Fuera de plano
La Asamblea madrileña, sin Podemos, avanza la bronca en la campaña del 23-J
La líder de Más Madrid escupió frases contra un Gobierno, a su juicio, «cruel e inhumano» y resucitó el asunto de las mascarillas
Desaparecido Podemos de la Asamblea de Madrid, la oposición ha retomado el tono bronco. Los herederos de Pablo Iglesias salieron de la Cámara, castigados por los madrileños en las elecciones autonómicas, y todo hacía prever una bajada de decibelios en Vallecas. Pero el pistoletazo de salida de la legislatura ha constatado el tono bronco de la oposición hacia Isabel Díaz Ayuso.
La popular ha sido investida presidenta de la Comunidad de Madrid a las puertas de los comicios del 23-J en los que los morados pueden ser expulsados del mapa político, según algunos sondeos. Las luchas internas de la izquierda y el agotamiento del sanchismo se han visualizado esta semana en el parlamento regional donde Más Madrid y PSOE han intentado sacar cabeza con mensajes catastrofistas contra el Gobierno de Ayuso. Vox reivindicó su espacio, más estrecho –dos diputados menos– y sin capacidad de influencia en las decisiones de los populares. Fatigado el PSOE, desdibujado Más Madrid en el enredo de la izquierda y exigente Vox en las alianzas con el PP, los ecos nacionales se escucharon esta semana en Madrid.
Ayuso cargó de contenido su discurso como era previsible. Señaló a Pedro Sánchez, a sus socios de Bildu y criticó las supuestas maniobras de Vox para alcanzar el poder. Un discurso en clave nacional a escasas semanas de la cita con las urnas. Ya advirtió la presidenta en la primera reunión con los miembros del PP de Madrid que no iba a dejar pasar un día para seguir «trabajando por los madrileños y por España». Y empezó fuerte. Aprovechando la inminente cita electoral, convirtió su alocución en un repaso a las políticas del Gobierno, a la «ingeniería social» y a la «involución democrática», a la «degradación institucional» y a la «pérdida de la influencia de España en el mundo». La oposición, colapsada. Y los suyos, exultantes, en la bancada de la mayoría absoluta. Setenta escaños sirven también para sacar pecho y convertir el éxito en ejemplo de resiliencia. «Los españoles ya no aguantan más», dijo. «No quieren que los enemigos de España ocupen sus instituciones, ni que la cambien por la puerta de atrás. Bildu sí está gobernando España», aseveró. Un escaso cuarto de hora de repaso de la situación del país bastó para enervar a la izquierda noqueada y desbaratar el discurso de Vox, hasta ahora su muleta.
Sin ataduras, la mayoría absoluta de Ayuso comenzó el miércoles en la Asamblea de Madrid. Apenas unas horas resonaron las críticas del resto de grupos parlamentarios, antes de que ésta anunciara su nuevo Gobierno, un gabinete técnico que deja todo el peso del discurso político en sus manos.
La líder de Más Madrid escupió frases como: representan a un «Gobierno cruel e inhumano» después de resucitar el asunto de las mascarillas. Continuó en los pasillos de la Cámara recriminando a la presidenta «dedicar más tiempo a Bildu que a los pediatras» y «absolutamente nada» al cambio climático, música para los oídos de los populares. Por su parte, el socialista Juan Lobato, la acusó de «apropiarse de la gestión de otras administraciones».
Se refería a la medida anunciada por la presidenta: suprimir la plusvalía en los ayuntamientos de la región gobernados por el PP, crítica que replicó su compañera de filas en Cibeles, Reyes Maroto. La portavoz en el Ayuntamiento reclamó al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que aclare si seguirá a la presidenta del PP de Madrid y rebajará el impuesto o mantendrá el criterio de la pasada legislatura según el cual «la merma que se estaba produciendo en los ingresos derivados de este impuesto», obligaban al Estado a compensar esa caída, en palabras, según Maroto, de la concejal de Hacienda, Engracia Hidalgo.
El anuncio de Ayuso removió a más de un alcalde popular en su asiento de la tribuna de invitados, conscientes de la dificultad de la medida. De hecho, en Cibeles deslizan que es un impuesto que ellos ya han reducido, un aviso a navegantes ante el que puede ser un agujero en las cuentas municipales.
Pero no fue el único anuncio de Ayuso. Tarifas reducidas para el transporte, 50.000 viviendas a precio asequible, rebajas en el precio de las matrículas de Formación Profesional, tramitación de la Ley de Familia, nuevo sistema de citas sanitarias, 34 nuevos centros de salud y otros que conformarán la acción de Gobierno los próximos cuatro años con nueve consejeros de «mi generación, la de la Transición», reconoció ayer en su toma de posesión.
Fue la reforma de la Ley Trans, la bonificación en el impuesto de sucesiones y donaciones a hermanos, tíos y sobrinos y el mantenimiento de la deflactación del IRPF lo que le dio el discurso a la líder de Vox, Rocío Monasterio. La de Abascal tiró de ironía y agradeció a la presidenta hacer suyas estas iniciativas de Vox. Monasterio también entró en campaña y resaltó las diferencias en el partido de Feijóo a la hora de llegar a pactos con su partido. Ayuso no es, para ella, «la banda de portavoces (del PP) que está contribuyendo a la demonización de Vox», a los que acusó de insultar a los votantes de los verdes. La popular aprovechó para posicionarse en el guirigay nacional y aventuró que, «a pesar de las discrepancias», ambos partidos están «obligados a entenderse». Eso, sí reprochó a Vox el don de «beneficiar a Sánchez cada vez que se le ha necesitado», en alusión al debate sobre las alianzas entre ambos, que opacan «lo que está sucediendo en La Moncloa». Horas después, Ayuso era «coronada» oficialmente como presidenta de la Comunidad de Madrid en presencia de Feijóo. Ni Guardiola se lo perdió. Continúa la campaña.
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