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«Orlando», a la búsqueda de la identidad: la versión de Virginia Woolf que no te puedes perder

La compañía Teatro Defondo celebra su 20º aniversario con el clásico de Virginia Woolf dirigido por Vanessa Martínez en el teatro Quique San Francisco

«Orlando», a la búsqueda de la identidad
«Orlando», a la búsqueda de la identidadTeatro Quique San Francisco

¿Cómo sería dejar de envejecer y vivir 400 años, ser hombre y mujer en una misma vida, enamorarse de una princesa rusa, ser amante de la reina de Inglaterra, diplomático en Constantinopla o mujer de un aventurero? Hace más de cien años, Virginia Woolf se cuestionaba sobre las diferencias entre hombres y mujeres y escribir «Orlando» fue una de sus respuestas.

Un joven de la nobleza inglesa del siglo XVII, cuya curiosidad por la vida y amor por la literatura lo llevarán a un viaje vital lleno de aventuras, incluida la transformación de varón a mujer, atravesando épocas y geografías hasta principios del siglo XX. Hace años que la dramaturga Vanessa Martínez decidió convertir la novela de Virginia Woolf en una pieza dramática al frente de su compañía Teatro Defondo, que tras un efímero paso por la capital en 2019 y de haber sido finalista de los Max, vuelve a Madrid, al teatro Quique San Francisco, coincidiendo con el 20º aniversario la compañía y a punto de representar su función número 100.

¿Fue Woolf una adelantada a su tiempo? «Quizá lo más llamativo de entrada sea el tema del cambio de género y la diferencia entre género y sexo y, en este sentido, cobra una actualidad absoluta –explica Martínez-, pero cuando lo publicó en los años 20 del siglo pasado se entendía como una fábula fantástica, no como algo posible, sobre todo partiendo de que Orlando vive 400 años y un día se despierta y de repente es una mujer, no como una decisión, sino algo que sucede al personaje y lo que entonces se abordada desde la fantasía irreal, ahora cobra una dimensión distinta a la que sus receptores pudieron apreciar, a nosotros nos llega con la problemática transgénero en plena actualidad». Pero para la directora, la obra tiene otras lecturas, la más importante es «la búsqueda de la identidad, tanto de género, como artística y personal, este sería el hilo narrativo más potente que discurre a través de toda ella, la búsqueda del yo, ¿quiénes somos? Orlando necesita 400 años para entender quién es y para terminar la obra de su vida pasa años investigando quién es, qué género tiene, a qué se tiene que dedicar, cómo debe escribir».

Vanessa Martínez explica que «la dramaturgia de la pieza ha evolucionado con los años. Ha sido una camino largo, primero fue pasar de novela a teatro un texto sin diálogos, que ya es una dificultad, darle voz a personajes que no la tienen y eso exige un trabajo de meses de toda la compañía para desarrollar una dramaturgia basada en improvisaciones y escribiendo el texto casi a pie de escena en un trabajo de creación conjunta muy elaborado, pero además –prosigue-, desde que estrenamos no hemos parado de cambiar, cortar, añadir…y de acentuar mucho el sentido del humor, Woolf concibió su novela como una biografía con la intención de parodiar este género, al que se dedicaba su propio padre», explica Vanessa.

«Hija del biógrafo más importante de la época isabelina, hace una biografía que es una burla, un juego sarcástico, una parodia del género biográfico, de ahí la decisión de poner a cuatro biógrafos a escribir discutiendo entre ellos, personajes cómicos, a cual más disparatado, que salen de la imaginación surrealista de la autora», indica. Y todo esto a través de un lenguaje físico importante porque «decidimos que los únicos objetos con los que contaríamos serían libros y plumas, que es lo que utilizan los biógrafos para escribir, el resto de objetos, no aparecen, todo está en el cuerpo del actor –señala Martínez-, hacer, por ejemplo, una pelea de espadas sin espadas, una comida de tres platos sin comida y sin platos, o sea, la corporalidad nos sirve para dibujar todo lo que no hay», concluye.