Arte inmersivo

La luz tiene su museo en Madrid

Un espacio, único en España, que solo es comparable a otros en Budapest o México

Museo de la Luz
Museo de la Luz. David JarDavid JarFotógrafos

La luz forma parte de la historia de la pintura y del arte. La iluminación ha sido siempre clave en la arquitectura y, por extensión, en la calidad de la vida de las personas.

Emplazado en las cercanías del Madrid de los Austrias, este original Museo de la Luz explora el potencial de ésta como expresión artística a través de un espectáculo inmersivo y sensorial sin precedentes en el que el visitante puede experimentar con efectos visuales e instalaciones tecnológicas de vanguardia.

El Museo de la Luz es el primer museo de España en utilizar la luz como único medio de expresión, un espacio innovador con experiencias inmersivas y espacios interactivos que acogerá colaboraciones con reconocidos artistas de Light Art nacionales e internacionales.

Cuenta con varias instalaciones interactivas, esculturas y proyecciones repartidas a lo largo de 13 espacios en los que se crean paisajes digitales diseñados para que el público sea el protagonista.

Este innovador espacio surge de la mano del argentino Maxi Gilbert, un destacado profesional de dilatada experiencia en el mundo del entretenimiento audiovisual, y su necesidad de mostrar la público muchas de las instalaciones que ha desarrollado a lo largo de su carrera en el mundo artístico, como sus trabajos para artistas (Daft Punk, Muse y The Cure), festivales (FIB, MTV Day, Isle of MTV Malta o Summercase), diseñadores (David Delfín y Jesús del Pozo) y grandes eventos, como la inauguración de la Galería de Colecciones Reales, la clausura del Bicentenario del Museo Nacional de El Prado o el 25 aniversario del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, entre muchas otras.

Un museo que, como apunta Gilbert, «es apto para todos los públicos, para todas las edades, y donde atenderemos también excursiones didácticas». Un museo único en España y que, en el extranjero solo es comparable a los existentes en Budapest o México. Un espacio, como afirma Gilbert, «que esperamos que quede grabado en la retina de los visitantes».