Cultura

Lo mejor de nuestras vidas: elogio de la biblioteca pública

“Hoy las bibliotecas son centros en los que se forma a los ciudadanos”, asegura Andrea Levy

Martínez Almeida y Andrea Levy, durante una visita a la Biblioteca Eugenio Trías
Martínez Almeida y Andrea Levy, durante una visita a la Biblioteca Eugenio TríasLuis DíazLa Razón

De todas las fotografías sobre la invasión de Ucrania que nos han llegado en estos días, una de las más impactantes es la de la casa del escritor ucranio, Lev Schevchenko, con la ventana protegida por pilas de libros. Es una imagen que ha dado la vuelta al mundo por su carga simbólica. Por hacer visible la protección que la cultura ofrece contra la barbarie.

Los lectores de «Fahrenheit 451» lo aprendimos tiempo atrás: los libros son testarudos, arden menos bien de lo que parece, dejan siempre un rescoldo entre sus lectores. Y ese rescoldo (ese deseo de escuchar historias de otros hombres y mujeres con las que ensanchar nuestra vida) es el humus sobre el que se levanta cualquier biblioteca pública.

Lo cual no quiere decir que las bibliotecas de hoy sean las mismas que las de ayer. Lejos han quedado los tiempos en que uno debía solicitar el libro que deseaba leer. Las bibliotecas han ampliado y modernizado sus servicios. Y hoy ya no son solo lugares donde encontrar el libro que buscamos, sino donde se despierta el gusto por los libros entre los que son menos lectores (por ejemplo mediante clubes de lectura) y donde se forma a los ciudadanos en las llamadas competencias informacionales, lingüísticas y de otros muchos tipos para que nadie se quede atrás.

En España, la biblioteca es una institución excepcionalmente valorada por los ciudadanos. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2021, los españoles la otorgan un notable alto. En Madrid contamos con 33, y acabamos de inaugurar una en el barrio San Fermín dando por fin respuesta a las justas demandas de los vecinos. Por supuesto, la cifra de visitas ha disminuido durante la pandemia, pero nada impide pensar que este número se recuperará pronto, y ya sabemos que las nuevas tecnologías, lejos de ser esos nubarrones en el horizonte como algunos creyeron, son en realidad una extraordinaria herramienta para universalizar todavía más el acceso a los servicios bibliotecarios.

Por eso no es ninguna locura afirmar que la importancia de las bibliotecas será cada vez mayor en nuestras sociedades del conocimiento. Por mucho que a veces la barbarie parezca ganar terreno. Algo parecido, aunque con otras palabras, vino a decir la escritora Ursula K. Le Guin: «Una biblioteca es un foco de atención, un lugar sagrado para una comunidad; y su carácter sagrado consiste en el hecho de ser accesible, pública. Es un sitio para todos. Recuerdo algunas bibliotecas, vívida y alegremente, como si fueran mis bibliotecas: partes de lo mejor de mi vida».