Cine

¿Qué hacía ayer Glenn Close en el Matadero de Madrid?

La capital tuvo la oportunidad de recibir ayer a una de las grandes divas de la actuación. El motivo, el estreno de «The Lavender Scare»

Andrea Levy, Julissa Reynoso y Glenn Close en el estreno de 'The Lavender Scare'.
Andrea Levy, Julissa Reynoso y Glenn Close en el estreno de 'The Lavender Scare'.ayuntamiento de madrid

Haciendo uso de esa frase hecha de nuevo cuño, el cine le debe un Oscar a Glenn Close. Nadie debería ser tres veces finalista a un premio y no conseguirlo. Y si han sido hasta ocho, ocasiones, como le ha ocurrido a la veterana actriz, lo mejor es pensárselo dos veces antes de volver a comparecer en una ceremonia que se alarga hasta cinco insufribles horas. De hecho, se encuentra entre los diez actores, hombres o mujeres, con más candidaturas de la historia. ¿El principal problema? Pertenecer a la misma generación que Meryl Streep: 21 nominaciones y tres estatuillas. Eso sí, nadie puede bajarle a Glenn Close del olimpo de las elegidas, con varias encarnaciones que se nos han quedado grabadas en el imaginario. Y, reconozcámoslo, en muchas ocasiones ejerciendo de maravillosa villana.

La capital tuvo la oportunidad de recibir ayer a una de las grandes divas de la actuación. El motivo, el estreno de «The Lavender Scare», documental en el que Close ejerce de narradora. Una obra que narra un episodio oscuro y poco conocido, al menos en nuestro país, de la Guerra Fría: la «caza de brujas» emprendida por el presidente norteamericano Dwight Eisenhower contra los gays y lesbianas, considerados como «riesgos para la seguridad». Una catalogación que motivó el despido de cualquier funcionario que mostrara esa condición sexual. Es más, según relata el filme, esta situación se prolongó a lo largo de cuatro décadas, hasta que un «héroe por accidente» cambió la situación.

Durante la presentación, que se llevó a cabo en la Cineteca del Matadero, la concejala de Cultura del Ayuntamiento, Andrea Levy, tildó al filme de «valiente, coherente y necesario», ya que aborda «un pasaje oscuro» de la historia de Estados Unidos, lo que supone «un valiente ejercicio de autocrítica». Unas palabras, por cierto, que se pueden aplicar a la propia Glenn Close, que lleva años volcada en la lucha contra la discriminación del colectivo LGTBI.