Una siniestra coincidencia

Muchos lectores recordarán esa sensación de impotencia al ver cómo las sucesivas marcas blancas de ETA se colaban en nuestros parlamentos e instituciones utilizando subterfugios legales, retorciendo la democracia, abusando de ella, burlándose de ella y aprovechándose de ella con el objetivo de dañarla todo lo posible.

Pues bien, esa misma sensación, de poder creer que sea posible pisotear así el Estado de Derecho, ocurre ahora con los pactos indignos de Pedro Sánchez. Y esta desagradable semejanza da mucho que pensar. Porque si algo produce la misma sensación de repulsión que las citadas humillaciones batasunas, será por algo.

Cuando tienes claro que algo es malo para España, que es injusto, que es indigno, que es nocivo para la democracia, y no puedes hacer nada para evitarlo, entonces es cuando sientes esa frustrante sensación de que alguien está jugando con los recovecos legales que ofrece la democracia para alcanzar objetivos que nada tienen que ver con ella. ¿O es que a los golpistas separatistas, a los pro-etarras o al nacionalismo más insolidario le preocupa la salud de la democracia española y la fortaleza de nuestro Estado de Derecho? En el mejor de los casos, el del nacionalismo más moderado, se busca el interés estrictamente regional del País Vasco o de Cataluña. En el peor de los casos, el de los más radicales, se busca causar a España el mayor daño posible porque sus objetivos así lo exigen. Y no hay más. Que el PSOE asuma esto sólo por el poder, es indigno y vergonzoso.

En definitiva, sirva para la reflexión esta semejanza entre la situación que vivimos estos días y la sensación que hemos sufrido tantas veces asistiendo a las maniobras batasunas aprovechándose de la generosidad de nuestra democracia. Es una siniestra coincidencia.

David Pérez

Concejal del Ayuntamiento de Madrid