Cierre negocios
Los dos únicos supervivientes de "la calle del sonido" de Madrid
La calle Barquillo, convertida en un referente musical en los 80 y los 90 con decenas de tiendas especializadas en sonido, languidece ante el empuje de las tiendas de ropa, los bares y la escalada de los alquileres
¿Qué queda de la "calle del sonido" de Madrid? En pleno corazón de la ciudad, Barquillo se convirtió en un reclamo musical a finales de los años 50 del pasado siglo. El más popular de estos templos, Sonido 40, que cargaba a sus espaldas tres generaciones y que llegó a tener más de 30 trabajadores, ha bajado la persiana. En cambio, nos cruzamos con tiendas de moda, algún bazar, bares y restaurantes. Los tiempos han cambiado y solo dos tiendas resisten a esta nueva era: Musical Barquillo 32 y RSP Acustic.
Al frente de la primera de ellas está Antonio Martínez. Lleva 17 años en el sector y estuvo en los tiempos que Music 32, tienda especializada en sonido profesional, abrió sus puertas. Antes había trabajado ya en Expert Barquillo. “Esta calle tiene historia. Nos recomendamos unos a otros sin reparo, pues pensamos que cuantas más tiendas vivas haya en la calle, más gente vendrá. Tráeme gente a la calle que yo me encargaré de venderle, pero se trata de que nosotros supervivamos”, expresa Antonio.
Los comerciantes no se van porque quieren, sino porque la realidad les obliga: “La desaparición de Sonido 40 nos ha dado mucha pena, ha sido una tienda legendaria y se han tenido que ir por el disparatado precio del alquiler. Es insostenible con los márgenes que se trabajan hoy día”, confiesa. Y es que las firmas de ropa, que pagan unos alquileres muy altos, pueden permitirse precios inalcanzables para las tiendas de música: “Tienes que estar compitiendo con la web, asesorando, pagando un alquiler… Madrid Central nos afectó muchísimo también. Nosotros a lo mejor vendemos un altavoz que pesa 20 kilos y dile a la persona que lo recoja que no puede venir con el coche a llevárselo. Ha sido la tormenta perfecta, no hay una única causa, todo ha influido para que las cosas se den así”, lamenta Antonio.
Los cambios más destacables que Music 32 ha experimentado con el paso del tiempo tienen que ver con que cada vez todo está más enfocado a la venta por web: “Hace poco una clienta vino buscando unos cables para un micrófono, le recomendé uno que funcionaba muy bien y barato. Su argumento fue si iba a saber yo más que los de YouTube. Me descolocó. Todo lo que está en Internet va a misa y si lo dices tú, estás puesto por el Ayuntamiento. Solamente cuando no saben y se quedan sin respuesta, sí quieren que les asesores y expliques, eso sí, con el precio de internet”, apela Antonio. No obstante, reconoce que la presencia en redes sociales es fundamental para intentar mantenerse a flote: “Si no estás en internet, no existes”, exclama. Este negocio cuenta con Instagram y pagina web oficial, pero lo que les diferencia es la tienda física. El hecho de que puedan resolver dudas, la atención personalizada y especializada y el asesoramiento. Cuando llega la frase recurrente de “es que me he puesto a mirar por internet y no tengo ni idea”, aquí tienen la respuesta.
Antonio guarda esperanza y, asumiendo que todo tiene un final, sabe que estas tiendas siguen siendo necesarias porque hay quienes todavía no saben de sonido profesional ni lo que necesitan: “Mientras que siga viniendo gente a la tienda y a la calle sigue habiendo futuro, lo que pasa que cada vez es más difícil. Hay poco producto disponible a causa de la falta de chips, problemas con los tiempos de los proveedores…”. Su especialidad es la microfonía: “Vendemos mucho material profesional, incluso para los jóvenes que ahora quieren ser youtubers o abrirse plataforma de Twitch. Y, por otro lado, ha habido un repunte en los tocadiscos de vinilo. De repente los discos se desempolvan y la demanda busca calidad frente al postureo de la estética retro; aquí contamos con calidad del sonido orgánico que choca con el aséptico y anodino al que acostumbramos”, concluye Antonio.
La otra superviviente es RSP Acustic, a cuyos mandos está Sara Ramesh. Se trata de un negocio familiar que montó su padre en 1986. Fue la segunda tienda del sonido de la calle Barquillo. “Todo empezó por el auge de la venta de componentes electrónicos, se importaban de países asiáticos y aquí en España cada vez había más demanda. Mi padre empezó con una pequeña oficina y finalmente montó una tienda de accesorios electrónicos”, explica Sara. De hecho, contaban con dos locales (en el número 35 y el actual, en el 15) porque el negocio funcionaba. El problema llegó cuando en 2005 cambió la normativa de la renta antigua y les cuadriplicaron el precio, lo que les obligó a cerrar el número 35, como otros tantos. “El precio de las rentas imposibilita que la gente pueda mantener sus negocios y tengan que buscarse la vida”, manifiesta Sara.
Y es que los años tampoco perdonan para Barquillo, que presenta un contraste muy notable en comparación con su atmósfera de antaño. “Principalmente ha cambiado mucho el ambiente, antes te encontrabas todo lleno de tiendas de electrónica y buscaras lo que buscaras lo encontrabas seguro: el gran surtido de componentes, desde el más pequeño hasta un gran equipo de sonido a nivel profesional. La gran demanda de ello y los precios bastante asequibles. Ahora, en cambio, a la gente no le compensa venir a tienda a comprar cuando en internet lo encuentran mucho más barato. Eso obliga a tener que especializarte en otro tipo de productos y dar otro tipo de servicios”, asegura Sara. Siempre han estado especializados en la fabricación de cables a medida y en las agujas para tocadiscos, algo que han mantenido. La venta de componentes electrónicos, sin embargo, la han tenido que dejar completamente de lado, llegando incluso a vender a precio de liquidación. Internet, reconoce Sara, es fundamental para sobrevivir: “Si me dices hace quince años te digo que no era tan importante, que predominaba el producto y el trato en tienda, pero ahora mismo si no tienes página web, contacto con las redes sociales ni publicidad, no haces nada”.
¿Y el futuro pasa por la desaparición o por la transformación? Es la pregunta. Sara no tiene más esperanza de diez o quince años para que en la calle Barquillo todavía resuene la poca música que queda: “Quedamos dos negocios muy especializados, pero con el paso del tiempo se irán. No tiene pinta de que vayan a abrirse nuevos del sector. Creo que Barquillo será una extensión del barrio de Chueca, dispuesto al mundo de la restauración, tiendas de moda, sitios de ocio, galerías de arte etc. Alguien emprendedor no se atrevería a apostar por este sitio, se iría a otras partes de Madrid o invertiría más en hacerlo online que tienda física”.
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