Crítica

Visitamos el restaurante del mago de las verduras en Madrid y esta es nuestra valoración

Busca la felicidad de los castigados cuerpos gatunos, que después de tanto callejear por el ajetreado escenario gastronómico capitalino, necesitan un alto en el camino

Ricardo Álvarez mientras culmina uno de sus platos
Ricardo Álvarez mientras culmina uno de sus platoslarazon

Uno tiene que darle la razón a Miguel Delibes, cuando afirma que el modesto intelectual que se acerca a la cultura campesina queda patidifuso. Pues se queda uno así cuando recibe el cuidado de una cocina que, como la gente de campo, no pretender deslumbrar, sino velar por el bienestar del que se acerca a este oasis vegetal. Verdura en la ciudad.

En el mundo no dejan de llover infamias, bombas, miedos e incertidumbres. Como una siesta veraniega con vientos del sur, este bistró de campo, tradicional, busca la felicidad de los castigados cuerpos gatunos, que después de tanto callejear por el ajetreado escenario gastronómico capitalino, necesitan un alto en el camino.

Dónde calle Lagasca 32, Madrid. Teléfono 91 083 00 07. Precio medio 60 euros

Este gran proyecto de la Huerta de Carabaña, con su enclave en el Barrio de Salamanca, parece más una revancha de los fundos abandonados en su día, que ahora vuelven invadiendo de manera silenciosa y amable la ciudad de Madrid. Todo con un ejército de hasta 80 variedades de tomates de los de antes, 32 tipos de fruta, 26 variedades de verdura, 4 tipos de uva para el Valdepotros, y por supuesto los 5 tipos de aceituna que se cultivan en un histórico olivar.

Cualquiera se daría por vencido cuando le traen ese niguiri de pisto, que disfrazado de políglota, se cuela con el recuerdo de lo mejor de la cocina de siempre. Es imposible oponerse a ese jarrete de ternera, que como un batallón dispuesto en racimo, entra en campo de batalla triunfante pero sin aspavientos. El brócoli en papardelle, junto al puerro, la alcachofa, o lo que corresponda según la estación son dulces acicate para la charla. Estamos ante un comedor burgués con todas las letras y sin tapujos. Hay que dejarse ya de esas chorradas, si usted me permite la vulgaridad, donde todo tiene que estar envuelto en músicas de diseño y en golpetazos que nos alteran el sosiego de la mirada limpia y directa. Mantel, cristal, bodega abierta, servicio cálido. Redondo.

Valoración de LA RAZÓN

Cocina: 7,5

Bodega: 7,5

Sala: 7,5

Felicidad: 8