Madrid

Tabernarios

Arallo: taberna con carácter atlántico a orillas de la Gran Vía

Ofrece el mejor producto «made in Galicia» pero libré de corsés. Brutal su bocadillo de cigala

El bocadillo de cigala es una de las especialidades más demandadas
El bocadillo de cigala es una de las especialidades más demandadasGonzalo Pérez MataLa Razón

Propiedad del grupo de origen gallego Amicalia, responsable también de la gran mesa de poder capitalina Alabaster, Arallo es una neotaberna irreverente y divertida que sirve el mejor producto «made in Galicia» libre de todo corsé. Brutal su bocadillo de cigala.

Galleguismo sin tópicos es el pilar fundamental de Arallo Taberna, un concepto que llegó al centro de Madrid –a la calle Reina, paralela a la Gran Vía– en 2017 y que se ha consolidado como un enclave divertido en el que disfrutar de una originalísima oferta. Detrás de su apariencia informal, de estética industrial, se notan la mano, la seriedad y la solidez del grupo Amicalia, presente tanto en su esmerado servicio como en la materia prima de base, fresquísima y traída a diario de las lonjas gallegas. Un producto que se viste, sin ser desvirtuado, con técnicas e ingredientes de cocinas foráneas, con especial atención a la asiática y, especialmente, a la japonesa.

La carta, sencilla y bien estructurada, está diseñada para que el cliente pueda compartir y probar varios platos. Entre sus propuestas fijas destacan las croquetas-nigiri de corvina y salsa verde; el tartar de carabinero y gambón con emulsión de sus cabezas y encurtidos hechos en la casa o el tuétano con steak tartar de vaca rubia gallega, que se cocina a la brasa en horno Josper y se termina en mesa con un toque de soplete. Platos que hacen gala de una cocina regular, de sabores frescos y matices muy ricos y marcados. Como propuestas de temporada son imprescindibles las gyozas de cocido gallego que, rellenas con la ropa vieja y servidas con el caldo que elaboran en el restaurante La Molinera de Laín (Pontevedra), recogen todo el sabor de este contundente guiso en un solo bocado, y el bocadillo de cigala, una rebeldía por la que volver una y mil veces.

El bocadillo, de pan de cristal crujiente con aromas de carbón, el terso crustáceo, que no oculta su noble procedencia, frito en un panko especiado que le da un alegre toque picante, y una mayonesa de ajo asado y kimuchi que añade umami al conjunto, bien podría ser una novísima invención surgida de las últimas tendencias gastro. O la españolización –o, mejor dicho, «galleguización»– del lobster roll americano que hace dos años recaló y causó furor en Madrid.

Pero lo cierto es que su historia se remonta a unas cuantas décadas atrás y tiene su origen no en las manos de unos brazos tatuados, sino en una clásica marisquería coruñesa. Jesús García, fundador del grupo Amicalia, comenzó en el duro oficio hostelero con 15 años en el restaurante familiar: la marisquería Suso, hoy desaparecida. Fue allí y entonces cuando una noche, para saciar el apetito entre servicios, decidió prepararse un bocadillo y, en lugar de echar mano del jamón, cogió unas cigalas, las peló y las colocó en un trozo de pan con mayonesa.

El sello Amicalia acoge también Alabaster, una de las grandes mesas de poder capitalinas y de los restaurantes favoritos de un servidor, y de tres direcciones más que recomendables en A Coruña: la pulpería La Caseta de Aurora, la barra de sushi Omakase –donde maduran el pescado en sus propias cámaras añadiéndole sabor y aligerando textura– y A Mundiña, un auténtico templo del producto gallego bien amado.