Pánico nuclear
Los «búnkers» privados que se esconden en Madrid
La región cuenta con entre 70 y 80 de estos refugios eficientes contra amenazas atómicas. Su ubicación exacta es algo que solo conocen sus propietarios
Quizá, el punto más seguro, no ya cercano a Madrid, sino de toda España, se encuentre a 124 kilómetros de distancia de la capital. Desde 1983, la localidad toledana de Talavera de la Reina acoge el primer refugio antiatómico colectivo del país. Y de lo que no cabe duda es de que se trata del de mayor capacidad. Hasta 400 personas podrían cobijarse en el mismo, y con todo tipo de comodidades, discoteca incluida. En 1983 lo inauguraba su propietario, Justino Pérez, dueño de un complejo hotelero de Talavera. Una maniobra publicitaria muy astuta, si bien es cierto que había influido la experiencia de Justino durante la Guerra Civil, así como los momentos más tensos de la Guerra Fría, que estuvo a un paso de provocar, a principios de los años sesenta, un conflicto nuclear entre los dos grandes bloques mundiales. Lo que es indudable es que aquella construcción podía llegar a soportar explosiones de 10 kilotones (similar a las bombas de Hiroshima) a 700 metros de altura. O incluso explosiones termonucleares hasta 10.000 veces mayores que las lanzadas por EE UU sobre Japón. El refugio había sido construido por la empresa catalana ABQ, siglas de Antiatómicos, Bacteriológicos y Químicos. Efectivamente, el complejo de Talavera podía –y puede– soportar hasta tres tipos de ataques diferentes.
Durante estos días, Antonio Alcahud, propietario de ABQ, siempre atento y colaborador con los medios de comunicación, rechaza hacer declaraciones a Prensa. Y se entiende el por qué. En el transcurso de un reciente debate televisivo, en el que se incluía una entrevista con este experimentado ingeniero nuclear, algunos contertulios insinuaron que gente como él podía estar sacando provecho de los desgraciados acontecimientos que copan los titulares de todo el mundo: la posibilidad de que la guerra de Ucrania desencadene un ataque nuclear por parte de Rusia. Una acusación especialmente hiriente para alguien que lleva diseñando refugios desde 1975, que ya ha construido más de trescientos en tres continentes, y que ha desempeñado su labor en aminorar catástrofes como la de Chernóbil.
En todo caso, si bien no quiere hacer valoraciones, Alcahud sí nos brinda amablemente algunos datos que nos ayudan a saber cuántos búnkeres antiatómicos puede haber en la Comunidad de Madrid. Su compañía ha construido entre 70 y 80 edificaciones de estas características en la región. Y, como recuerda en su web, Alcahud posee la patente de los mismos. Concretamente, podemos situar –que no encontrar– sus refugios en municipios como Majadahonda y Las Rozas, así como en zonas como La Moraleja (Alcobendas) y Puerta de Hierro. Por supuesto, todo lo referente a la contratación y condiciones de los mismos es algo que queda entre Alcahud y su cliente.
Y es que, si bien los refugios, muchos de ellos pertenecientes a la Guerra Civil, han «resucitado» durante estas últimas fechas debido al clima internacional, lo cierto es que difícilmente podrían resistir hoy las consecuencias de una explosión nuclear. Es el caso del refugio antiaéreo del Retiro, construido entre 1936 y 1938. Con una capacidad para 265 personas –estaba pensado para proteger a la población civil–, consta de unos 400 metros lineales y tenía su puerta de entrada en la Avenida Menéndez Pelayo, así como dos salidas al propio parque. Tras la contienda, el espacio se dedicó al cultivo del champiñón, debido a la humedad de su interior. Actualmente se encuentra en un perfecto estado de conservación y, previsiblemente, el Ayuntamiento permitirá las visitas guiadas. Al del Retiro, al menos en la capital, habría que sumar otro refugio, este mucho más popular, como es el Búnker de la Posición Jaca, perteneciente al frente republicano y situado en el parque del Capricho.
Ofertas sospechosas
Durante estas últimas semanas, sobre todo a raíz del conflicto ucraniano, misteriosamente, se han multiplicado en internet anuncios de empresas que aseguran construir búnkeres. Algunas de ellas, afincadas también en la propia Comunidad de Madrid. En sus webs, la información es más bien vaga: no se especifica el historial de la empresa, ni ninguna persona con nombre y apellidos que acredite su experiencia, ni tampoco el coste de la obra. Sin embargo, sí que especifican que sus edificaciones gozarán de todo tipo de comodidades, como un huerto para abastecerse.
LA RAZÓN ha intentado durante varios días contactar con algunas de estas compañías, pero sin obtener respuesta. No en vano, ya en la propia web de ABQ, se pide a los usuarios que tomen precauciones con según que anuncios: «A raíz de la guerra en Ucrania están proliferando empresas que ofrecen búnkers y refugios atómicos, sin experiencia ni conocimiento alguno. Refugios Atómicos ABQ S.L. no tiene ninguna vinculación con ningún otro imitador aparecido últimamente», señalan. Y es que una de las cosas que pone en duda Alcahud son las noticias de que ese supuesto «boom» en la demanda de búnkeres privados en España. En todo caso, lo que se habría disparado es la oferta de los mismos.
¿Cuál es el coste? En el caso de un refugio atómico, que incluye, entre otros trabajos, excavación, hormigón, pintura, fontanería, electricidad, etc., es el equivalente, en caso de obra nueva, al coste de la obra convencional. En lo que se refiere al sobrecoste, se incluye el Proyecto y Dirección de Obra, las puertas blindadas y estancas en acceso y esclusa, la puerta similar en salida emergencia, el sistema de ventilación y filtrado de aire, las válvulas sobrepresión, así como máscaras y trajes de protección. El sobrecoste para un refugio ABQ de 25 plazas es de unos 55.000 euros, mientras que para uno de 50 plazas, se sitúa a partir de los 67.000.
Hay que tener en cuenta que un refugio profesional y patentado, como es el caso, no está diseñado para pasar en ellos el resto de nuestras vidas, como solemos creer. Para empezar, porque los trajes antirradiación, por supuesto homologados, supondrían un «escudo» más que eficiente. Pero además, desde la empresa catalana señalan que este tipo de construcciones están pensadas para pasar en su interior un tiempo máximo de dos semanas.
Exposición a la radiación
En teoría, esos catorce días supondrían un período más que prudencial: una vez consumada una explosión nuclear, la radioactividad se reduce al 10% al cabo de siete horas; en dos días, la contaminación ha pasado al 1%; y pasadas dos semanas, su presencia disminuye hasta el 0,1%. De hecho, incluso al 1%, los supervivientes de una explosión nuclear podrían pasar varias horas expuestos al aire libre sin peligro alguno.
Refugios colectivos, unifamiliares, institucionales...; en sótanos, garajes, locales existentes, utilizables como almacén, bodega, despensa, sala de juegos, gimnasio, habitación suplementaria, cámara acorazada, archivos, sala de home cinema, parking, «panic room»... Sin embargo, las construcciones no solo pueden estar blindadas contra amenazas atómicas: también para tsunamis, huracanes de hasta 800 kilómetros por hora... De hecho, la compañía ha construido asimismo refugios flotantes, sumergibles y en bancos móviles. Algo que, por el momento, no nos debería preocupar en la meseta. Solo por el momento.
¿Y el búnker del palacio de La Moncloa?
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