«Homologación conseguida».
El profesor de música que por fin podrá ejercer después de tres años esperando un papel
El documento le ha llegado justo a tiempo: cuatro días hábiles antes de que concluya el plazo de inscripción en la convocatoria para opositar a profesor de conservatorio
Eduardo Delany miró su correo el jueves, como todos los días, y ahí estaba el documento del Ministerio de Universidades que llevaba tres años esperando: «De conformidad con el Real Decreto 967/2014 de 21 de noviembre...Declara la equivalencia del título obtenido en Universitas Dubliniensis (Irlanda)». El documento está atravesado por unas grandes letras rojas en las que puede leerse: «homologación conseguida». Nada más verlo, al pianista le dio un vuelco el corazón y, cuando acabó de leerlo, por fin respiró aliviado. Han sido 36 meses de calvario intentando salir del laberinto burocrático que supone homologar un título en España, pivotando de mostrador en mostrador, y de una persistente queja frente al Ministerio de Universidades con un cartel protesta, y de la que se hizo eco LA RAZÓN. Eduardo, de 29 años, es pianista profesional tras una larga y exigente formación. Después de estudiar el Grado Profesional de Música en el Conservatorio Profesional «Victoria de los Ángeles» de Madrid, se marchó a Irlanda, donde cursó «Bachelor in Music Performance», el equivale al Grado en Enseñanzas Artísticas Superiores, en el Trinity College Dublin. Fue un alumno brillante y eso le hizo merecedor de una beca del Gobierno irlandés. Incluso fue seleccionado en Dublín para tocar como solista con la RTE National Symphony Orchestra en el Auditorio Nacional. Pero con todos esos méritos a sus espaldas quiere ser profesor y opositar. No podía hacerlo porque carecía de homologación de su título. Después de tres años, el documento le ha llegado justo a tiempo: cuatro días hábiles antes de que concluya el plazo de inscripción en la convocatoria de junio para las oposiciones que le permitan convertirse en profesor de conservatorio. Delany está contento porque ahora se siente motivado para ponerse a estudiar con más fuerza las oposiciones que lleva años preparándose. Pero no oculta su pesar por la cantidad de personas que le han contactado desde que el periódico dio a conocer su caso, para contarle que están en la misma situación. «El mío es uno de tantos, la gente está desesperada y hasta dispuesta a hacer huelga de hambre o lo que sea». Y todo por un papel.
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