Dos meses del incendio de Tres Cantos
Diego Santillana, el soldado que fuera de servicio que ayudó en el incendio de Tres Cantos: «El fuego nos rodeaba»
El militar, de 21 años y residente en el municipio, acudió a la zona del fuego para ayudar, donde pudo colaborar en improvisar una camilla para Mircea, el hombre que falleció. El mes pasado fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar
Sobre las 17:00 del 11 de agosto Diego Santillana (Madrid, 2004) salía del gimnasio. Desde su casa vio el fuego y el humo por las zona de las casas del nuevo Tres Cantos, que es la parte más al norte de este municipio. Cogió el coche y se fue hacia allí a intentar ayudar en lo que fuera necesario. Acabó llegando a la finca de Miguel de las Heras, donde estaba Mircea, el hombre de 50 años que falleció en el incendio. Santillana, junto con otras personas, intervino para armar una camilla para poder trasladar al entonces herido en el helicóptero de la Guardia Civil. Por ello, el mes pasado lo condecoraron con la Cruz al Mérito Militar.
Santillana se fue solo. Se vistió con ropa adecuada: un pantalón largo y una camiseta. «No me lo pensé dos veces, como hubiese hecho cualquiera de los que estamos en este trabajo», cuenta el soldado en una sala del Regimiento de Infantería «Asturias» 31, del que es parte y que pertenece a la Brigada Guadarrama XII (en la base militar de El Goloso).
Serían como mucho las 18:00 horas cuando llegó. En esa zona de fincas hay algunas vallas. Esperó hasta que llegó el propietario de una de ellas y entraron. «Estuvimos varias horas intentando extinguir el fuego para que no llegase al ganado que tenían allí. Utilizábamos garrafas de agua y también tirábamos arena al suelo», cuenta. «Al principio era poco pero empezó a crecer un montón. Entre algunas personas –algunas eran conocidos de los dueños y otros civiles como yo que no conocíamos a nadie y simplemente queríamos ayudar– conseguimos que no llegara al ganado que tenía ahí».
«Todo el mundo estaba nervioso porque ninguno teníamos una formación de bomberos para actuar ahí»
«El fuego nos rodeaba. Cada vez era más grande y había menos forma de combatirlo. Todo el mundo estaba nervioso porque ninguno teníamos una formación de bomberos para actuar ahí. Simplemente queríamos ayudar. Nos intentábamos organizar como podíamos y salió como pudo», relata.
Después de esas horas en la primera finca, en la que se consiguió que el fuego no alcanzase a las vacas y ovejas que tenían, fue hacia la siguiente: era la finca de Miguel de las Heras padre e hijo, que es una hípica donde había 18 caballos. Murieron todos ellos y además Mircea, un hombre de 50 años amigo de la familia que había ido a prestar ayudar en la situación extrema. «Cuando llegué había dos guardias civiles y unas tres personas más. Era ya de noche, solo había fuego. Y la finca entera estaba ardiendo. Se había producido un choque frontal entre dos coches. Me contaron que fue entre un hombre que salía y otro que entraba». Santillana se refería al choque entre Mircea (el fallecido), que salía de la finca tras recoger a Miguel hijo, y Miguel padre, que volvía a por su hijo después de buscar ayuda.
«Yo lo que hice fue ayudar a que fuera extraído porque no había manera de llevarle al helicóptero. Y mientras que la Guardia Civil montaba una zona de aterrizaje adecuada, A mí se me ocurrió coger, junto a otro hombre que había allí —no sé quién era—, uno de los camiones que ardían. Abrimos la parte de atrás y encontramos varias telas que cogimos para hacer una camilla», relata Santillana. Al tratar de sacarlas, se le salió el hombro al soldado y tuvo que colocárselo. «Llevamos la camilla donde estaba él, le pusimos encima y ya justo bajó el helicóptero», dice, y añade que allí no llegó ningún bombero: «los caminos estaban bloqueados por el fuego y no había forma de acceder».
Ahora, Santillana se siente «orgulloso de lo que hizo». «Aunque yo no facilité ninguna llamada, es un alivio para mí saber que pudieron despedirse». Santillana siguió un rato con garrafas apagando lo que podía del fuego, para que no llegara a los laboratorios Normon, y luego se fue a Soto de Viñuelas. Sobre las tres de la mañana se marchó, cuando vio que no se podía hacer nada más. «Ya me sentía mal, había estado inhalando humo toda la tarde y noche».
Santillana, soldado desde siempre
Santillana entró al Ejército en mayo de 2024. «Desde pequeño sentía una gran admiración por la labor que ejercen los militares. Es un trabajo que me apasiona desde que tengo prácticamente uso de razón». Tiene algún familiar que ha sido militar y eso propició su pasión. Ahora que lleva algo más de año, dice que «ha aprendido que su trabajo es 24 horas». Por eso la tarde-noche del 11 de agosto, no dudó en ir a ayudar. «Cuando se necesite estoy para lo que haga falta». Sobre cómo es apagar un fuego en la ciudad en la que se vive, Santillana dice: «La ayuda no tiene lugar. Es ayudar a tu pueblo, que es España».