Cultura

Abrir un cine en Madrid es posible: ellos lo han hecho dos veces

Embajadores inaugura salas por segunda vez. La primera fue en el peor momento posible: verano de 2020

Les visitamos sobre las doce de la mañana. No hay sesiones, pero el trabajo es intenso. Carpinteros y pintores dan, ahora sí, los retoques definitivos. Los servicios de limpieza están dejando los pasillos y butacas como espejos. Y es que, en apenas cuatro horas, comienza la primera sesión. Abrieron una semana antes, pero ahora toca rematar la faena. Entre otras cosas, quedaba el mural en su fachada, que simula una cola de espectadores, algunos de ellos famosos; otros, inspirados en gente del barrio. Hoy, desgraciadamente, la noticia no es que cierre un cine en la ciudad de Madrid; la noticia es que abra. Y más aún si son las segundas salas que sus artífices inauguran en apenas tres años.

Se trata de Cines Embajadores Río, situados en el 53 de la calle Ercilla, en lo que antes era un almacén de alfombras. Tres salas en total, que superan ampliamente las 200 butacas. La numeración de las salas es cuarta, quinta y sexta; las tres primeras se encuentran en el otro cine que abrieron en julio de 2020, también en el barrio de Embajadores, en su caso en el 5 de la Glorieta de Santa María de la Cabeza. Y es que el responsable del proyecto, Miguel Ángel Pérez, veía los cines de Embajadores Río como una prolongación de aquellas primeras salas. Abiertas, por cierto, en un momento realmente crítico para todos los espectáculos: en el verano de la pandemia. Aquel fue el primer gran reto.

«El proyecto se inicia en 2019, que fue un año muy boyante para el cine», explica a LA RAZÓN Fernando Lobo, responsable de Programación, Marketing y Comunicación. Y es que, estrenos como el de «joker» o el «remake» de «El Rey León» fueron auténticos taquillazos. «Llegó el covid... e imagínate la desilusión. Fue un momento muy complicado, pero la inversión ya estaba realizada. De nuevo escuchábamos la frase: “El cine se ha acabado”. El de 2020 fue el peor verano de la historia para el sector», añade Lobo, que trabajó con Miguel Ángel Pérez en la distribuidora Surtsey, el germen de lo que hoy son los Cines Embajadores.

Nuevos Cines Embajadores Río, ubicados en la calle Ercilla, 53, en el distrito madrileño de Arganzuela. © Albe
Nuevos Cines Embajadores Río, ubicados en la calle Ercilla, 53, en el distrito madrileño de Arganzuela. © AlbeAlberto R. RoldánFotógrafos

Pese a los malos augurios, ahora estamos en octubre de 2023 y aquí están de nuevo. Esa es la mejor prueba de que la primera aventura en Embajadores fue un éxito. «El balance es muy bueno. Si comparamos todos los meses de agosto, el porcentaje de espectadores ha sido paulatinamente mayor. Si comparamos todos los meses de diciembre, lo mismo». Y es que, en opinión de Lobo, «muchas veces, los cines no cierran porque no funcionen. En ocasiones, se debe a que la persona que se encarga de ello se quiere jubilar, decide venderlo... Le es más rentable. Embajadores ha demostrado que puede funcionar, incluso abriendo en el peor momento».

Gentrificación

Ahora bien, ¿por qué la zona de Embajadores? «Miguel Ángel siempre tuvo este barrio en mente por varios motivos. El principal, porque es un barrio con mucho movimiento cultural: Matadero, salas de microteatro, el Circo Price, el Reina Sofía... Todo eso atrae a mucha gente de otros barrios». En la conversación surge uno de los términos urbanísticos más en boga en los últimos años: la gentrificación. El desplazamiento de la población original por otra de mayor poder adquisitivo. «El distrito de Arganzuela se ha salvado por el momento de esa gentrificación masiva. Todavía cohabitan desde gente mayor a parejas jóvenes con sus hijos, pasando por estudiantes y gente joven, que son un motor para el cine». Y eso sin olvidar que Embajadores Río «es un cine de autor, un cine independiente, que vive de la gente cinéfila». Pero sin obviar la esencia del proyecto: «Un cine pequeño, de barrio y que, por tanto, ofrecemos un trato muy cercano a la gente, y muy personalizado».

También surge en la charla otro concepto hoy ampliamente debatido: las llamadas ciudades «de los 15 minutos». «El público lo demanda», explica Lobo. «Tener todo cerca. Pero no solo los servicios básicos, como una farmacia, un hospital o un supermercado; también los comercios de barrio y actividades de ocio como teatros o cines». De hecho, recuerda que, hasta que llegaron ellos, los vecinos más veteranos del barrio habían visto cómo todas las salas de la zona habían desaparecido de forma progresiva.

Un pianista en la sala

Como muchos otros cines, los de Embajadores no sólo vivirán de los estrenos. Por ejemplo, una de sus iniciativas más originales está en las sesiones con piano, acompañamiento ideal para poner sonido a clásicos de la etapa muda como «Nosferatu» (1922), obra maestra del expresionismo alemán. «Es algo que tiene muchísimo éxito», explica Adrián Begoña, pianista especializado en jazz y cine mudo. «Son películas de hace cien años que se seguirán viendo dentro de otros cien, porque la sala se abarrota. Y estas películas piden esa música improvisada», añade el músico. Y es que, en ocasiones, Adrián se deja llevar por las imágenes a la hora de musicalizar los filmes.

Al final, novedades como esta responden a la idea de maximizar este espacio, más allá de la proyección de largometrajes: retransmisión de óperas, ciclos de arte, ciclos temáticos, sesiones especiales para niños, sesiones de cortometrajes...

Por fin les dejamos trabajar. Cuanta menos gente haya estorbando, mejor. Todo tiene que estar a punto para recibir a espectadores dispuestos a sumergirse en nuevas aventuras. Los responsables de Embajadores también han comenzado la suya. Y el final, en ambos casos, apunta a que será feliz.