Cine

El documental que pondrá a Hoyo de Manzanares en el mapa de la historia del cine

Los cineastas Miguel Ángel Guerra e Iván Karras han contado en «The Magnificent Stranger» los entresijos del rodaje de «Por un puñado de dólares» en Hoyo de Manzanares. Ahora, a través de un crowfunding, esperan estrenar su obra

Mientras caminamos por el Monte de Los Atillos, entre encinas y enebros, Miguel Ángel Guerra recoge una piedra del suelo. El color anaranjado la delata: cumple todos los requisitos para que, hace más de sesenta años, formara parte de alguno de los «ranchos» en los que que se refugiaban pistoleros y forajidos. «Esto es todo lo que queda», se lamenta Sebastián, un vecino que pasea por la zona y que recuerda muy bien aquellos días de persecuciones a caballo y tiroteos al amanecer. No en vano, trabajaba en un laboratorio fotográfico en pleno esplendor de Golden City: los primeros decorados del Oeste estables de Europa, levantados en la localidad de Hoyo de Manzanares. «Los Decorados», que es como comúnmente se refieren los vecinos a la zona, deberían ser lugar de peregrinación cinéfila mundial: en 1964 acogieron el rodaje de «Por un puñado de dólares». La localidad madrileña alumbraba así, además de un género propio –el «spaguetti western»–, a al menos tres mitos que cosecharon su primer gran éxito en tierras madrileñas: el cineasta Sergio Leone, el compositor Ennio Morricone, y, por encima de todos, uno de los iconos cinematográficos modernos, el «hombre sin nombre» encarnado por un entonces ignoto Clint Eastwood.

Eastwood, en el filme, con las montañas de Hoyo de Manzanares a su espalda
Eastwood, en el filme, con las montañas de Hoyo de Manzanares a su espaldaLRM

Y decimos que «debería» ser lugar de peregrinación porque, en realidad, está siendo en fechas recientes, a raíz de la conmemoración del sesenta aniversario del filme, cuando las iniciativas para reivindicar a Hoyo como «plató» histórico se multiplican. Entre ellas, el documental «The Magnificent Stranger». Un trabajo por parte de dos profesionales de la industria del cine, Miguel Ángel Guerra e Iván Karras, vecinos de Hoyo y Galapagar respectivamente. Su película nació casi de una «necesidad». Y es que, a pesar de que todo lo que queda de aquella Golden City son dos abrevaderos, su pretensión es que aquel hito nunca caiga en el olvido.

Como explican a LA RAZÓN, su aventura comenzó en 2018, cuando entrevistaron a José Luis Galicia, amigo de Pablo Picasso, pintor, escultor y decorador en aquel primer western de Leone. Tras cinco horas de charla, lo que al principio pensaban que iba a ser un cortometraje acabó convirtiéndose en el germen de algo más grande. «Galicia nos hizo ver que teníamos un documental entre manos, con una historia muy bonita que contar: una historia que nadie había reivindicado antes», explica el codirector Miguel Ángel Guerra. Precisamente, apenas 24 horas después de nuestra conversación, José Luis Galicia fallecía a los 95 años, dejando tras de sí un legado artístico que va más allá de las fronteras de Golden City.

Y es que, tristemente, pasados los años sesenta, Los Decorados fueron cayendo en el abandono primero y en el olvido después, «como si aquí nunca hubiera pasado nada». «A finales de los sesenta, el género del ‘‘spaguetti-western’’ empieza a decaer. Ya no hay demanda. Los decorados se mantienen, pero son una fuente de recursos para los vecinos: madera, ladrillos, piedras... Poco a poco, se van desmontando», relata Guerra. ¿La consecuencia? Entre otras que, al final, es Almería la que carga con toda la fama de ser la meca del «spaguetti western». Y merecidamente además. «Pero el primero que se rodó fue aquí, y eso es lo que nosotros queremos reivindicar».

