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Planta de Biogás

La futura planta de biogás de Colmenar Viejo pone en vilo a sus vecinos: «En España ya no nos creemos las promesas»

La construcción de esta instalación, que se situará entre la localidad gobernada por el popular Carlos Blázquez y Tres Cantos, ha sacado a los vecinos las calles, que se han unido para pedir su reubicación y que denuncian un proceso llevado con «secretismo»

Un momento de la manifestación del pasado 31 de mayo en Tres Cantos contra la plataforma de biogás de Colmenar Viejo. Santiago Cañas Bonci

Nieves tiene 62 años y es vecina de Colmenar Viejo, el municipio al norte de Madrid, desde hace treinta. Vive al sur del pueblo. Tiene un pequeño jardín y le encanta dar paseos. Y ahora se pregunta: «¿Voy a tener que soportar el olor a huevos podridos?». Sin embargo: «A mi edad, lo que más te preocupa es lo que viene detrás. Mi hija ya vive en su casa y mi hijo se está comprando una. Cuando terminen de pagar sus hipotecas, sus casas valdrán la mitad», cuenta por teléfono Nieves. El origen de las preocupaciones de Nieves se encuentra a algo menos de dos kilómetros de su casa: la planta de biogás que se va a construir en su localidad, entre Colmenar Viejo y Tres Cantos, ambas gobernadas por el Partido Popular.

Ella estuvo en las dos manifestaciones que se han organizado hasta el momento –una en cada municipio, el 27 de abril y el 31 de mayo–, como también Nacho H., un vecino tricantino que se mudó hace tres años junto a su mujer y sus tres hijos a la zona nueva de la localidad, que está a unos tres kilómetros y medio de donde estará la planta. «Nadie pone en cuestión la planta de biogás: el tema es que producen olores: algunas muchos, otras menos... Pero en este país no creemos en las promesas. A mí dame hechos. Y los hechos son las 18 plantas que hay en España, y todas tienen quejas por olores», dice Nacho.

La plataforma Stop Biogás Colmenar Viejo Tres Cantos se formó el pasado 6 de marzo, después de reuniones vecinales. Su lema es «Ni tan grande ni tan cerca», en referencia a cómo les gustaría que fuera la planta, ya que no están en contra de ella por sí misma, pero denuncian los malos olores, los daños a la salud que generan, la cercanía de esta respecto de los centros de población y un proceso que se ha llevado con «secretismo». Por un lado, el alcalde de Colmenar Viejo, Carlos Blázquez, lo califica de «movimiento político de izquierdas» en una entrevista con este periódico, aunque dice: «Yo no es que me haya convertido en el defensor del biogás, no se trata de esto. Yo lo que estoy haciendo es defender la legalidad». Por otro, según cuenta en conversación telefónica Sergio Cabellos, director Zona Centro de PreZero España, entiende el «racional» de los vecinos de no querer otra infraestructura de residuos (por el vertedero que ya existe), pero argumenta que es esta una que «intenta atajar un problema: no podemos seguir con el modelo de enterrar los residuos».

El origen de la planta: su ubicación y características

La idea del proyecto, según cuenta Cabellos, surgió en 2021, pero es un proceso lento. El alcalde de Colmenar asegura haberse enterado de «manera oficiosa unos meses antes de 2024». Y los vecinos, a principios de 2025.

Planta de biogás A. CruzLa Razón

Una planta de biogás es una instalación que produce este combustible a partir de la descomposición de materia orgánica. Esta planta se va a situar entre las dos localidades, justo al lado del vertedero de Colmenar Viejo. Estará a 1,2 kilómetros del Instituto Ángel Corella, a entre 1,5 y 2 de las primeras casas y a 3,5 kilómetros de viviendas del municipio de Tres Cantos.

Cabellos explica que la planta procesará hasta 75.000 toneladas anuales de residuos orgánicos, pero que esa es la máxima capacidad técnica. La idea es que empiece desde las 28.000 y 30.000 temporadas y que en un plazo de seis años se llegue hasta las 60.000, procedentes no solo de ambos municipios, sino de otros del norte de Madrid.

