Gastronomía

Solo, con hielo el blanco o el tinto mezclado con otra bebida, el vino se disfruta sin reglas

Quim Vila y Xandra Falcó debaten sobre cómo fomentar el consumo inteligente de vino entre los jóvenes

Quim Villa y Xandra Falcó e el restaurante Rural @Gonzalo Pérez Mata
Quim Villa y Xandra Falcó e el restaurante Rural@Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

Sólo hicieron falta tres minutos para que se agotaran las inscripciones para participar en el 16º Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas. Un certamen prestigioso donde los haya y el más esperado por aficionados y profesionales, que se celebra el 3 de marzo en Casa Llotja de Mar, en Barcelona. Las tres mejores parejas de catadores se llevan 40.000 euros. Durante su presentación, hablamos con Quim Vila, quien junto a Siscu Martí, lleva dieciséis años poniendo en valor la cultura del vino a través de este concurso, y con Xandra Falcó, ya que forma parte del jurado: «El sector atraviesa un buen momento gracias a una generación de jóvenes con mucho talento, que empieza a agitar el panorama. Algunos han irrumpido con sus vinos naturales, que se venden relativamente rápido. Trabajan en lo ecológico, la biodinámica, lo natural y la proximidad para centrarse en vinos fluidos, fáciles de beber, más delicados y de trago más largo, pero sofisticados.

Ellos aportan una diversidad, pero no coincide con que la gente joven beba más vino. Les gusta, pero cuando tiene que consumirlo, prefiere otro tipo de bebidas y el consumo en España sigue a la baja año tras año», explica Vila, convencido de que el objetivo es idear actividades para acercarlo. A este respecto, Falcó insiste en que «es necesario fulminar barreras y facilitar la entrada a quien sólo quiere disfrutar de una copa sin tener un conocimiento exhaustivo de lo que está tomando». Así que, uno de los retos que puso sobre la mesa fue ponerlo de moda, porque «los jóvenes beben lo que está de moda», prosigue durante nuestra conversación en Rural.

En ella, Quim lamentó que en un festival de música siempre exista una marca de cerveza como patrocinadora, ya que la gente del vino no posee semejante presupuesto para hacer ese tipo de promoción. Por su parte, la enóloga opina que en Estados Unidos se ha hecho muy bien que en numerosas series el protagonista en algún momento descorcha un vino y lo disfruta, un detalle que «provocó que el consumo creciera. Quizá ese sea uno de los caminos». Para Quim, otro es el enoturismo, animar a que visiten las zonas vinícolas. Según la teoría de Xandra y sabiendo que España es una potencia en turismo, «hay que poner el foco en el de alto impacto, que es el que deja más dinero». Y nos puso el ejemplo del turista internacional, que viaja a Italia y visita las bodegas, «algo que aquí no hemos conseguido, así que deberíamos invertir en ello».

Al referirnos a las tendencias, según el propietario de Vila Viniteca, asistimos a un «resurgir importante del blanco, que ha sido el patito feo en España, país con grandes tintos, pero con pocos blancos. La cosa está cambiando y, a día de hoy, están súper demandados por especiales, de ahí que los sumilleres los adquieran rápido». Asimismo, alega que el turista está acostumbrado a pagar mucho dinero por un blanco de Borgoña, por un alemán o un californiano, así que los nuestros, los más caros, les parecen baratos. Asimismo, Xandra ha creado su propia marca, junto a los bodegueros de Sierra de Cantabria, Marcos y Miguel Eguren, en La Rioja, y de su vino rosado ya podemos disfrutar la cuarta añada. Un proyecto que ha emprendido a pesar de que «España no era un país de rosados. La gente no lo suele pedir en un restaurante y es una pena. Es nuestra asignatura pendiente, porque vamos un poco por detrás del mercado internacional. De ahí que quisiéramos hacer el nuestro apostando por la calidad, eligiendo los viñedos y las garnachas, que aportan algo más a esos aromas delicados a fruta. Es un ejemplar gastronómico para beber a diario». Lo confirma, porque a diario el camino es buscar etiquetas «más ligeras y desenfadadas».

Un margen razonable

Al centrarse en los precios, «no hemos llegado a los de Francia e Italia y es una lástima. Sin embargo, de lo que debemos hablar es de calidad y excelencia, porque el precio es una consecuencia del mercado», asegura Xandra al tiempo que Vila deja claro que «en España el precio del vino es muy barato. Lo es en origen, en las tiendas y en los restaurantes, donde se carga un margen razonable». Y, al sumergirnos en los vinos de Madrid, recuerda que, junto con los enólogos de Comando G, participa en la elaboración de tres vinos (El Hombre Bala, La Mujer Cañón y Reina de los Deseos) en la Sierra de Gredos: «En las cartas debe haber una página para los vinos de Madrid, de diferentes zonas, pero también para los de proximidad, que anuncie los de Ávila, Méntrida y Toledo, por poner un ejemplo. Es importante que el comensal internacional encuentre esa cercanía que busca. Hay que promocionar lo de aquí, porque poca gente sabe que en Cadalso de los Vidrios hay unas viñas casi centenarias», señala segundos antes de que la enóloga confirme que en Madrid se venden muchas más etiquetas de fuera: «Al comensal le divierte probar distintos ejemplares». «Es infiel», culmina Vila, mientras que ambos coinciden en que hay que romper barreras para que éste lo disfrute como quiera, ya sea solo, con hielo el blanco o mezclado con otra bebida el tinto «para que podamos pagar un precio justo al viticultor». Preguntados por el tinto de verano, que tanto nos gusta, creen que falta que entre en los grandes restaurantes.