Crítica
Visitamos este templo de la cocina vasca junto a Las Ventas y esta es nuestra valoración
Órdago: esta casa vasca de pura raíz esta enclavada en los aledañas del coso venteño. Aquí todo es impecablemente, rico, esencial, de factura perfecta
Día de San isidro. El patrón de los chulapos y los gatos. Todo tiene un aroma a casticismo, a sabor antiguo y a trama taurina. En estos días tan «señalaítos», que dirían los gitanos, uno se envuelve en el mantón del clasicismo gastronómico, y le pega un puntapié a las listas de moda, a los fudis y a los instragramers de pacotilla. Y así, poniéndonos el mundo por montera, nos vamos a comer a Órdago para regocijo de nuestros estómagos cansados de «frivolités».
Dónde calle Sancho Dávila, 15. Teléfono 91 356 71 85. Precio medio 50 euros. ordagomadrid.es
De hecho, esta casa vasca de pura raíz esta enclavada en los aledañas del coso venteño. Con una fachada discreta, en pleno barrio, este tabernáculo del norte abre su puerta para los secuaces de la cocina con fundamento. Su mantel de cuadros es casi el descanso de los guerreros gastronómicos, pues nos abraza como una ama, y nos mima con el saber hacer de un recetario histórico. Ese que prescribe una alubia de Tolosa con piparra como Dios manda, una anchoa fresca, croqueta, bacalao, manitas, o una chistorra de pura casta navarra. La temporada está, sin necesidad de anuncios de grandes almacenes, como muestran el espárrago, el profundo perretxiko, el revuelto canónico o el bonito con los calores. En esta casa todo es impecablemente, rico, esencial, de factura perfecta, caso de un txangurro majestuoso, un sapito al punto o un cogote de merluza señorial, junto a la chuleta sabrosa. Andoni lo borda en cocina, con una sencillez mágica y gustosa. Infalible.
La repostería es casera y sin misterios. Y el servicio es de una prontitud y discreción insólita, en tiempos de camareros mal encarados y brazo tatuado. En el disfrute líquido no hay grandes sorpresas, siendo tal vez demasiado recoleta y previsible la selección enológica. Cómo apetece, con un clavel en la solapa y del brazo de una gachí, ir a comer a Or-dago a que te den un pellizco en el espíritu en estos tiempos insulsos. Lo chipén y lo vasco bailan un chotis.
La valoración de LA RAZÓN
Cocina: 7,5
Bodega: 6
Sala: 7,5
Felicidad: 8
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