homenaje a aquel cocinero que estuvo en una casa cerca de Plaza de Castilla donde se iba a peregrinar para el pincho sabroso y Magrebí. Las cosas de la manduca de este local tienen también un lugar de privilegio para la patata brava con su justa diócesis de alegría, una ensaladilla rusa más que estimable, el benemérito bocata de calamares o la semi mojama de bonito. Mención aparte debe hacerse del solomillo piripi según la receta del famosísimo local del mismo nombre en Alicante y con todos los permisos concedidos.

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Bocado de placer en la barra

El buñuelo de bacalao hizo fortuna en Madrid por esa afición que tienen los gatos a un pescado que aguanta todos los temporales. Un buñuelo como el de aquí se presenta muy crujiente por fuera y tierno por dentro. Estos bocados de placer caliente se despachan en estas barras gloriosas como la de Casa Baranda. También destacan la patata brava con su justa diócesis de alegría y una ensaladilla rusa más que estimable.
Bar Casa Baranda.
Bar Casa Baranda.Gonzalo Pérez MataLa Razón

Casa Baranda tiene sabor, ese que se derrama por los viejos carteles que nos hablan de San Isidro mítico, o esa Feria de Jerez que es lugar de culto para los que amamos la gracia andaluza. Esa misma que tiene Kiko Narváez, el famoso delantero de las leyendas colchoneras, quien estando en Casa Baranda delante de un antiguo y clásico cartel de un partido de futbol del Real Madrid contra el Eintracht de Francfort espetó que «aquí estoy dándole la espalda al eterno rival, con cuidado que no me claven una puñalada, pero mirando de frente el cartel de la feria de mi tierra, que es Jerez». Todo el variopinto público que llena este Ateneo son paisaje de la ciudad. Todos y cada uno de ellos acuden a solazarse con la cerveza bien tirada en grifo antiguo el vermut castizo con los generosos. Todo ello comandado por Javier Alcocer, encargado del Baranda. A la manera de un altar, encima de la barra están colocadas unas botas de vinos de Hidalgo, donde se sirven generosos de todo pelaje, pero suaves de sabor. Desde el fino hasta el amontillado pasando por el oloroso o el Px, poco a poco van ganando adeptos a la causa de lo vinos jerezanos.

El actual propietario enamorado de chacinas postineras como el jamón de la Dehesa extremeña, o el chorizo de Joselito, es amigo de gran parte de la ciudad. O de fuera, caso del genial ciclista toledano Federico Martín Bahamontes cuyo autógrafo da categoría a este local perdulario y gustoso. No en vano el tío de Ángel fue él reputado autor de zarzuela, Torres de Álamo, a quien debemos la letrilla de «la Pícara Molinera». Más chulo que un ocho era el gachó, y esa majeza se respira en Casa Baranda. Con una copa de vino por montera, los gatos de siempre tiene guarida. Y si es con un fino, ole tú.