Patrimonio mundial
El Paseo del Prado de Madrid y sus "hermanos" en La Habana, México o Lima
La alameda arbolada, flanqueada por museos e instituciones culturales y científicas, fue trasladada a la América española con entusiasmo desde el primer momento
Un reconocimiento internacional que, de antiguo, ha creado escuela. El llamado “Paisaje de la Luz” del Paseo del Prado y el Retiro ha sido declarado, ya hace tiempo, Patrimonio Mundial de la UNESCO. Y sin embargo, no hay nada nuevo, pues durante generaciones, gobiernos y pueblos, a ambos lado del Atlántico, comprendieron su importancia y lo reprodujeron en sus países y territorios.
La clave con la que se argumentó su excepcionalidad como candidatura, en aquel momento, era que, por primera vez, se presenta un espacio verde urbano. Y, sin duda, algo más. Todo un ejemplo.
El Paseo del Prado y el Buen Retiro son una expresión única y poderosa de los ideales ilustrados aplicados al urbanismo con la excepcional adición de las ciencias como un componente esencial, con el objetivo de socializar el conocimiento y ponerlo al alcance de todos los ciudadanos.
Esta renovación urbana se transformó en un modelo con especial influencia en Latinoamérica, cuyo resultado serían destacados proyectos al otro lado del Atlántico. El Paseo del Prado ejerció una influencia incuestionable en la América hispana desde su origen a mediados del siglo XVI y, más tarde, con mucho mayor impacto, en el siglo XVIII, especialmente en los virreinatos hispanoamericanos, donde se llevaron a cabo proyectos similares de alamedas que se basaban en el modelo español. Más aún, las estrechas relaciones entre ambos continentes no se limitaron tan solo a los proyectos urbanos sino que se ampliaron a proyectos culturales o científicos, especialmente las expediciones botánicas que partieron del Real Jardín Botánico hacia Latinoamérica y alrededor del mundo. Estas intensas conexiones están vivas todavía en proyectos culturales y científicos conjuntos y en instituciones como la Asociación de Academias de la Lengua Española o la Casa de América.
Ahí están el conocido Paseo del Prado de La Habana, en Cuba. La orden de construcción de una vía que corriera a lo largo de la muralla que protegía la ciudad, en 1772, partió del Marqués de la Torre, Capitán General de la Isla. Su parte central era de tierra y lucía frondosos árboles a ambos lados del paseo, por donde circulaban numerosos carruajes tirados por caballos. El primer nombre que recibió fue el de Alameda de Extramuros o de Isabel II, en homenaje a la monarca reinante en España en la época.
Pero hay más, pues este modelo sirve de inspiración no sólo a la Alameda de Hércules en Sevilla sino que también se traslada a América surgiendo así la Alameda de México (finales del XVI y el Paseo de los Descalzos de Lima (XVII).
De Sevilla, pese a que en 1570 se construyó uno anterior hoy desaparecido, el Paseo del Prado fue inspirador de las reformas urbanísticas que se llevaron a cabo en este paseo sevillano. Un amplio jardín que es el más extenso de los espacios públicos localizados en el interior del casco antiguo de la capital andaluza.
Alameda de México
Desde hace 400 años esta alameda es parte del paisaje urbano de la Ciudad de México. La fundación tuvo en un principio orígenes humildes, aun se estaban delimitando las lindes de la Ciudad de México, pero el virrey Luis de Velasco comprendió la importancia de dar a los pobladores de la capital de la denominada Nueva España un lugar que al mismo tiempo fuera para «salida y recreación de los vecinos».
Paseo de los Descalzos de Lima
La Alameda de los Descalzos de Lima fue reconstruida en 1770 por el virrey Manuel Amat y Juniet. Se encuentra en al final de la avenida Alcázar, aproximadamente a 900 metros al norte de la Plaza de Rmas de Lima. Lugar emblemático. De acuerdo con los cronistas de la Colonia, su diseño original constaba de tres calles, dos laterales para los carruajes y una central para los peatones.
Lo cierto, es que el Paseo del Prado se merecía un reconocimiento de la Unesco que no sería único en la región. El ‘Paisaje de la Luz’ se uniría a los bienes ya declarados ubicados en la Comunidad de Madrid: el Monasterio de El Escorial, el casco histórico de Alcalá de Henares, el paisaje cultural de Aranjuez, y el Hayedo de Montejo.
El Paseo del Prado primero, en 1540, y los jardines del Retiro poco después, supone la introducción por primera vez en el urbanismo europeo de la naturaleza en la ciudad. A destacar que el Paseo del Prado es el primer paseo arbolado, una alameda, diseñado en una capital europea. La llegada de los Borbones en el siglo XVIII supone la expansión de las ideas ilustradas. Con Carlos III se transforma esta área de la ciudad para convertirla en una ciudad ilustrada. Se abren los jardines a toda la ciudadanía y en ella se crea un área dedicada a la investigación, estudio y difusión del conocimiento para su disfrute e instrucción.
Implica además que el Palacio y los Jardines del Buen Retiro se instalan allí por la existencia del Paseo del Prado. “Desde mediados del siglo XVII Paseo y Jardines estarán indisolublemente ligados siendo el centro de la Corte de la Corona española durante más de 350 años”, remarcaron en su momento desde aquella candidatura que ha hecho historia. Como hizo historia al otro lado del Atlántico.
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