Celebrar a David Bowie con todas las artes

En un mundo en el que la Inteligencia Artificial escribe textos, adapta un simple retrato convirtiendo al modelo en el protagonista de una película animada o «clona» la voz de los artistas –con su consecuente enfado y denuncia, como acaba de ocurrir con Bad Bunny–, comprobar que aún quedan hay mentes que buscan la forma de ser originales es un alivio. Y descubrir que esas mentes son muchas y que, además, buscan la forma de unirse para potenciarse entre ellas, no puede ser nada más que esperanzador.

En este contexto, la Factoría Cultural Martínez se define a sí misma como un «laboratorio de ideas con proyectos culturales propios en el que colaboran artistas, escritores, profesores músicos y profesionales de distintos ámbitos» para, en definitiva, darle una nueva vida a la cultura. Aseguran, de hecho, que su esencia no solo se basa en creer «en el conocimiento», sino también en la importancia de incidir en la forma en el que este se transmite. Apuestan, por ello, «por los pequeños formatos, por una puesta en escena sencilla, directa, donde creadores y espectadores se sientan como en su casa, donde se produzcan intercambio de ideas, de conocimientos».

Bajo todas estas premisas, la Factoría Cultural Martínez trae a Madrid, el próximo 15 de noviembre, una de sus creaciones más aclamadas, «I remember Mr. Bowie», un homenaje al cantante británico en el que la música y el humor se entrelazan para crear un espectáculo tan único e inolvidable como el mismo artista al que homenajea.

Y es que David Bowie, con su música, su presencia, su habilidad para convertirse a sí mismo en el espectáculo a través de un cuidadísimo estilo –y estilismo–, le ha convertido en mucho más que en una leyenda de la música. Es un símbolo de la cultura pop, muchas veces tan denostada pero tan capaz de unir a millones de personas a lo largo del mundo a través de, en este caso, letras que se han convertido en auténticos himnos, sobre todo tras el fallecimiento del artista en 2016.

«I remember Mr. Bowie» es consciente de todo esto, y plantea un espectáculo del que poco se puede decir con el afán de no desvelar nada al espectador. De hecho, ha funcionado fantásticamente simplemente por las buenas palabras de quienes ya lo han disfrutado, sin revelar nada, como un secreto compartido entre muchos.

Pero, ¿qué es este espectáculo? ¿Es un concierto? ¿Un monólogo? Poco importa. Lo único que está claro es que por el escenario –en Madrid, el del Teatro Arapiles–, y alrededor de la figura de Bowie, aparecen 21 músicos de la escena internacional, como Bob Dylan o Lou Reed, y nacional, como Sabina o Serrat. Por su parte, David Amills, creador de este «musical de bolsillo», sube al escenario acompañado por el pianista Jaume Vilaseca. Y, para rematar la velada, después del concierto -y como es tradición en los eventos de la Factoría Cultural Martínez- habrá «un vinito para comentar la jugada». Y para seguir celebrando a Bowie. Porque toda inteligencia, artificial o no, necesita referentes. Y Bowie siempre será ese «Starman» al que volver cuando se necesiten.