Cine

“Saurians”: dinosaurios cutres, palomitas y cine infame

La proyección de la terrible (y disfrutable) «Saurians» en la Sala Equis reunió a los más fieles de Cinecutre para despedir el curso

La animada proyección de «Saurians» en la Sala Equis
La animada proyección de «Saurians» en la Sala EquisGonzalo Pérez MataLa Razón

Cuando ya se ha superado la media hora de metraje, unas gafas de sol empañadas, un bigote mal puesto y una escopeta de caza nos avisan de que estamos ante el villano de la película. «¿Este es el malo?», se escucha a viva voz en la siempre fotogénica Sala Equis de la calle Duque de Alba. «¡No! ¡El malo es el director!», le responde otro espectador, para que los asistentes estallen en una carcajada al unísono y los aplausos apenas dejen escuchar el funk-jazz fusión que termina de clavarse en el oído, rematando cualquier atisbo de seriedad en la proyección.

El vívido ejemplo es solo uno más en los ochenta minutos largos de «Saurians» (Mark Polonia, 1993), película mítica de la serie subzeta e infame por su intento de réplica del fenómeno que «Jurassic Park» había inaugurado apenas unos meses antes. La oportunidad para el disfrute y reivindicación de tal atentado contra la memoria de los Lumiére —igual que la última vez que se puso en Madrid hace unos meses—, la reivindica Carlos Palencia, máximo responsable de Cutrecon y maestro de ceremonias de la proyección: «Disfrutad de la pantalla en blanco, porque es de lejos mucho mejor que lo que estáis a punto de ver», espeta al público como desde el centro mismo de una pista circense.

Tras más de una década al frente del proyecto, que tiene su máxima expresión en el festival que celebran cada año y que reúne en sedes como la Cineteca o el cine MK2 del Palacio de Hielo a cientos de parroquianos, el espíritu de la Cutrecon ha encontrado continuidad mensual en las proyecciones de la Sala Equis, que varios sábados ha ido sirviendo de hogar a producciones como la versión cutre del mundo jurásico o pequeñas joyas entre lo dañino para la vista y lo reivindicable como «El humanoide» (1979). La película de Aldo Lado, maestro italiano del bajo presupuesto, intentaba acercarse desde lo tecnológicamente erótico a la primera «Star Wars», con el infame Richard Kiel como protagonista y, por supuesto, con bochornoso resultado.

"Saurians" congregó a una buena plantilla de parroquianos de la Cutrecon
"Saurians" congregó a una buena plantilla de parroquianos de la CutreconGonzalo Pérez MataLa Razón

Yincana de la faltada

Calificativos rimbombantes aparte, lo cierto es que tras una primera capa de ironía coyuntural, el proyecto de Palencia, Pedro J. Mérida, Juan Pérez y Paco Fox, entre otros, destila amor al cine por los cuatro costados del lienzo infinito en el que convierten sus pantallas, bien sea compartiendo espacio con la cinefilia más exquisita o pidiendo la pena de muerte para alguno de los protagonistas. Y la proyección de «Saurians» no fue para menos: «Cada vez que se congele la imagen, todos tenemos que gritar ‘’acción’'. Cada vez que dos personajes comiencen a caminar por el bosque sin rumbo, tenemos que tararear la canción de “Jurassic Park”. Y cada vez que salga el protagonista en pantalla, hay que insultarle muy fuerte», avisa divertido Palencia antes de dar comienzo a la película, como dando pie a una particular yincana de la faltada en la que la corrección es sustituida por telemétricos insultos.

El total de la experiencia, bien por esfuerzo de los organizadores, bien por la misma capacidad epatante de la más terrible de las películas, termina en algo casi místico, por momentos tribal. Justo ahora que el cine moderno intenta exportar la experiencia como bandera de atracción popular, son sesiones como las de Cutrecon las que de verdad reivindican el cine en sala: la artesanía del filme en cuestión es lo de menos, lo importante es salir de casa, encerrarse en una sala a oscuras y hacer gregario eso que la lógica plataformera y de «streaming» moderna ha ido convirtiendo en individual.

«Llevamos más de diez años con esto y cada vez la competencia, meter a la gente en las salas, es más complicada. Más ahora que se acerca el verano y van surgiendo otras posibilidades, pero hay un núcleo de fieles que nunca falla», confiesa Palencia a LA RAZÓN justo antes de la proyección, dando sentido a esa especie de aura de hombre orquesta que le acompaña y que, a la salida de la película, le sitúa vendiendo copias licenciadas de Trash-O-Rama, una distribuidora especializada en ese cine tan cutre como disfrutón que llena sus sesiones. «Tenemos ya solo una copia del ‘’Rocky’' turco», le explica a una pareja recién iniciada en la materia de lo infame.

Al final, entre gritos, chistes y cervezas —no tanto incluidas en la entrada como obligatorias para soportar la película, como explican los organizadores—, el pase de «Saurians» es, en realidad, la excusa perfecta para conocer un tipo de filmografía que, guste o no, también es historia del cine. Más cuando hablamos de una película que, pese a sus dinosaurios de plástico y sus efectos hechos en Microsoft Paint, logró ser distribuida en cadenas como Blockbuster, que llegó a poner 2.000 copias a disposición de sus socios para alquiler. Antes de despedirse y cerrar el curso, Palencia anuncia dos nuevas citas: el próximo 18 de junio con un maratón dedicado a Nicolas Cage en el Mk2 Palacio de Hielo y la próxima Cutrecon, que se celebrará en Madrid en enero de 2023.