Opinión

Juan Lobato o la podemización del PSOE

El secretario general del PSOE-M, Juan Lobato
El secretario general del PSOE-M, Juan LobatoCarlos LujánEuropa Press

Sostenía Fichte en “El Estado comercial cerrado”, con razón, que todo socialismo deviene nacionalista y todo nacionalismo en socialismo. Ambas son ideologías que subsumen al individuo dentro de un colectivo que busca, al fin y al cabo, la creación de un hombre y una sociedad nuevos. Ingeniería social pura y dura. Es por eso que a socialdemócratas como Felipe González le costó mucho menos, en términos de desagrado, pactar con partidos nacionalistas de derechas como el PNV o la ya extinta CiU, que a un liberal-conservador como José María Aznar. Había que hacerlo para garantizar la estabilidad parlamentaria de nuestra sociedad abierta. Una estabilidad que desde 1978, salvo en periodos de mayoría absoluta, ha estado condicionada, desgraciadamente, por partidos de corte nacionalista.

Sin embargo, nada tiene que ver pactar con el PNV con pactar con Bildu. Se lo cuento porque la nueva promesa del socialismo madrileño, Juan Lobato, anda diciendo que “el PSOE pacta con Bildu como el PP lo hacía con el PNV”. Una frase que le inhabilita políticamente. Bildu es el brazo político de la banda terrorista ETA. Esos criminales que han dejado tras de sí un reguero de sangre de más de 800 hombres, mujeres y niños. Más de 300 crímenes cometidos por ETA, una organización terrorista que no se ha disuelto, están aún por resolver. Los de Otegui son los herederos de la ilegalizada Herri Batasuna. El objetivo de la banda terrorista marxista es la independencia del País Vasco para conformar su soñada “Euskal Herria socialista” -una especie de Corea del Norte en el corazón de Europa-, mientras que el PNV (“Ley y tablas viejas”) busca la independencia de la región española desde presupuestos raciales y ultrareligiosos propios de los totalitarismos nacionalistas del siglo XX. Pero unos lo han buscado de forma pacífica, no exenta de extorsiones y ocultaciones, mientras que otros lo buscaron con el coche-bomba y el tiro en la nuca.

Es por ello que Pablo Casado, viendo el “gobierno Frankenstein” que se nos venía encima después de la moción de censura a Mariano Rajoy, ofreció a Pedro Sánchez los votos del Partido Popular. Sánchez lo rechazó. Quería y buscaba el gobierno con Podemos, la organización comunista-bolivariana cuyas relaciones, al menos ideológicas, con la banda terrorista ETA son más que conocidas. Quería el gobierno que tiene. Un gobierno que pacta sus presupuestos con Bildu y ERC.

Si Juan Lobato no acierta a comprender la diferencia entre Bildu y el PNV, sin que se pueda esto entender como una defensa por mi parte del nacionalismo vasco, es que Juan Lobato está inhabilitado para la política en una sociedad abierta. No solo por la miseria moral que ello supone, sino también por su completo desconocimiento de nuestra historia reciente, de la diferencia entre legalidad y legitimidad y de la ciencia política. ¿Qué es lo que le diferencia de Pablo Echenique? Y esta era la nueva promesa. Menudo bluff.