Historia

La presa de El Embocador en Aranjuez: de Carlos I a la electricidad

Un ingenio en la Corte del Tajo que surge en tiempos de Carlos I para facilitar la vida y la industria de los lugareños

La presa de El Embocador en Aranjuez, de Carlos I a la electricidad
La presa de El Embocador en Aranjuez, de Carlos I a la electricidadBNE

Tenía que ser en Aranjuez. Una ciudad ligada al agua, nada menos que al Tajo y al Jarama. Un lugar histórico, sede de un deslumbrante Palacio Real... y también de una de las primera presas que se construyeron en España, la de El Embocador.

Desconocido por la mayoría, esta presa es muy apreciada por los pescadores, que se acercan a El Embocador para probar suerte con, por ejemplo, el barbo. La pesca más común en este lugar es la de fondo corrido con ova, un alga que se encuentra en abundancia en este lugar.

La presa de El Embocador tiene también un lado, una cara etnológica, íntimamente ligada a los pueblos de sus riberas o cercanías. Y todo desde que la presa fue construida, allá por el siglo XVI, con la finalidad de regulación el caudal del río Tajo.

Presa de El Embocador
Presa de El EmbocadorAgencia EFE

Esta es una de las abundantes presas que existen en todo el curso fluvial, característica de este río, con un canal central que se utilizaba por los «gancheros» para pasar los troncos de madera, que ellos transportaban por estas aguas procedentes de las sierras de Cuenca y Guadalajara.

Un lugar este ligado de alguna manera a la Reconquista y a la gestión de las tierras por los cristianos que a aquella sucedió. De ahí que la Orden de Santiago dispusiese de una red de molinos y aceñas repartidos a lo largo de la ribera del Tajo y servidos por las correspondientes presas. Distintos textos antiguos situaban en un principio en El Embocador y en el entorno de la presa del Palacio los molinos y aceñas.

Con todo, no sería hasta el año 1535 cuando Carlos I inicia la construcción de un sistema de riegos que suministraría agua del Tajo a ambos márgenes de la vega de Aranjuez. El Emperador Carlos pone en manos de su hijo, el que luego sería Felipe II, la misión de velar por el buen desarrollo de los trabajos. Según se apuntó, habría de levantarse un canal por cada lado del río, y la presa de El Embocador tendría la difícil función de mantener un nivel de agua constante en el punto del Tajo de donde se surten los canales. Estos, claves en la agricultura de una amplia zona, son el de Las Aves por la izquierda y La Azuda por la derecha, ambos emblemáticos de la ciudad, tanto desde el punto de vista agrícola como sobre todo cultural y paisajístico.

Su diseño y construcción fue encargada a Francesco Sitoni, un personaje este digno de un libro o una película: ingeniero milanés, trabajó en Italia pero también en Aragón y Castilla, además de ser, supuestamente, espía de Felipe II en su conflicto con Inglaterra gracias a sus contactos con poderosas familias escocesas. Aquí, en Aranjuez, y por la difícil hidrografía española topó con varios inconvenientes constructivos que no supo resolver. Esto hizo necesaria la intervención de Benito de Morales y de, incluso, Juan de Herrera en el proyecto, quienes pusieron de manifiesto los evidentes errores de nivelación. Esos distintos pareceres les enfrentaron al italiano. Lo cierto es que, aunque reparada en varias ocasiones, la presa de El Embocador mantiene la configuración del siglo XVI, muy similar a la «Presa grande de Palacio». Un lugar que es naturaleza pero también técnica y paisaje. Ese es el sentido de esta azud, un término en español que proviene del árabe y significa «barrera». Una construcción que buscaba elevar el nivel de agua de un arroyo o río con el fin de derivar parte de dicho caudal a las zanjas de riego u otras conducciones de abastecimiento. Este salto de agua, además, fue usado durante muchos años para generar electricidad, y es que en 1903, el Real Patrimonio construye una pequeña fábrica de luz llamada igual que la presa, situada en su estribo derecho, hoy desaparecida, y cinco años después, en el izquierdo, una pequeña central aún existente. Un lugar marcado por la mano del hombre. Por la historia.