Urbanismo

El Paular y su aserradero en el foco del activismo

En abril, Rascafría aprobó la recalificación de 200 hectáreas de El Paular y el Parque de Guadarrama, lo que ha sido alegado por los ecologistas

Monasterio de El Paular
Monasterio de El PaularRascafría

de turismo rural, los ecologistas encuentran uno de sus focos más importantes a batallar, teniendo en cuenta la regulación que protege determinados espacios medioambientales. Son ya varios los casos en los que el activismo ha conseguido paralizar procesos urbanísticos en parques o espacios naturales. El último episodio se vive actualmente en el municipio madrileño de Rascafría, concretamente en 200 hectáreas que incluyen El Paular y el Parque Nacional de Guadarrama.

El Ayuntamiento de la localidad madrileña, gobernado por Vox, aprobaba la modificación de las Normas Subsidiarias Urbanísticas en el ámbito del Sector IV. En esta localización se integra el Monasterio de El Paular, protegido por su valor histórico-cultural y paisajístico. Plataformas de ecologismo no tardaban en reaccionar, asegurando que dicha medida pretende recalificar este terreno con fines turísticos que afectarían a la sostenibilidad y conservación de este espacio privilegiado. El caso recuerda a la reciente polémica del proyecto de complejo paisajístico en el embalse de Cerro Alarcón, perteneciente a Navalagamella, donde el gobierno local busca revitalizar la economía local con nuevos atractivos turísticos, mientras garantizan el mínimo impacto medioambiental posible.

Ecologistas en Acción ya ha presentado alegaciones para frenar las pretensiones del consistorio de Rascafría, asegurando que ha habido irregularidades durante la presentación de documentación y que el terreno no cuenta con las condiciones para ser recalificado, lo que cambiaría el uso de ese suelo. Esta zona, presidida por el Monasterio de El Paular abarcaría las propiedades ubicadas en el lado izquierdo de la carretera M-604, que va desde Rascafría hacia los puertos de los Cotos y Navacerrada. Se extiende desde el área urbana hasta el Camino de Palero. En esta área se ven afectadas terrenos utilizados para la agricultura, así como las regiones conocidas como Las Arroturas, Cayadas y Tras la Huerta, Prado Grande. También se incluyen las parcelas en las que se encuentra la instalación del aserradero o fábrica de madera perteneciente a la Sociedad Belga de los Pinares del Paular. Precisamente, esta región que es reconocida por esta actividad madedera tan tradicional, podría perder parte de una de sus huellas identitarias más importantes con dicha transformación.

Aunque algunas de las construcciones icónicas de la zona no se podrán demoler, desde la organización ecologista alegan que se ha modificado arbitrariamente el grado de protección que deberían tener estas infraestructuras: «Para dar viabilidad al proyecto, el Ayuntamiento de Rascafría, que carece de Catálogo municipal de Bienes Protegidos -a pesar de ser una obligación de la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid- incorpora a la modificación un “falso” Catálogo de Bienes Protegidos que solo afecta al ámbito del Sector IV».

Así, Ecologistas en Acción prosigue aportando detalles sobre dicha documentación: «Este Catálogo incluye únicamente 10 elementos, correspondientes a las diferentes construcciones de la fábrica de madera de la Sociedad Belga de los Pinares del Paular. A todas ellas les concede el nivel mínimo de protección (A4), de forma que se podrán demoler, manteniendo únicamente lo que llaman “elementos singulares”. Al construir las nuevas edificaciones podrán tener mayor altura y superficie que las demolidas. Además, en las parcelas de la fábrica de madera se permite la instalación de carpas para celebrar eventos».

Esta organización interpreta, por lo tanto, que esta modificación del uso del suelo derivaría en la celebración de grandes eventos y masificaciones, en una zona que nunca las ha albergado y que rompería con la atmósfera de esta privilegiada ubicación de la Comunidad de Madrid. Cabe recordar el valor histórico de este enclave: En 1390, el monarca Juan I de Castilla rubricó el documento que marcó el comienzo de la construcción de la Primera Cartuja de Castilla. Más adelante, en 1876, este conjunto arquitectónico recibió la designación de Bien de Interés Cultural en la clasificación de Monumento Histórico-Artístico.

Pero más allá de su patrimonio histórico y cultural, el gran debate surge en torno a su valor forestal. Gran parte de estos terrenos se encuentran en la Zona Periférica de Protección del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Sin embargo, en su totalidad, forma parte de los prados en el fondo del valle de El Paular, los cuales han sido identificados recientemente en un artículo científico del Parque Nacional como un «punto destacado de biodiversidad». El artículo describe esta región como un «mosaico de prados con distintos niveles de humedad, setos con vegetación natural, agrupaciones de fresnos, temblones, bosques ribereños que acompañan a pequeños arroyos e incluso zonas permanentemente encharcadas», mostrando una gran diversidad.