
Gastronomia
Una casa que se hizo mesón en el corazón de Valdemorillo
La Alhambra de Valdemorillo nos recuerda la importancia de comer bien sintiéndonos en casa

Cuando se cruza el umbral del Mesón La Alhambra (en la Plaza Doña Ana de Palacio 2, en el municipio de Valdemorillo, en la sierra noroeste de la Comunidad de Madrid) no se entra simplemente en un restaurante: se accede a la memoria de una familia que hace 25 años decidió convertir la antigua casa y cuadras del padre de su propietario en un rincón de buen comer, de inspiración asturiana, y de corazón local. Así lo cuenta su dueño, David Fernández, en un diálogo en el que la historia, la cocina y el territorio se entrelazan. «La Alhambra nació hace 25 años el 28 de abril del año 2000», arranca David. «Como curiosidad, celebramos las bodas de plata el día del apagón… Mi padre tenía esta casa, que antes fue una cuadra, se trataba de una casa de toda la vida donde nació mi padre y sus hermanos. Dándole vueltas abrimos un bar pequeño, de tapas y pinchos, junto con mis padres». En efecto, el restaurante se alza sobre la transformación de un edificio familiar en un espacio abierto al público, reflotando un oficio local. La apuesta de David y su familia se dirigió lejos del centro de Madrid, pero con el firme convencimiento de «apostar por mi pueblo, Valdemorillo, no había otra opción».
La cocina del Mesón La Alhambra bebe de dos aguas: Asturias, por los abuelos de David, que eran de una pequeña aldea asturiana y llegaron a el Escorial; y Madrid, por su ubicación. «Hacemos un guiño importante a la cocina asturiana, ya que mis abuelos eran de una aldea pequeña de Asturias y vinieron con mi madre al Escorial». Este vínculo se traduce en platos que remiten a la fabada, el queso Cabrales, los callos, el cachopo… y también en la utilización de materias primas de calidad, muchas con denominación de origen o producto ecológico. «Mucho producto: trabajamos con muchas IGP, carnes con denominación de origen y productos ecológicos», explica David.
Preguntado por cuáles de los platos de la carta son los más representativos, David nos cuenta que, «como referencia tenemos la fabada; y el cachopo no puede faltar». Y añade con orgullo que en 2021 ganaron el mejor cachopo de España en la modalidad de pescado. La carta del restaurante lo avala: hay un cachopo de salmón, con queso de Vidiago y anchoas. También figuran platos de toro de lidia (un guiño al municipio que celebra la primera feria taurina del año en España), callos, postres caseros… y un ambiente que los clientes definen como acogedor y de trato «como en casa».
Tras conocerlo y probar un producto auténtico procedente de Tineo (Asturias), nos preguntamos que por qué Valdemorillo y no el centro de Madrid: en un momento en que muchos negocios gastronómicos se concentran en el centro de la capital, ¿qué ventajas tiene estar en un municipio como Valdemorillo? David lo tiene claro: «Nosotros apostamos por mi pueblo; no había otra opción». Valdemorillo, situado a unos 38 km de Madrid y en plena sierra madrileña, ofrece un entorno más tranquilo, rodeado de urbanizaciones y naturaleza. El municipio no es solo pueblo, sino también residencia para quienes buscan escaparse de la ciudad. Y el restaurante aprovecha esa cercanía a Madrid (y al mismo tiempo el recogimiento del municipio) para captar tanto público local, como visitantes de la capital y turistas. «Recibimos muchas personas de Madrid y fuera, además de gente local», asegura David. Y así lo corroboró servidora, quien allí encontró a personas provenientes desde El Escorial, pasando por centro de Madrid y llegando hasta Santander. Aquí vienen para desconectar, para recordar la comida casera de los mesones de toda la vida y, dicho sea de paso, para no tener apuro en cantidades sin mermar la calidad.

Tampoco allí se pierde de vista la carta de vinos, aclaran. «La gastronomía es cultura y Madrid es uno de los foros más importantes gastronómicamente hablando», comenta. Y, aunque critica que quizás no lo suficientemente «descentralizada», cree que hay una oportunidad: «Mucha importancia, porque la gente cada vez busca más producto local, huir de la capital para relajarse más en los pueblos y disfrutar de su gastronomía». Asimismo, todo el equipo se esfuerza para que tengan una grata experiencia y que repitan. Esa sensación de calidez se refleja en las reseñas: clientes destacan «productos frescos, comida excepcional, servicio muy amable y ambiente acogedor». Así nos hace sentir también Lilian Domínguez, cocinera y quien también está al tanto de que todo esté en orden, además de transmitir esa calidez de la que venimos hablando.
Además, la digitalización ha alcanzado el negocio: «Personalmente éramos muy reacios a redes sociales, pero sabemos que el que no aparece en Internet parece que no existe», dice David. Hoy, el restaurante ya está presente online, con carta digital, redes sociales activas y reservas.
Retos y oportunidades
Acerca de cuáles son los retos y oportunidades para la gastronomía en municipios madrileños. El propietario del Mesón La Alhambra: «La gran oportunidad es que la gente busca producto local, huir del bullicio de la capital, venir a pueblos y municipios para relajarse y disfrutar de su gastronomía». Pero añade una crítica: «Y no creo que los restaurantes fuera del centro estén ayudando lo suficiente a descentralizar la oferta gastronómica de Madrid». Sea como fuere, los signos están ahí: un público que se traslada, una cocina de calidad en un entorno agradable. Y según el propietario, «que repitan; ese es el mayor elogio».
El valor de «las afueras»
Valdemorillo no es solo el escenario del restaurante: es parte del encanto. En este lugar se recupera el valor de las afueras, eso que se perdió pero cada vez se reconoce más su importancia. El municipio, que se sitúa en la sierra de Guadarrama, tiene una población de alrededor de 13 .000 habitantes (INE 2022) y alberga parte del embalse de Valmayor. Su vinculación a la naturaleza y al ocio residencial lo convierte en destino para escapadas. Además, Valdemorillo es conocida por celebrar la primera feria taurina de España, lo que alimenta un turismo particular. En este contexto, en el Mesón La Alhambra acogen a los vecinos, a los que acuden desde Madrid para comer unas fabes como su mejor plan de domingo, a quienes consumen tauromaquia e incluso a aquellos que buscan una buena parada donde alimentarse en una larga ruta de viaje en carretera. En cualquier caso: hay que ir.
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