Ya te llamo yo

Más sol y más terrazas

No entendía por qué tenía tanto sueño, por qué estaba aún oscuro al levantarme, por qué tardaban tanto en abrir el bar, por qué no había nadie en la calle

Imagen de terrazas en Madrid llenas por el buen tiempo
Imagen de terrazas en Madrid llenas por el buen tiempoJesús G. FeriaLa Razon

Si en Mallorca empieza el buen tiempo oficialmente con el primer inglés que salta desde un balcón, en Madrid debería hacerlo con el adelanto de la hora. Que anochezca una hora más tarde es sinónimo de un rato más de terraceo y cañitas al sol, y eso le da la vida a cualquiera. Yo nunca jamás en la vida, me disculparán el pleonasmo, he sabido ni cuándo se adelanta ni cuándo se atrasa la hora. Antes solo notaba que tenía más sueño o menos sueño del normal para la hora que era y tardaba en descubrir el cambio lo que tardaba en quedar con alguien y llegar demasiado tarde o demasiado pronto, en función de que hubiese que hacer una cosa o la otra. Ahora, con esto de que los relojes, los del móvil y los del ordenador que son los que yo trabajo, se adelanten o atrasen solos, puedo tardar en saber que ha cambiado tanto como tarde alguien en comentarlo. Podría no descubrirlo nunca y seguir mi vida tan tranquila, ajena a esa mutación temporal de vital importancia para el ahorro energético del planeta. Ayer, por ejemplo, me levanté a las siete, que eran mis seis, y estuve de mal humor hasta la hora de la siesta, que era en realidad la de la comida. No entendía por qué tenía tanto sueño, por qué estaba aún oscuro al levantarme, por qué tardaban tanto en abrir el bar, por qué no había nadie en la calle. A la hora del segundo café yo ya me había tomado tres y el cuerpo me pedía cañas, pero parecía demasiado pronto. Ha sido pedir la primera y se me ha pasado todo, ya me ha parecido mejor idea lo de adelantar la hora y que anochezca más tarde. Y, el cansancio, he decidido achacárselo a la astenia primaveral.