
Negocio
El arte del color y la constancia: más de 35 años maquillando
Harpo representa la historia del negocio del maquillaje. Ha sobrevivido a los cierres masivos y cuenta con escuela de formación, marca propia y posticería

En pleno centro de Madrid existe un testimonio aún vivo de lo que representa mantener un negocio tradicional de cosmética en tiempos donde las fachadas en las calles cambian casi a diario. Harpo se encuentra en el centro de la capital, en la calle San Onofre, y es la historia (y el presente) del negocio del maquillaje. Desde que abrió sus puertas en 1988, la tienda fundada por Fernando Pérez Sobrino ha sabido adaptarse, evolucionar y conservar su propia alma. Hoy, además de la tienda física, cuenta con su marca propia, un taller artesanal de posticería, una escuela de maquillaje, caracterización y un equipo de once profesionales dedicados a atender un público cada vez más diverso. Actualmente Harpo está dirigida por Lucía Barranco, quien cuenta a LA RAZÓN los entresijos de este lugar.

«Fernando no es mi padre biológico, pero he crecido con él desde que tenía cuatro años. Se dedicó toda la vida al rodaje de cine, teatro y televisión, sobre todo cine y spot publicitario. Ejercía de peluquero y maquillador», cuenta la entrevistada. Con el tiempo, decidió crear un proyecto propio y en 1988 abrió una tienda en Madrid que, en sus inicios, distribuía una marca de maquillaje pero que pronto lanzaría su propia línea. Se trata de H.R.P MAKE-UP ARTIST, identidad de todos los productos presentes en el comercio.
Este doble camino de comercio al público y marca profesional ya prefiguraba que no se trataba de otra perfumería más. Con el tiempo, el negocio fue ampliando su alcance. En 1992, abrieron un taller de posticería y en 1998 nació la escuela, destacando en caracterización. A día de hoy, también ofrecen servicios profesionales de maquillaje para rodajes, publicidad, eventos o pasarelas de moda.
En una actualidad dominada por grandes cadenas, marcas globales y exposiciones omnipresentes, esta tienda ha seguido una senda propia: «Yo creo que nuestra esencia sigue siendo la misma, nosotros invertimos mucho en lo que es la calidad del producto, más que en el envase. Lo que realmente quiero es que lo demás no me cueste mucho para invertir en la calidad». En ese sentido, la apuesta de la empresa pone por delante la eficacia, la compatibilidad con pieles sensibles, y el uso profesional, antes que el simple impacto de marketing, aclara Lucía Barranco.

El auge del maquillaje profesional también ha beneficiado a su negocio: «La verdad es que es un mundo que ha cogido mucha fuerza desde hace como tres años». Y añade que, por suerte, «el maquillaje cada vez tiene menos género». Es decir, no solo que más mujeres jóvenes se suman al mundo del maquillaje, sino que también hay más hombres, más público joven y, añade ella, incluso niños que se interesan por el maquillaje artístico: «Lo que yo me estoy dando cuenta es que en cuanto a la edad, cada vez los niños en fechas especiales como Navidad o Halloween apuestan por maquillajes incluso corporales. Cogen rotuladores, se pintan el cuerpo y se divierten. Y lo que queremos desde aquí es que lo hagan con un producto totalmente seguro». Lucía señala que Halloween es una de las fechas de mayor volumen de ventas en Harpo.
Calidad
El tema de la formulación, la piel, la compatibilidad, es central en su discurso. Explica que todo está fabricado bajo la normativa europea y elaborado en fábricas españolas. Además, detalla que la forma de trabajar parte de que ella esté muy presente en todo el proceso: «Yo digo las características más o menos de lo que quiero que tenga un producto y me mandan diferentes muestras, siempre se testan y luego hacemos fotos para ver cómo reacciona ese producto, por ejemplo ante un flash».
La profesionalidad en el trato también es un valor diferencial: «Aparte de la calidad del producto, la atención es muy personalizada. Todas las personas que atienden son profesionales y te van a recomendar lo mejor dentro de tu necesidad; incluso cómo aplicarlo, cómo desmaquillarlo etc.».
Evolución del barrio
El comercio ha visto cambios en su entorno. «Sí que tenemos clientes fijos muy veteranos porque siguen viviendo en la zona, pero luego al no ser un comercio de conveniencia es diferente; aunque mantenemos también nuestras clientas, sobre todo son clientas mayores. La suerte es que al estar en el centro viene mucha gente buscándonos», comenta Lucía.

El barrio, y el comercio minorista en Madrid han cambiado, pero la tienda ha logrado mantenerse. De cara a futuro, «¿aspiráis a continuar de generación en generación?», preguntamos; «es lo suyo, vamos a por el medio siglo», responde Lucía.
Tendencias: «clean look»
Desde la experiencia de Lucía también se aprecian los cambios en las técnicas y las preferencias. «Se llevaba mucho el clean look, o sea las pieles muy limpias y maquilladas de una forma muy natural que no hiciera efecto máscara». Igualmente, informa de que este año también es tendencia el labio marrón. Es decir, se aprecia una transición del maquillaje intenso a la naturalidad.
Con un equipo de once empleados, cuenta la empresaria, el negocio mantiene una estructura profesional, local y especializada. Pese a que el mercado está dominado por grandes superficies y grandes marcas, la tienda mantiene su nicho: «lo que realmente nos mantiene también es la experiencia, porque al final no es lo mismo ir a una gran superficie que a un lugar especializado donde te aconseja realmente un profesional».
El que hoy haya más interés por el maquillaje, tanto profesional como social, abre oportunidades pero también hay que llevar cuidado con los discursos del mismo. «En el caso de maquillaje para niños y niñas lo entendemos para eventos, fiestas de Navidad o motivos especiales; buscamos que los productos sean seguros, aptos para piel y que se usen con conciencia».
En este contexto, Lucía Barranco ha trasladado a LA RAZÓN que, concretamente en la capital, las tiendas especializadas de maquillaje profesional han sido históricamente una pieza clave para artistas, rodajes y escenarios. Y hoy, algunas como Harpo lo siguen siendo; apostando por dar glow a las calles de Madrid.
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