Comercios Centenarios

Casa Ciriaco: del atentado a Alfonso XIII a la tortilla "Ayuso"

Abierto a finales del siglo XIX, estuvo cerca de cerrar para convertirse en un McDonald’s, pero fue rescatado por otros hosteleros

Restaurante Casa Ciriaco.
Restaurante Casa Ciriaco. Jesús G. FeriaLa Razón

Casi a cualquier hora del día se puede ver a grupos de turistas arremolinados en la fachada de Casa Ciriaco (calle Mayor, 84). En distintos idiomas, los guías relatan la historia de este lugar que forma, desde hace más de 100 años, parte del patrimonio de Madrid. Nacida en 1887 como casa de vinos, no solo ha servido a reyes y artistas y albergado importantes tertulias, sino que, también, ha sido clave en algunos de los acontecimientos más importantes del último siglo. Ejemplo de ello es el hecho de que, desde la cuarta planta de este mismo edificio, el 31 de mayo de 1906, mientras el pueblo de Madrid celebraba las nupcias de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenmberg, el anarquista Mateo Morral Roca aprovechaba para, mientras la comitiva real volvía al Palacio Real desde la iglesia de los Jerónimos, arrojar una bomba desde el balcón envuelta en un ramo de rosas. «Si bien los reyes resultaron ilesos, la tragedia fue terrible, pues causó una veintena de muertos y cientos de heridos en el que sería el primer atentado contra la Monarquía española», dice Carlos Figueroa, actual encargado del restaurante.

A pesar de todo, Casa Ciriaco ha demostrado a lo largo de los años que parece ser inquebrantable ante las adversidades. «Aquí Valle Inclán creó luces de Bohemia, y artistas como Pablo Picasso eran asiduos», asegura Figueroa. En 1929, el establecimiento fue adquirido por los hermanos Ciriaco y Pablo Muñoz, y, casi medio siglo después, pasó a manos de Ángel y Godofredo Chicharro, quienes poco a poco fueron ampliando el local comprando los espacios aledaños. Pero, tras el fallecimiento de los hermanos, el restaurante entró en crisis. «Casa Ciriaco lo cogimos en 2018 porque había un proyecto para convertirlo en un McDonalds. Otros dos restaurantes centenarios, Casa Alberto y Casa el Abuelo se hicieron eco de ello y lo adquirieron. Se metieron en esta aventura para que esto continuara siendo Casa Ciriaco, y, entonces, empecé yo a trabajar», explica el encargado de remontar este restaurante, reconociendo que, al principio, lo vio como un proyecto «realmente complejo». «Más que nada porque esto era una ruina», afirma. Sin embargo, volver a remontar Casa Ciriaco «ha sido un proyecto muy bonito, más aún cuando llegó la pandemia, porque, aunque fue difícil, supimos salir de ello, y, hoy por hoy, estamos trabajando al 100%».

Y es que «la gente ha acogido muy bien la propuesta» que se ha hecho en este restaurante. «Vienen todo tipo de clientes, desde gente común hasta turistas y gente de alto poder adquisitivo. También vienen artistas, sobre todo aquellos que aún guardan los recuerdos de lo que era Casa Ciriaco hace algunas décadas». Llegan buscando, sobre todo, recuerdos. «Una cosa simpática y que aún la gente recuerda es que Godofredo tenía la costumbre de, con un alambre, dar debajo de las mesas y gritar ¡cuidado con el gato! Aunque no había ningún gato, todavía hoy, quienes venían entonces, siguen preguntando por el famoso gato. La gente venía preguntando por ese gato que nunca nadie vio». De hecho, Figueroa subraya que, sobre todo la gente mayor, «más allá de la comida, viene buscando la añoranza. Para nosotros es una auténtica satisfacción que venga un cliente y que se transporte, por un rato, a los recuerdos de su infancia y juventud».

En cuanto a la cocina, que es por lo que más destaca este lugar, Figueroa subraya que, al principio, trataron de poner todos los platos que había en la carta antigua, pero poco a poco tuvimos que ir variándolo. «Pero sin olvidarnos, evidentemente, de la gallina en pepitoria, de los callos, del rabo de toro, del estofado... Hemos ido incorporando otros platos, pero siempre castizos, como la tortilla Ayuso. No hay nada ahora mismo más castizo que esa tortilla. Es un guiño que le hemos hecho por permitir que la hostelería continuase en Madrid cuando la tendencia era cerrar. Es un guiño, no queremos meternos en términos políticos, pero sí una forma de agradecérselo».

Por otro lado, Figueroa subraya que, afortunadamente, «a pesar de que ahora mismo hay un gran auge del turismo internacional, los turistas que nos visitan a nosotros son nacionales en un 98%. No desechamos ningún tipo de cliente, pero sí es verdad que el turismo nacional, que está creciendo y afianzándose y que viene buscando lo castizo, lo madrileño, lo que es diferente a lo que tienen en sus ciudades de origen, nos da la seguridad de que Casa Ciriaco va a durar por mucho tiempo. El turismo extranjero hoy está aquí y el año que viene puede que esté en Sidney o en Nueva York. Pero el nacional viene hoy, y, la próxima vez que venga a Madrid, si le hemos tratado bien y guarda un buen recuerdo, va a volver a Casa Ciriaco».