Fernando Valladares, biólogo e investigador del CSIC que reside en Tres Cantos y que lideró la manifestación de Colmenar, explica en conversación telefónica: «Una planta de biogás es una gran idea que cuando se pone en práctica se suele convertir en un nuevo problema. La buena idea de una planta de biogás es darle una nueva vida a los residuos y generar un gas que te permita tener menos dependencia de combustibles fósiles. Esa es la buena idea. La mala idea es que se pone en manos del sector privado, que con eso lo que quiere es hacer un dinero. Y no está mal que haga dinero, pero en las prioridades la debe mantener alguien: la ciencia o un gobierno, unos políticos que escuchen a la ciencia. La prioridad debe ser la buena idea». Para el científico, esto «impacta en la vida de las personas: en el precio de los terrenos, tu salud está en juego, degrada el ecosistema».

La preocupación por la ubicación no solo viene de los vecinos. El alcalde de Tres Cantos, Jesús Moreno (PP), que no ha querido dar más declaraciones que las que ya ha hecho, solicitó que se reubique el proyecto. En una declaración institucional del 18 de marzo, el Ayuntamiento pidió paralizar la tramitación y estudiar alternativas: «Entendemos que hay que dar solución al tratamiento de residuos orgánicos, pero no a costa de la calidad de vida de los vecinos». Moreno insistió en el pleno del 28 de marzo: «No estamos en contra del biogás, estamos en contra de su ubicación».

«Ni tan grande ni tan cerca»: malos olores y daños en la salud

La ubicación se ha convertido en el principal motivo de protesta. Nacho decidió comprobarlo por sí mismo y visitó una planta de biometanización en Pinto. «Fui en coche, con las ventanillas bajadas, y desde un kilómetro ya se notaba el olor. A 300 metros era intenso. Pregunté en el pueblo, que está a 4 kilómetros, y algunos vecinos decían que en verano se nota mucho más», cuenta. Tras investigar otras plantas, afirma que «en casi todas hay quejas por olores» y que en algunos pueblos pequeños el principal problema es que pasan muchos camiones. La portavoz de la plataforma Stop Biogás, Marie Claude, considera que es demasiado grande para estar entre dos localidades de 60.000 habitantes cada una. Según Valladares, «no se puede hacer vida al aire libre en un radio de dos, tres kilómetros de una planta de biogás».

Cabellos asegura que esta planta está diseñada con «las mejores tecnologías disponibles» y que incluirá un biofiltro para evitar malos olores. Y además añade que no se trabajará con purines, que son los residuos que más olores generan. La planta de PreZero será la primera de iniciativa privada en España.

Valladares plantea tres escenarios de mejor a peor: «El uno, que se hiciera más pequeña en otro sitio. El dos sería hacerla más pequeña donde está. Y el tercero es hacerla como está, pero con esos compromisos del alcalde y de las empresas responsables ante notario que se comprometen a no crecer en un futuro a medio-largo plazo y que no favorezcan una macrogranja industrial».

«Soy química: sé lo que puede suponer que estemos diariamente respirando gases tóxicos. El amoniaco y sobre todo el sulfuro de hidrógeno van corroyendo las vías respiratorias», añade Nieves.

Fernando Valladares insiste en que el biogás «tiene un papel que jugar» en la transición ecológica, pero que «hay que hacerlo bien». «Se puede hacer bien o puede ser un problema añadido», señala. Defiende que «la tecnología no debe servir de excusa para instalar cualquier cosa en cualquier sitio», y que no hay suficiente transparencia sobre los residuos que generará la planta ni sobre cómo se gestionarán.

