
Entrevista
Carmen Navarro: “La belleza no desaparece, se transforma”
A sus 83 años, la esteticista madrileña sigue liderando la estética española con energía, curiosidad y un propósito claro: cuidar a las personas desde dentro hacia fuera

En la luminosa sala de uno de sus centros en Madrid, Carmen Navarro recibe con una sonrisa que ilumina más que cualquier tratamiento facial. Su presencia transmite calma y vitalidad a partes iguales. “La belleza no desaparece, se transforma”, dice con la seguridad de quien lleva más de medio siglo observando cómo cambian los rostros y las vidas de sus clientas.
A sus 83 años —aunque su piel y su energía parezcan empeñadas en llevarle la contraria— sigue al frente de una red de centros de estética en Madrid, Sevilla y Valencia. No hay rastro de jubilación en sus planes. “Mientras tenga energía, seguiré. El edadismo no va conmigo. Lo mejor está por venir”, asegura.
Su historia es la de una mujer que rompió moldes. Empezó en el mundo de la belleza con más de 30 años y tres hijos, en un momento en que emprender siendo mujer era casi una heroicidad. En 1973, cuando aún se necesitaba permiso marital para abrir un negocio o pedir un préstamo, inauguró su primer centro de masajes. Lo que comenzó como una pequeña sala con camillas pronto se transformó en un laboratorio de bienestar, donde lo manual y lo emocional se unían en una misma filosofía.
“Siempre tuve claro que la belleza no es vanidad: es salud, autoestima y energía”, explica. Fue pionera en introducir terapias orientales como la acupuntura, el shiatsu o la reflexoterapia en un sector que entonces estaba dominado por técnicas puramente cosméticas. Antes de que la palabra “holístico” se pusiera de moda, ella ya hablaba de cuerpo, mente y alma como un todo inseparable.
Manos que cuidan, ciencia que avanza
En su método, las manos ocupan un lugar central. Defiende que “el contacto humano es insustituible” y que las técnicas manuales, como el kinesiolifting corporal que ayuda a tonificar y drenar sin aparatología, nunca pasarán de moda. No obstante, Carmen no vive anclada en el pasado: en sus centros conviven estas terapias con aparatología de última generación y tratamientos basados en descubrimientos recientes como los exosomas, capaces de estimular la regeneración celular y combatir el fotoenvejecimiento.
Su idea es sencilla pero poderosa: no se trata de borrar arrugas, sino de acompañar a las personas en un proceso de bienestar global. Lo llama “coaching estético”: una combinación de ciencia, experiencia y cuidado emocional.
El secreto está en el ikigai
Si se le pregunta cómo logra mantener esa vitalidad, la respuesta llega sin dudar: el ikigai, ese concepto japonés que significa “motivo por el que te levantas cada mañana”. El suyo es claro: cuidar de los demás. “Me sigue emocionando ver cómo alguien sale de la cabina y se reconoce más luminosa, más segura de sí misma. Ese momento vale todo el esfuerzo”.
Su entusiasmo es contagioso. Entre consejo y consejo, recuerda que el envejecimiento empieza antes de lo que pensamos. “A partir de los 21 años nuestro cuerpo empieza a cambiar. La estética preventiva es fundamental: limpiar la piel, hidratarla, protegerla del sol… y moverse todos los días”.
Hablar con Carmen es recibir una pequeña masterclass de autocuidado. Entre sus recomendaciones esenciales se encuentra la disciplina emocional, es decir, aprender a mirarse con cariño, sin juicios. También considera fundamental la higiene y el uso de protección solar: “Sin esto, no hay tratamiento que funcione”, sentencia. Y por último, pero no menos importante, el movimiento diario. Caminar, estirarse y parar a respirar. La esteticista asegura que estos hábitos no requieren grandes inversiones ni lujos. “La belleza no es un privilegio para unos pocos. Lo importante no es cuánto tienes, sino cuánto te valoras”.
La belleza a cualquier edad
En un mundo obsesionado con la juventud, Carmen defiende que la belleza madura es más auténtica y serena. “No hay que pelearse con la edad, sino adaptarse a ella. Cuidarse sin querer parecer lo que no se es”. Por eso, sus centros ofrecen tratamientos específicos para pieles maduras, siempre personalizados y pensados para resaltar la belleza real de cada persona. Su trayectoria ha atraído a clientas muy conocidas, desde celebrities a la Reina Letizia en sus años como periodista. Sin embargo, Carmen evita el morbo y la confidencia fácil: “El verdadero lujo es la discreción”.
Cincuenta años después
En 2023 celebró sus cinco décadas de carrera profesional. No es solo una cifra: es la confirmación de que su pasión no entiende de calendarios. Y mientras otros piensan en ralentizar, ella sigue creando, aprendiendo y enseñando a su equipo. “No me detengo. Siempre hay algo nuevo que descubrir”. Al despedirse, vuelve a sonreír con esa mezcla de calidez y determinación que la ha hecho referente. Quizá su mayor legado no sean solo los tratamientos, ni la innovación, ni los premios recibidos, sino el recordatorio constante de que la verdadera belleza nace dentro, se alimenta a diario y no entiende de fechas de caducidad. En sus palabras, la fórmula es sencilla: “Tener una razón para levantarte cada día. Ese es el verdadero lifting”.
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