La semana

Madrid: la moción desafina en la izquierda y acelera la campaña con el bolero entre Ayuso y Monasterio

La presidenta da comienzo a la campaña: reconoce implícitamente que no va a necesitar a los de Abascal para gobernar en la próxima legislatura

«Cada uno, mejor por su cuenta». Isabel Díaz Ayuso inició la campaña electoral del 28-M con esta frase. La presidenta zanjaba así las relaciones entre PP y Vox en la última sesión de la legislatura en la Cámara madrileña. Podría parecer un bolero político pero el ritmo áspero del pleno lo convirtió en una rara «music session». Tras cuatro años de cohabitación parlamentaria, el bis de la ruptura se oficializó tras el espectáculo de la moción de censura. Si en el Congreso la nueva relación entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz escenificó el comienzo de la contienda electoral para las generales, en la Asamblea madrileña, el divorcio entre Ayuso y Monasterio supuso lo mismo para las autonómicas.

Las formaciones regionales luchan por hacerse con el mismo electorado del bloque de izquierda y derecha con la partitura nacional sobre el atril madrileño. En la última sesión parlamentaria, la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, apeló a la moción de censura y recriminó al PP «la imposición de tener como socio preferente al PSOE». Reprochó a Ayuso la abstención de su partido en la votación del Congreso y la popular zanjó: «La deriva que ha tomado su partido no me va a arrastrar con ella». Se refería la presidenta no sólo a la opereta escrita por los de Abascal en la Cámara Baja, también a la nota dada por éstos en Madrid al oponerse a su propuesta de rebaja fiscal para inversores extranjeros. No ha sido el único desconcierto del grupo de Monasterio, que alcanzó su momento álgido con la negativa a votar los Presupuestos regionales.

La moción de censura de esta semana ha agitado las estrategias en el panorama político madrileño. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la líder de Sumar, Yolanda Díaz, la aprovecharon para sincronizar sus discursos en un intento de rebajar las maltrechas expectativas electorales de Podemos, que lamentó la «traición» de ésta a Pablo Iglesias.

En Madrid, las formaciones de izquierda intentan recolocar sus posiciones de cara a los comicios del 28-M a partir del nuevo escenario surgido en el espacio nacional. La candidata de Más Madrid a la Presidencia de la Comunidad, Mónica García, ya ha anunciado que arropará a la vicepresidenta el 2 de abril en la presentación de su candidatura a las elecciones generales bajo la marca Sumar. Lo mismo anunció su compañera de formación y aspirante al Ayuntamiento de la capital, Rita Maestre. La celeridad de las representantes del partido de Errejón por anunciar su apoyo a Díaz no ha pasado desapercibida en las filas de Podemos. Consciente de que compite con PSOE y Más Madrid por el espacio de la izquierda, la candidata de los morados, Alejandra Jacinto, se ha desmarcado de las prisas de sus adversarias dejando en suspense su asistencia al acto. Su justificación: que Podemos está centrado en la Comunidad de Madrid. Teniendo en cuenta los exiguos resultados que le dan las encuestas, hasta podría considerarse un gesto de responsabilidad política si no fuera porque el argumento apunta más a la recepción de instrucciones por parte de sus jefes, quizá del propio Pablo Iglesias, que se estrelló en su intento por desbancar a Ayuso en las pasadas elecciones autonómicas. Los morados advierten: o hay un documento de compromiso entre ellos y Sumar o se borrarán de la foto del 2 de abril.

La soterrada guerra entre la izquierda ya se vislumbró en la polémica del cobro del bono térmico por parte de Mónica García, que se aventura como la líder del bloque alternativo al PSOE. Tanto PSOE como Podemos aprovecharon la caída del crédito político de la portavoz de Más Madrid para reivindicarse como los partidos de los desfavorecidos.

Gracias a la pinza Sánchez-Díaz, las tradicionales luchas intestinas en la izquierda madrileña han alcanzado esta semana su momento de máxima tensión. La moción ha recrudecido su enfrentamiento. Los socialistas esperan el devenir de la relación del presidente y la vicepresidenta del Gobierno para ajustar sus estrategias en la Comunidad; Podemos y Más Madrid aceleran posiciones para acotar su espacio y hacerse visibles ahora que se han quedado sin el altavoz que ofrece la Cámara de Madrid, y Vox amplifica el estropicio fantaseando con su futuro crecimiento en Madrid, como explican en la bancada popular.

Esta semana se escuchó el réquiem por la alianza PP y Vox a cuenta de la última propuesta estrella del Ejecutivo autonómico. Los de Abascal bloquearon la iniciativa contra el «impuesto a los ricos» de Pedro Sánchez con el que Ayuso pretendía contrarrestar la situación en Madrid en favor de los contribuyentes procedentes del extranjero. Monasterio argumentó que dejaba a los madrileños en segundo plano, una circunstancia que niegan desde Sol. «La bonificación fiscal del 20 por ciento en el IRPF va destinado a cualquiera que tribute en el extranjero y quiera invertir en la Comunidad de Madrid con cualquier tipo de activos», explicaron. «No es inversión extranjera. Oyen extranjero y se nublan», le espetó la presidenta a la portavoz tras confirmar el divorcio entre ambas devenido de una larga temporada de desencuentros.

Ayuso dio así comienzo a la contienda electoral, reconociendo implícitamente que no va a necesitar a los de Abascal para gobernar en la próxima legislatura. «Aspiro a ser libre para gobernar», le dijo a Alsina. Música para los oídos de su público.