Patrimonio
El palacio de Fernán Núñez, una mansión del XVIII muy vinculada al tren
Este monumental edificio es la sede actual de la Fundación de Ferrocarriles Españoles
Quizás por su uso para la celebración de fiestas y eventos, quizás por ser la flamante sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, quizás por sus suntuosos salones y su hermosa decoración, el de Fernán Núñez es uno de los palacios más conocidos de Madrid.
Situado en el número 44 de la calle de Santa Isabel, prácticamente en Lavapiés, Es uno de los palacios mejor conservados de la capital, a pesar de haber tenido varias reformas y ampliaciones.
Su historia se remonta al siglo XVII, cuando Antonio de Robles y Terronas, administrador del Convento de Santa Isabel, decidió parcelar en 23 lotes los huertos de arriba del convento, que habían formado parte de la conocida como Casilla de Atocha. Fueron los más cercanos a la calle San Cosme y San Damián, en la antigua manzana 18, y fueron vendidos en 1618.
Es en 1753 cuando Blas Jover y Alcázar, Caballero de la Orden de Santiago, del Consejo de Fernando VI, Fiscal en la Cámara y Capellán Mayor del Gran Hospital Real de Santiago, decide levantar su palacio sobre estos terrenos.
Unos años después, en 1769, y tras varios traspasos de la propiedad, adquiere la edificación Miguel José María de la Cueva y Velasco, XIII duque de Alburquerque y IV marqués de la Mina, y contrata al arquitecto Antonio López Aguado para que la transforme en “una gran casa, como correspondía a un Grande de España” entre 1790 y 1799.
El palacio ocupa un amplísimo solar, con una planta compleja, distribuida en torno a varios patios. Según los propios datos del Colegio de Arquitectos de Madrid, la zona noble está dispuesta a lo largo de la calle de Santa Isabel, mientras que la parte destinada al servicio, cuadras y cocheras dan a la calle de los Santos Cosme y Damián.
Nos encontramos ante un buen ejemplo de la arquitectura madrileña del período isabelino, a medio camino entre los palacios más antiguos de la capital y lejos aún de los que estaban por llegar de estilo italianizante y mucho más recargados. Sus uniformes fachadas presentan una planta baja muy sencilla con revoco imitando cantería, mientras que los dos pisos superiores, con un orden gigante de pilastras con capiteles corintios entre los vanos, están rematados por una cornisa continua.
La decoración interior fue diseñada por Joaquín Edo del Castillo, convirtiéndose el palacio en uno de los centros madrileños de la vida social, frecuentado por la Casa Real, la nobleza, la alta burguesía...
En 1905 el edificio es ampliado y remodelado por el arquitecto Valentín Roca Carbonell y el jardín es rediseñado por la empresa parisina “Cabinet Ch. Revéron, L. Collin, Succr. Arquitecte-Paysagiste”, que añade la terraza de mármol, siendo esta la última gran reforma que los duques realizan en el Palacio.
Durante la Guerra Civil, el Palacio es incautado y ocupado por la Juventudes Socialistas Unificadas y la Junta del Tesoro Artístico cataloga las obras de arte, trasladando las más valiosas a la Basílica de San Francisco el Grande. Durante este periodo los milicianos realizan un trabajo de protección de los salones del inmueble notable. Una vez acabada la contienda, la familia vuelve al edificio realizando, entre otras tareas, la solicitud de devolución de obras de arte conservadas en San Francisco el Grande al nuevo régimen.
Posteriormente, Mercedes de Anchorena y Uriburu, V duquesa viuda de Fernán Núñez, vende el palacio a la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste de España que años después, tras la nacionalización de la red ferroviaria, se integra en Renfe, que instala en el edificio la sede del Consejo de Administración y realiza una importante remodelación del edificio a cargo del arquitecto Manuel Cabanyes Matas.
En los años ochenta, Renfe y Feve crean la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y convierten el Palacio en su sede social. El Palacio hoy día sigue acogiendo también reuniones extraordinarias del Consejo de Administración de RENFE y del Gabinete del ministro de Transportes.
En este último periodo, Renfe rehabilita íntegramente el edificio recuperando paramentos originales y devolviendo el diseño de principios del XIX. Actualmente, el edificio está calificado como edificio monumental de alto valor histórico-artístico.
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