
Opinión
Trampas en las aceras
Que pregunten a los vecinos si los "pipicanes" sirven para que los guarros de los dueños de algunos animales no recojan los excrementos

El Ayuntamiento de Madrid quiere que los animales vivan casi mejor que las personas. Varios concejales visitaron recientemente una de las zonas caninas, conocidas como «pipicán», donde mientras los perros hacen sus necesidades básicas y corren, los dueños y dueñas ligan lo que pueden.
Madrid ha invertido cerca de cuatro millones de euros en los últimos años en la creación de ochenta de estos lugares de esparcimiento para animales y personas (720.000 en la presente legislatura). La ciudad gastará 2,6 millones de euros durante el presente mandato.
Muy bien y muy bonito. Pero que pregunten a los vecinos de algunos barrios de Madrid a ver si los pipicán sirven para que los guarros de los dueños de algunos animales no recojan los excrementos que se convierten en bombas al paso de personas.
Uno que ha tenido perro, y bastantes, ha llevado siempre las bolsas correspondientes, que no siempre están en los sitios municipales adecuados, y ha tenido que ir a comprarlas a un chino.
Los técnicos de Medio Ambiente no son tontos y saben perfectamente qué distritos de Madrid concentran el mayor número de guarros por metro cuadrado que dejan sus trampas porque los servicios de limpieza están hartos de retirar estas «M» de las aceras.
La corporación elaboró hace unos años un mapa y a algunos barrios debería caerles la cara de vergüenza porque, además, siempre son los mismos cerdos los que dejan el regalito en la acera. Leganés hizo una campaña contras esos insolidarios y en la primera semana impuso 300 multas. Bien por Leganés.
A ver si aprenden en la capital y sancionan al que cree, como decía Fraga, que «la calle es mía» y así a los guarros les dolerá el bolsillo.
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