Opinión

Gengis Kan en Olavide

"A lo mejor esta educación en el buenismo no resulta adecuada"

Niños jugando en el Colegio Rural Agrupado Los Llanos
Niños jugando en el patio de un colegioPABLO MARTINAgencia EFE

Escucho cómo una madre reprende a su hijo por comportarse como un Gengis Kan en una cafetería y uno se pregunta si es correcta esa regañina. En este país, desde una edad temprana, se inculca en los niños una pedagogía del bien. Pero a lo mejor esta educación en el buenismo no resulta adecuada en un mundo donde algunos tildan de herencia familiar al enriquecimiento ilícito.

Seguir los conductos ordinarios del civismo a lo único que lleva es, por un lado, a un salario miserable, y, por otro, a la frustración, que es la impresión que se le quedó a un amigo cuando descubrió que el esfuerzo tiene en esta sociedad la misma vigencia que un reloj de sol: algo que luce más en una revista de decoración que en la vida real. La realidad es que sale mejor, al menos sale a cuenta, abandonar los mensajes evangelistas de ZP, ese discípulo posmoderno del amigo Rousseau, y dedicarse a ser un Barrabás, un tipo al que jamás conviene infravalorar demasiado a la vista de los hechos: aquel don nadie se libró de la cruz y consiguió que su nombre pasara a los anales por ceder su lugar a otro. Si tenemos en cuenta que Julio César tuvo que conquistar las Galias para que la historia lo reconociera, hay que rendirse a las evidencias de que ese chaval supo aprovechar bien sus oportunidades...

El asunto, en esto, es qué pensará ese niño cuando crezca y descubra que a los chavales que mejor les va en este mundo no son los muchachos que hincaban los codos junto a él en los pupitres, sino gente de la talla moral de Trump y Milei, a los que seguro nadie regañaba en las cafeterías. O que aquellos que prosperan a su alrededor son los que tienen las oportunidades en casa o han convertido el arribismo en el mejor máster de todos. ¿Qué pensará en ese momento de su madre? Y, sobre todo, ¿querrá volver a comportarse como un Gengis Kan?