Cartel promocional del documental
Cartel promocional del documentalLRM

Ambos han sacado adelante «The Magnificent Stranger» –«El magnífico extranjero», título que, originalmente, iba a llevar el filme de Leone– de forma independiente, a través de su productora EMB. Además, han contado con el apoyo del Ayuntamiento de Hoyo de Manzanares –«desde el principio nos dijeron: ¿qué os hace falta?», apunta Guerra– y de la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (Egeda), poseedora de los derechos del filme de Leone, con su presidente Enrique Cerezo a la cabeza. Como explica el montador y guionista Iván Karras, el documental cuenta con tres actos. El primero está dedicado al «padre» del proyecto, José Luis Galicia, que, junto a Jaime Pérez Cubero, fue «el constructor y decorador del poblado». El segundo se centra en «el impacto que tuvo el cine, como industria, en Hoyo de Manzanares». «Hoyo era un pueblo que se dedicaba básicamente a la ganadería y sobre todo a la cantería. En la cantería ganaban 50 pesetas y en el cine, 175», afirma Karras. Un ejemplo: en el documental, recogen la historia de una vecina ya fallecida, Victorina Rosado. «La zona de Los Decorados supuso una manera de ganar un sustento que, sobre todo para las mujeres, era muy difícil. Victorina fue más allá: instauró un sistema de catering. Llegó a conocer a Eastwood. Un hombre muy callado...», relata. Por último, para cerrar el documental, se centran en el rodaje de «Por un puñado de dólares», una película «que cambió el género y que encumbró a tres grandes artistas».

Guerra y Karras, en el mismo monte en el que se encontraba Golden City
Guerra y Karras, en el mismo monte en el que se encontraba Golden CityMarcelo Moncayo

Y es que, aquel rodaje es, de por sí, una película dentro de la película. En 1964, Leone, cineasta con apenas un par de «peplums» en su currículum, consigue una muy modesta financiación a tres bandas –italiana, alemana y española– para rodar un «western» en aquellos decorados, puestos en pie en 1962 por los productores Eduardo Manzanos y Arturo Marcos. Para su historia, plagia de forma confesa al mismísimo Akira Kurosawa y su «Yojimbo» (1961), llevando la trama del Japón feudal al salvaje Oeste. Con el objetivo de «disfrazar» el filme de «película norteamericana», tanto Leone como otros miembros del reparto cambian sus muy italianos nombres por pseudónimos «yankies» –aún hoy, en los créditos, el nombre del director es «Bob Robertson»–. Debido a la confluencia de españoles, alemanes e italianos en el reparto, cada actor recitaba sus diálogos en su idioma natal, para ser doblados en las versiones de cada país. El propio Eastwood, sabiendo lo precario del rodaje –si alguna prenda se extraviaba o rompía, tenían un problema–, se trajo utilería propia, destacando el ya legendario poncho verde. La violencia del filme –extrema en comparación con la del «western» clásico–, su suciedad, su humor negro y la amoralidad de sus personajes, amenazaban con arrinconar a aquel filme en el cajón de los horrores cinematográficos. O, directamente, condenarlo al olvido. Y sin embargo, tras su estreno en Florencia en pleno verano –una época considerada entonces «venenosa» para los estrenos–, se obró el milagro. Precisamente por esa violencia, suciedad, humor e inmoralidad, todos querían ver «Por un puñado de dólares». Ni siquiera la demanda que puso Kurosawa a los productores por el plagio –resuelta finalmente con un ventajoso acuerdo para el japonés– ensombreció el éxito. Leone, Eastwood y Morricone coincidirían en dos películas inmediatamente posteriores, «La muerte tenía un precio» (1965) y «El bueno, el feo y el malo» (1966), conformando así la llamada «Trilogía del Dólar». Películas que , una tras otra, fueron incrementando su presupuesto, su metraje... y su éxito. «El western americano, basado en valores muy claros, con personajes buenos y malos, en el que costaba ver a gente morir... Leone instaura una violencia desmesurada para la época», afirma Karras, que señala la influencia de Kurosawa y la música de Morricone como otras claves para explicar aquel inesperado triunfo.

El primer objetivo

«The Magnificent Stranger» ya está rodada y a la espera de contar con una copia definitiva. Pero a sus artífices aún les queda una meta: que la película «tenga el estreno que creemos que merece». Para lograrlo, han abierto un crowdfunding en Platino, plataforma de proyectos culturales. Se han marcado dos metas: una «mínima», de 3.500 euros, que invertirían en el mayor número posible de inscripciones en festivales y un preestreno en Madrid; y una «óptima» de 9.000 euros, que utilizarían, además, para una buena campaña de prensa y redes sociales, un pase en la Academia de Cine y la distribución de su obra en el mayor número de ciudades a nivel nacional.

El plazo se acaba el viernes 13 de junio. Y son optimistas. «No aspiramos al tope máximo. Pero sí tenemos confianza en llegar al mínimo. Ha habido una gran respuesta en estas dos semanas», señala Karras. Al cierre de este artículo, ya habían alcanzado las tres cuartas partes de ese primer objetivo. Apenas un puñado de euros le separan a Hoyo de Manzanares de figurar, con geolocalización milimétrica, en el mapa de la historia del cine.