Muslo o Pechuga
Alegría non stop y todos sus múltiples elementos
QuintoElemento discute el tópico de que en los lugares de fiesta nocturna nunca ofrecen buena gastronomía
Madrid es una ciudad que da de comer para todos los momentos, estados de ánimo, y búsquedas de necesidades de felicidades distintas. En este momento de tanta fragilidad política, con la calle crispada, resulta más obligado si cabe encontrar espacios donde gobierne la alegría. En una sala festera absolutamente «Kapital» para entender el ocio gatuno, existe el llamado QuintoElemento, que programáticamente se declara como la síntesis de los cuatro clásicos, y el motor energético para conquistar la alegría de vivir.
Probablemente quien lea estas líneas puede pensar que el crítico se ha ido de farra y quiere legitimar una andanza noctámbula.
Ya sabemos que vivimos a golpe de tópico y prejuicio, y lo entretenido resulta desmontar estos lugares comunes que niegan la posibilidad de comer bien en un sitio de ambiente y en especial ligado a un discotecón. Bien al contrario, en el divertidísimo escenario gastronómico enclavado en los cielos del edificio, hay un compromiso radical con la calidad. De un modo insólito para lo que hoy se estila, hay cocina abierta los 7 días de la semana desde las 13 horas hasta pasada la medianoche, llegando incluso hasta las dos de la madrugada en los weekend festeros. La experimentada mano de Juan Suárez de Lezo, avezado en casas como Arzak o el Bulli, desgrana una carta salpicada de guiños orientales y cocina viajada, e incluso recetarios tan tradicionales como el pimiento verde relleno de manitas y oreja: auténtico monumento de la casquería y de sabor tan intenso como el show que se forma en el local.
Las apariencias engañan ante la larga nómina de nigiris, pues todos mantienen una solvente base con su vinagre justo, con propuestas tan ricas como la de toro con caviar, la bizarra y picante cococha, o la de waygu con café. Tienen bastante predicamento una amplia gama de tacos, gracias a una buena tortilla y una secuencia gradual de piques ideales para amoldar cuerpo y espíritu a lo que convenga, si conviene. Mucho atún, y por lo común un producto descollante donde puntúa de modo importante su famoso chili crab de bogavante.
El servicio de la sala es coherente con lo que se programa, y al buen batallón de camareros acompaña una recomendable propuesta líquida. Asi, la sumiller colombiana Dana defiende una carta de vinos que tiene los suficientes alicientes para justificar abandonar el reloj por un rato. Los espumosos en número elevado son acompañados por una estupenda selección de blancos, creada con conocimiento, no sólo pensando en vaciar la billetera del cliente, sino en ofrecer grandes vinos a precios más que justos.
En un lugar tan galáctico como este, no podían faltar los cócteles. Y como todo aquí, la novedad y la felicidad son el ingrediente base. Coctelería de autor con temas asiáticos y latinoamericanos, el mojito de Shochu, un pisco sour veggie, floral mule, aunque tambien, opciones clásicas la Caipiriña o el Dry Martini. Barra libre de imaginación y buen hacer.
Aquí comer también es un espectáculo, todo un show. Esa tendencia internacional, abanderada por los nórdicos, esa en la que inyectan diversión, espectáculo y sorpresa está también en el Quintoelemento.
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