Historia
La Casa de Velázquez, una pica (cultural) de Francia en Madrid
El palacio recibiría el nombre a raíz de la leyenda que asegura este lugar como el favorito del genial pintor sevillano para instalar su caballete y pintar la Sierra de Guadarrama
Una institución cultural de renombre, para algunos “escondida” entre las escuelas y facultades de la Ciudad Universitaria de Madrid. Sin embargo, pocos espacios como la llamada Casa de Velázquez, pese su españolísimo nombre, representan mejor el sentir y el ser de Francia en Madrid. Un lugar que sufrió como pocos la lucha fratricida de los españoles al estar en pleno campo de batalla de la batalla de Madrid. Una Casa de Velázquez que, junto al hospital Clínico y varias facultades sufrieron la destrucción de las bombas.
Antes de todo aquello, en sus orígenes, la que luego sería la Casa de Velázquez nace a comienzos del siglo XX. Continuación de la Escuela de Altos Estudios Hispánicos, que se abrió en 1909, auspiciada por la Universidad de Burdeos, destinada a acoger a jóvenes investigadores franceses.
Pica cultural y diplomática gala, durante la Primera Guerra mundial, fue escenario del acercamiento político y artístico del Gobierno francés del momento, preocupado y ocupado en acercarse a una España que se mantuvo neutral en la llamada Gran Guerra. De ahí que en mayo de 1916 se organizase un viaje de académicos franceses. Entre otros, participaron en la misión, Étienne Lamy, Secretario Perpetuo de la Academia francesa, Henri Bergson, que acababa de entrar en la ilustre institución y Charles-Marie Widor, Secretario Perpetuo de la Academia de las Artes. Este último expresó el deseo, durante una conferencia en el círculo político y literario del Ateneo, de que artistas franceses pudieran completar su formación en España.
Al finalizar la campaña llevada a cabo por Pierre Paris, Director de la Escuela de Altos Estudios Hispánicos y Arqueológicos, apasionado por España, con el apoyo de Charles-Marie Widor, el Rey Alfonso XIII escogió en persona, en lo que más tarde iba a convertirse en la Ciudad Universitaria de Madrid, un terreno de 20.000 m2 que sería cedido a Francia en usufructo, por una ley de 1920, a condición de que se construyese una residencia para jóvenes artistas y jóvenes investigadores.
El palacio recibiría el nombre de Casa de Velázquez, pintor de moda entre los académicos de los años 1920. La leyenda contará después que ese emplazamiento, frente a la Sierra de Guadarrama, era el lugar preferido de Velázquez para instalar su caballete. Los primeros edificios fueron inaugurados en 1928 y el conjunto fue terminado en 1935. En primera línea durante la batalla de Madrid (noviembre de 1936) en la Guerra Civil española, la Casa de Velázquez fue incendiada y parcialmente destruida. Los artistas e investigadores se instalaron primero en Marruecos, en Fez. De vuelta a Madrid en 1939, la Casa de Velázquez está alojada en las instalaciones del Liceo Francés, y luego a partir de 1940, en un palacete de la calle de Serrano. En 1959, al término de los cuatro años de reconstrucción, la institución reintegró su emplazamiento original. Mientras tanto, en 1943, pasó a estar bajo la tutela del Ministerio de Educación Nacional. La época gloriosa de los pioneros llegaba a su fin. Comenzaba entonces un largo periodo de consolidación administrativa y de diversificación en los campos artísticos y científicos.
En 2012, el edificio principal -cuyas estructuras datan de hace medio siglo-, ha sido objeto de importantes obras de restauración y de rehabilitación inmobiliaria con el fin de modernizar su funcionamiento siendo fiel a su historia. Un espacio de Francia en la capital de España que es puente de unión entre las dos culturas y pasarela para tantos creadores, escritores y pintores galos que por aquí han pasado. Y no son pocos.
Desde su fundación, la Casa de Velázquez ha sido dirigida, entre otros, por Pierre Paris, François Dumas, Maurice Legendre, Henri Terrasse, François Chevalier, Didier Ozanam, Joseph Pérez, Jean Canavaggio, Gérard Chastagnaret, Jean-Pierre Étienvre y Michel Bertrand. Todos han dejado su impronta y su saber hacer en una Casa de Velázquez que mira a Guadarrama, y a la esencia de España, desde su capital.
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