Gastronomía

Los mejores tragos de Buenos Aires llegan a Madrid

Parque Bar Botánico es la nueva apertura del barrio de Azca. Sus divertidos combinados se suman a una gran oferta gastronómica

El concepto de Parque Bar Botánico nació hace seis años en Buenos Aires
El concepto de Parque Bar Botánico nació hace seis años en Buenos AiresLRM

Además de crear conceptos gastronómicos y lúdicos que arrasan, Madrid también es una fantástica receptora de tendencias que triunfan más allá de sus fronteras. Este es el caso de Parque Bar Botánico, la nueva apertura del barrio de Azca, que viene precedida de un gran éxito en Buenos Aires. En la capital argentina, en concreto en la modernísima zona de Palermo Soho, un grupo de amigos aficionados a la gastronomía y los viajes abrieron en 2017 este espacio. El sitio no tardó en convertirse en lo que ahora llaman un «must» de la mixología. Por ello, han decidido exportar la idea hasta la ciudad en la que todo el mundo quiere estar. Y aquí les tenemos, en una zona donde no había ninguna gastrococtelería y que, con seguridad, será bien recibido un local con una oferta un poco más fresca que la de los negocios vecinos.

Alan Parrilli, Bar Manager de Parque Bar y autor del concepto y de la carta del grupo, es joven pero ya tiene una sólida trayectoria en su bandeja. Empezó en Frank’s Bar Speakeasy, un local porteño considerado como el mejor bar de Argentina. Él fue uno de los que levantó el Parque Bar fundacional, que logró el premio de Mejor Barra de Argentina otorgado por la revista Bar and Drinks el mismo año de su inauguración. Parrilli se ha trasladado a Madrid para replicar el alma de sus tragos en la sucursal española. Aquí ha diseñado una carta de diez cócteles que giran alrededor del mismo eje: un periplo por parques naturales de todo el globo y cuya feracidad e idiosincrasia le sirven de inspiración estética y sensorial. Así, podemos viajar, al menos con el paladar, a destinos como Gran Paradiso, el parque nacional del italiano Valle de Aosta, que se materializa en un cóctel servido en un pomelo vaciado de pulpa a base de Cynar (un aperitivo italiano de alcachofas y hierbas), Santoni, pomelo, lima, menta y azúcar mascabado. O Shiretoko, en Japón, un trago que se sirve en un juego de té, y que incorpora sake, vino torrontés, flor de saúco, pepino, té verde y alga nori.

Uno de los combinados más divertidos es Jurassic Park, que se presenta en la cabeza de un dinosaurio impresa en 3D y que lleva vodka, pisco, aperol, jerez y frutas. Y, por patriotismo, hay que probar el del Parque Nacional de Sierra Nevada, un fat washing (técnica para infusionar grasa en bebidas espirituosas) de setas, puerros y olivas en London Dry Gin con filamentos de pimiento rojo. Además, en Parque Bar ofrecen una selección de cócteles clásicos preparados «comme il faut», además de un «perfect serve» de unas cien referencias de destilados prémium. Los que amen el Negroni, que cada vez son más, no deben perderse la «línea de tiempo» sobre este trago. Así, se ofrecen las diferentes versiones de esta bebida a lo largo de su historia, desde 1860 hasta la actualidad.

Por supuesto, no todo va a ser beber. La carta de cócteles de Parque Bar se completa con una propuesta gastronómica muy viajera firmada por el chef Manuel Porillo. El joven cocinero ha creado un menú a base del mejor producto local en el que hay platos para todos los gustos. Ahora que viene el buen tiempo (aunque las tormentas nos quieran hacer creer lo contrario), es buena idea decantarse por entrantes como la ensalada caprese con pesto de pistacho, las gildas o el ceviche con leche de tigre, maracuyá y patacones. ¿Que apetece algo más reconfortante para abrir boca? Pues unas berenjenas asadas con burrata, la empanada de chorizo criollo con chimichurri o las croquetas de cabrales e higos. Como principales, destacan el pulpo a la brasa con revolconas de pringá, el solomillo de atún al estilo de Barbate, la smash burger o una tira de asado con chimichurri y patatas fritas, muy al estilo de Argentina. Para acabar dulcemente, se traen de su país de origen el panqueque de dulce de leche, que se españoliza con una melaza de PX y se moderniza con chai y nuez pecana garrapiñada. O su pavlova, con reminiscencias de Caribe en su coulis de maracuyá. Precioso también el local en diferentes alturas, muy selvático, profusión de plantas, papeles pintados con motivos botánicos y tapicerías de tonos bosque. Y cuando el sol vuelva a hacer acto de presencia y tenga todo lo que tenga que llover, nos verán por su terracita.