Opinión

Sánchez pierde la campaña en Madrid y deja solos a sus candidatos en el cierre electoral

Los socialistas madrileños apenas han tenido espacio en la confrontación nacional entre su jefe y Díaz Ayuso

Reyes Maroto y Juan Lobato, en la jornada de reflexión de ayer, en el barrio de Las Letras
Reyes Maroto y Juan Lobato, en la jornada de reflexión de ayer, en el barrio de Las LetrasPSOE-M

Todo parecía ir rodado en el PSOE a cuenta de las previsiones del CIS, la batería de medidas aprobadas en el Consejo de Ministros y el control de los tiempos, pero la compra de votos y el secuestro exprés de la edil de Maracena (Granada) truncó el rumbo de la campaña a tres días de la cita electoral. El jueves negro partió la estrategia y la tómbola del presidente del Gobierno (pisos, Interrail, entradas…), quedó en el cajón de los petardos. Empezó Pedro Sánchez los prolegómenos haciendo de Madrid su escenario de rodajes con protagonistas de «atrezzo» socialista, sin pisar la calle donde le abuchean, y culminó la recta final sin más cercanía que a los afiliados y militantes de los mítines blindados.

Doñana, la Ley de Vivienda y sus consecuencias como la okupación, pasaron la página del Sí es Sí y Tito Berni y calentaron las semanas previas a la contienda electoral. Las listas con condenados por delitos de sangre de sus socios de Bildu distorsionaron la ruta hacia las autonómicas y municipales, especialmente en Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso se consolidó como el azote del sanchismo.

Empeñado en ser la estrella de la campaña, la sobreexposición envasada de Sánchez no ha hecho más que dar oxígeno a la candidata popular mientras él se convertía en la caricatura de sus anuncios. Cada anuncio presidencial restaba credibilidad al anterior y aupaba a la jefa del Ejecutivo madrileño, dispuesta a recurrir todas y cada una de las leyes que invaden las competencias de la Comunidad o «perjudican a los madrileños», como ya hiciera durante la legislatura. La investigación por compra de votos ha puesto fin a una campaña en la que los candidatos socialistas madrileños apenas han tenido espacio en la confrontación nacional entre su jefe y su adversaria. Ayuso ha monopolizado el debate con sus críticas a las políticas sanchistas mientras los aspirantes socialistas a la región y al Ayuntamiento, Juan Lobato y Reyes Maroto, se veían arrastrados por los rifirrafes de ambos sin apenas posibilidad de colocar sus propuestas. El primero tuvo su momento de gloria en el preámbulo de la campaña al afear a la líder de Más Madrid, Mónica García, el cobro del bono social térmico que él nunca percibió. La segunda, parapetada en el Ministerio de Industria que dirigía hasta el minuto de descuento, ni siquiera ha logrado un mediano grado de conocimiento por parte de los madrileños.

La crítica de todos los candidatos ha sido el carácter nacional que la presidenta ha imprimido a la campaña, alejando del foco los asuntos que, en su opinión, «importan de verdad a los madrileños»: la Sanidad, el medio ambiente y la salud mental para Más Madrid; la redefinición de los barrios para Podemos y la inseguridad y la okupación para Vox. Los de Abascal han hecho malabarismos para no ser engullidos por la candidata popular en su endurecimiento del discurso contra el presidente del Gobierno y sus socios «separatistas, independentistas y totalitarios». La aspirante a presidir la Comunidad, Rocío Monasterio, se ha pateado los municipios y barrios obreros donde Vox tiene su suelo electoral y ha amplificado su defensa de autónomos y pymes en un intento por consolidar a los suyos haciendo visibles cuestiones de la realidad de la región.

Con la izquierda desinflada por el pacto sanitario entre Comunidad y sindicatos, Sánchez lanzó su última promesa con la que colgarse una medalla y, de paso, recordar el conflicto en las calles de Madrid contra la popular. Desempolvó el presidente por tercera vez la inyección de 580 millones de euros a la Atención Primaria para mejorar infraestructuras y equipamientos públicos. Un total de 13.000 centros repartidos por todas las comunidades autónomas, que tienen las competencias sanitarias. Truncada la estrategia de la movilización durante la campaña, Moncloa lanzaba así un flotador a sus aspirantes madrileños con el que recordar la refriega sanitaria, pero la promesa estaba tan caducada como las palabras del ministro, Félix Bolaños, criticando al PP los días previos al 2 de Mayo. El titular de Presidencia quiso ser la víctima del Día de la Comunidad de Madrid con su intento por colarse en la tribuna presidencial y el ridículo fue mayúsculo. El consenso demoscópico situaba a Ayuso al borde la mayoría absoluta y el delegado del Gobierno en Madrid, por su parte, autorizaba protestas el mismo 2 de Mayo en las inmediaciones de la sede del Ejecutivo regional.

El ensayo general de las próximas elecciones a La Moncloa lo finalizó Pedro Sánchez lejos de Madrid. El presidente quiso ausentarse de la región y celebrar el cierre de campaña en Barcelona, evidenciando lo que podría ser un gesto de resignación ante unos comicios que se prevén adversos para su partido en el territorio gobernado por los populares. Los resultados del escrutinio en la capital y en la región serán fundamentales para entender las próximas generales. Empieza la campaña.