Historia
La Fábrica Gal: cuando los perfumes venían de Madrid
Un “castillo” medieval en Moncloa, que elaboraba jabones y colonias, y donde se levantó el complejo Galaxia
Salvador Echeandía Gal. Ese es el hombre que estuvo en el origen de la mundialmente famosa marca de perfumería madrileña. Atrás dejó su Irún natal, donde nació en 1867, siendo el mayor de doce hermanos, para asentarse en Madrid. Un empuje personal y empresarial que bien se entiende a la vista de la trayectoria de su familia. Su padre, Genaro, había sido alcalde de aquella localidad y su madre, Luisa, era una mujer emprendedora que poseía varios comercios en la zona. Ambos procuraron a sus hijos una educación excepcional para su época. Salvador estudió Comercio en Zúrich y su hermano Eusebio, que más tarde sería el artífice de las fragancias de Gal, fue el primer español en doctorarse en Química por la Universidad de Berlín. Otro de sus hermanos, Julio, se formó como escultor en Múnich, llegando a ser un afamado diseñador de jardines en las villas de Biarritz y San Juan de Luz.
Salvador viajó incansablemente en su juventud por varios países de Europa, sobre todo por Alemania, lo que se plasmó en su espíritu innovador, implantando en sus negocios técnicas pioneras impensables para esa época en España, principalmente en las áreas de política social y publicidad.
Una creatividad empresarial que fue paralela a sus ideas sociales. Implantó en sus empresas la jornada de ocho horas, vacaciones pagadas y bajas por enfermedad, y la moderna fábrica Gal de Madrid, que fue inaugurada en 1915 disponía de servicios de guardería, dispensario médico y botica gratuitos para los empleados, así como duchas para los que no pudieran asearse en sus casas.
Las Perfumerías Gal de Madrid encargaron en 1915 al arquitecto riojano Amós Salvador y Carrera el diseño de un nuevo edificio al que trasladarse, para así abandonar el de la cercana calle Ferraz, en el que trabajaban desde 1898 y que ya se les había quedado pequeño. Así pues, la fábrica se trasladó a la Plaza de La Moncloa, en el Paseo de San Bernardino (hoy Isaac Peral), final de la calle Princesa que hacía esquina con la calle Fernández de los Ríos. Una localización excepcional con vistas a la Sierra en un Madrid que tenía en aquella zona un desarrollo aún en mantillas.
Su estilo arquitectónico se encuadró dentro de un historicismo más o menos grandilocuente, de rasgos medievalistas, con apuntes neomudéjares, en los que no falta el ladrillo y toques modernistas.
En 1919 se construyeron unas instalaciones complementarias proyectadas también por Amós Salvador Carreras, en la actual calle Isaac Peral, 6 c/v a Fernández de los Ríos. Actualmente es una residencia universitaria femenina y constituye el único testimonio del antiguo complejo industrial. Al parecer, se utilizó como vivienda complementaria de la fábrica, si bien sus trazas constructivas siguen un patrón de la arquitectura industrial de estos primeros años del siglo XX.
Durante la Guerra Civil, la Fábrica Gal muy cercana al frente de Moncloa y justo en frente de la Cárcel Celular de Madrid, quedo bastante destrozada. Aunque se reconstruyo y la actividad fabril volvió a alcanzar los niveles previos a la contienda, especialmente por el apoyo publicitario que muy tempranamente desarrolló la empresa, en los años sesenta la dirección decide deshacerse del conjunto y plantea nuevamente su traslado, en este caso fuera de Madrid, a Alcalá de Henares.
En los años 60 del pasado siglo el inmueble se derriba, para levantar en la manzana el complejo Galaxia, una muestra de brutalismo arquitectónico diseñado por el arquitecto Antonio Lamela. Aquello, pese al pequeño recuerdo de la residencia femenina de la calle Isaac Peral, es todo lo que queda de una fábrica emblemática de la industria madrileña y española.
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