Historia
El pasado de lujo del Casino de la Reina en el Madrid de Fernando VII
De vieja sede del Museo Arqueológico a Escuela de Veterinaria o Asilo de Cigarreras: las vidas cambiantes del regalo del Ayuntamiento de Madrid a Isabel de Braganza
Vivió tiempos mejores. Ahora es pálido reflejo de aquel pasado. Se ha apagado el brillo con el que fue construido. El Casino de la Reina fue una casa de recreo, con grandes jardines, que el Ayuntamiento de Madrid regaló a la reina Isabel de Braganza, segunda esposa del rey Fernando VII, en 1817, escenario de intrigas y fiestas en el Madrid de José Bonaparte. No en vano, su propietario, Manuel Romero, al que el Ayuntamiento compró la finca, fue ministro del hermano del emperador francés, y a él unió su destino, pues salió de la capital y de España tras la victoria de Arapiles.
Ubicado en la actual glorieta de Embajadores, el recinto está ocupado en la actualidad por una serie de edificios docentes y los jardines fueron restaurados para uso público a comienzos del siglo XXI. De lo que fue nada queda. En el Jardín se hallaban todos los elementos que eran característicos de los jardines románticos, fuentes, estanques, estufas, una noria, esculturas valiosas… dicen que allí estuvo la estatua de Felipe II, obra de los Leoni, y hoy en el Museo del Prado
Cerca del palacete existió también una Casita Rústica, parecida a la Casita del Pescador que por entonces también construyó Fernando VII en el Retiro, decorada en su interior con pinturas y frescos de Juan Gálvez, pintor de Cámara del rey. También había casas de servicio, como la Casa de Familia, gran construcción para los empleados, con viviendas, cuadras y otras dependencias. Constaba de dos pisos y buhardillas.
De todo aquello nada sobrevivió a guerras, incendios y abandonos. En ese camino lento y triste, recordar que durante el reinado de Isabel II el terreno fue donado al Estado y acogió todo tipo de instituciones, como el Museo Arqueológico Nacional, que mantuvo allí su sede hasta 1895, cuando se trasladó a su ubicación actual. También albergó a la Escuela de Veterinaria o el Asilo de las Cigarreras.
Hoy en día ha desaparecido de estos terrenos toda la edificación añadida, a excepción del I.E.S. Cervantes y el C.E.I.P. Santa María. El colegio de religiosas, que ocupaba el antiguo palacete, ha sido restaurado y destinado a usos sociales.
Atrás queda el Casino de la Reina, la casa de recreo o casa de campo con grandes jardines que el Ayuntamiento de Madrid regaló a Isabel de Braganza. Ocupaba el perímetro que luego delimitarían la glorieta de Embajadores y el Portillo de Embajadores, y las calles de Embajadores, Ronda de Toledo y Ribera de Curtidores.
Isabel de Braganza también realizó mejoras, aunque poco pudo disfrutar de su “casino” pues murió poco después. Fernando VII continuó la obra, y también su hija Isabel II. En la creación del Real Sitio participaron los mejores artistas de la época, como los arquitectos Antonio López Aguado y Narciso Pascual y Colomer, escultores como José Tomás y pintores como Vicente López.
Pese a los acontecimientos, algunos no demasiado felices, se conserva la monumental puerta de entrada al Real Sitio, obra de López Aguado, formada por una puerta de hierro flanqueada por dos pilares de granito cada uno con dos columnas dóricas rematadas por figuras de niños y un jarrón esculpidos por Salvatierra. En 1885 los pilares fueron trasladados al Retiro, donde continúan, en una de las entradas principales, la Puerta de la Independencia frente a la Puerta de Alcalá.
El Romántico jardín del siglo XIX se perdió para siempre, pero Lavapiés y Madrid lo han recuperado como espacio público, ya sin los adornos que lo hicieran célebre, y reconvertido en el nuevo Parque Casino de la Reina, quizá no demasiado conocido, algo escondido tras las verjas, recuerdo que lo que fue en pleno Barrio de Embajadores.
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