Los vecinos denuncian «secretismo»

Valladares considera que se ha gestionado «de puertas para adentro, sin ninguna participación ciudadana». Lo mismo denuncian desde la plataforma Stop Biogás. «Se ha llevado todo con un oscurantismo total», opina Nacho. Marie-Claude critica que no se hayan permitido mesas informativas en Colmenar y que los folletos oficiales repartidos por la empresa no estuvieran firmados. «Nos hemos tenido que informar por nuestra cuenta. No nos han dejado ni enchufar un altavoz», lamenta. El alcalde de Colmenar, en cambio, argumenta que se ha cumplido con todos los trámites legales y que el expediente ha estado a disposición del público. ¿Se podría haber hecho una consulta ciudadana? «Yo soy muy de utilizar símiles. Es como si tu vecino pide una consulta popular para ver si le damos la licencia de su casa. No puedo hacer una consulta popular que puede dar un resultado que no puedo otorgar. Esto no va de consultas, va de cumplimiento de la legalidad», dice Blázquez.

El malestar vecinal está relacionado con dos decisiones de la tramitación del proyecto. Por un lado, la autorización ambiental integrada, solicitada por la empresa y concedida por la Comunidad de Madrid, que se tramitó por la vía simplificada: un procedimiento más ágil y con menos requisitos que la vía ordinaria. Nacho sostiene que esa vía «está pensada para instalaciones con menor impacto potencial» y que, en este caso, debería haberse aplicado la ordinaria, con mayor control público y evaluación más estricta.

Por otro lado, el Ayuntamiento de Colmenar Viejo declaró de utilidad pública la a parcela donde se sitúa la planta, una figura legal que permite tramitar la calificación urbanística en suelo no urbanizable. Los vecinos denuncian que se aprobó sin informarles y sin abrir canales de participación. Carlos Blázquez sostiene que no tenía margen de actuación: «Lo que dice la ley es que si una empresa cumple con una serie de requisitos, el Ayuntamiento tiene que otorgar esa utilidad pública, y eso es lo que hemos hecho. No se puede decir que no, si cumple. Porque si no estaríamos prevaricando». Para Nacho: «No era obligatoria. El Ayuntamiento podría haber dicho que no veía suficientemente justificada la utilidad pública en este caso, pero decidió seguir adelante sin más».

Un «movimiento político»

El alcalde de Colmenar atribuye la protesta a una maniobra política: «Es una plataforma de izquierda y detrás de eso hay una ideología de cómo se deben tratar los residuos», dice. También afirma que «hay mucha gente callada que no sale a manifestarse» y que «una minoría» está haciendo mucho ruido. Sin embargo, los portavoces de la plataforma lo niegan. «Aquí hay gente de todas las ideologías. Esto no tiene que ver con partidos. Los olores no entienden de colores», señala Marie-Claude, que dice que en las marchas había votantes del PP de Blázquez. Fernando Valladares también denuncia un ataque «ad hominem» del alcalde, que lo ha «tachado por ideología».

Un «tamayazo»

El pasado 30 de mayo, el Ayuntamiento de Colmenar Viejo votó en el pleno si se mantenía o se retiraba la calificación de utilidad pública para la planta de biogás. El PP gobierna en coalición con Vox: 12 y 3 concejales de 25. Votaron en contra los 3 de Vox, socios de gobierno, así como los 3 de Podemos y los 2 de Más Madrid. Faltaban los 5 del PSOE, cuya línea de partido se encuentra en contra. Lo hicieron cuatro, pero una concejala rompió la disciplina de partido y votó a favor. Quedó la votación 12-12 y decidió Blázquez con el voto de calidad que tiene.

Desde la plataforma vecinal lo llaman ya «el tamayazo».

Blázquez lo explica de la siguiente manera:«Evidentemente las presiones que están haciendo estas personas de Stop Biogás a algunas personas les funcionan y otras les han temblado las piernas y unos han decidido tomar un camino mucho más demagógico, más populista mientras que otros, sorpresivamente, el camino de la rectitud, de la legalidad», dice Blázquez, que asegura que no conocía el resultado antes de la votación. «Y es interesante aclarar que si hubiera perdido la votación, el resultado hubiera sido el mismo. Porque era para rechazar el recurso de reposición, no para estimarlo».