Gastronomía
El restaurante de buena cocina junto al Retiro de Madrid que no debes perderte
Gonzalo Muñoz sirve en Adrede platos tradicionales bien ejecutados. Ofrece un menú degustación por 28 euros sin bebidas, que es un éxito
A escasos meses de cumplir once años, Adrede es uno de esos espacios que siempre conviene tener en el radar. Situado en el número 13 de la calle Alfonso XI, Gonzalo Muñoz ha sabido idear un concepto de éxito ajeno a las modas y tendencias. Porque el secreto no es otro que abrir cada mañana un establecimiento en el que el comensal se sienta como en casa y disfrute de unas recetas de siempre muy bien ejecutadas. De ahí que cuente con una clientela fiel, ya sean vecinos, quienes optan por un almuerzo rico a un precio económico y, por último, aquellos que buscan un restaurante en el que cenar bien entre amigos, porque si el cocinero ha logrado esquivar crisis económicas y la pandemia ha sido gracias a la confianza de sus comensales. Los mismos que le dieron un chute de energía y le encargaban sus platos para comer en casa y acudieron en cuanto el virus les dejó abrir. La suya es una culinaria tradicional, alimentada con los alimentos que adquiere cada mañana en el mercado Maravillas. En una cocina mínima, con solo un par de fogones, hace auténticas virguerías a las que son adictos los treinta y dos comensales, que ocupan el comedor, muy bien dirigido por su hermano Ángel Muñoz, y los otros tantos que cogen mesa en la terraza. En sus días fuertes, llega a servir más de cien clientes, de ahí que cuente con José Antonio Villegas como mano derecha, quien estuvo durante años en Puerta del Sol. Dice Gonzalo que él ofrece esos platos que a él le gusta comer, de ahí que eliminar alguno de la carta, sencilla y breve, para incluir uno nuevo le cueste. Así que ha optado por proponer varios fuera de carta, lo que provoca que podamos acudir a diario y siempre encontrar alguna elaboración diferente. Muchas las ha aprendido a base de leer y probar, porque no deja de ser un cocinero formado a sí mismo, excepto la temporada que se coló en la cocina de Pedro Masip, de Casa Masip (Ezcaray), todo un referente de la nueva cocina riojana en Ezcaray. Dicho esto, encontramos tanto las recetas de Gonzalo como las nuevas incorporaciones de José, que pueden ser bocados mexicanos o asiáticos, por poner un ejemplo, porque prefiere no encasillarse en ningún tipo de cocina. Lo cierto es que los guisos son las preparaciones más demandadas, ya sean los garbanzos con langostinos, como unos reconfortantes caparrones riojanos con sus sacramentos o esas lentejas estofadas, que siempre apetecen, lo mismo que las patatas riojanas. Incluso, esos días en los que el trabajo nos come, merece la pena alimentarse bien en poco tiempo y pedir el guiso del día y una copa de vino, porque no supera los 16 euros. Por 28 (bebidas aparte), el menú degustación es suyo. Comenzamos por su interesante ensaladilla rusa. Lo es, porque incluye pepinillo, zanahoria y ventresca escabechada y el resultado es sublime. Antecede a las croquetas de jamón, ricas, cremosas y con mordida, al pastel de puerros y queso, que, reconoce, aprendió a bordarlo con Pedro Masip, y a las alcachofas fritas con muselina. Entre los platos fuertes a escoger, unas clásicas carrilleras al vino tinto o el salmón al horno. Hemos de reconocer que esta es una de nuestras direcciones preferidas para rendir tributo a ese momento gastronómico tan nuestro como es el aperitivo. Comenzamos el desfile con las imprescindibles gildas y con las sardinas marinadas para continuar con las gyozas de pato. Las samosas de verduras con una salsa secreta de José es uno de esas delicias que tampoco pueden faltar. El wok de verduras y pavo es una elaboración perfecta para un almuerzo o cena ligera. El entrecotte y los cachopines de lomo de cerdo con queso Havarti, jamón serrano, pimiento del piquillo y patatas se armonizan con el tinto Cantos Valpiedra. Volveremos a probar el cazón en adobo, que pronto incorporan a la carta. Prometido.
No te pierdas: tarta de queso con caramelo de violeta
Recuerden, en esta casa merece la pena dejar hueco al postre. José ha dado una vuelta a la cocina dulce, a la que otorga la importancia que se merece, y resulta imprescindible probar esta tarta de queso con el tan madrileño caramelo de violeta (en la imagen) y la de chocolate.
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