Crevillente

Maridaje de flores para Jorge Vázquez

Arranca la Semana de la Moda en Madrid. Las atemporales propuestas del diseñador se aderezan con la colección de bolsos de Mar Flores

El diseñador y la empresaria posan para LA RAZÓN antes del desfile en el Jardín Botánico
El diseñador y la empresaria posan para LA RAZÓN antes del desfile en el Jardín Botánicolarazon

Las atemporales propuestas del diseñador se aderezan con la colección de bolsos de Mar Flores

«Voy a ejercer de paparazzi». Mar bromea con Jorge. Le fotografía con el móvil mientras él prepara cada una de las lazadas que cuelgan de las sillas de su desfile. Jorge Vázquez no lo puede evitar. Perfeccionista y detallista, pero exquisito en las formas. Personalidad que empapa cada una de sus prendas. Un toque de distinción que le ha hecho auparse como uno de los imprescindibles de la moda de nuestro país, aunque no forme parte del calendario de la Fashion Week Madrid que arranca en Ifema. «Cuando quise entrar no me daban el hueco que yo buscaba y no estaba dispuesto a renunciar y a retroceder los pasos que había andado. Sólo quería un desfile individual, pero no fue posible. Eso me ha hecho tener que buscar cada temporada mi propio espacio para el desfile. Supone un esfuerzo económico, pero merece la pena, porque añade un plus a la colección», explica Vázquez en el Jardín Botánico, donde pasearon cada una de sus propuestas para el próximo otoño-invierno.

Pasear, no desfilar. Con delicadeza se dejaban ver sus diseños con vocación atemporal. Los vestidos largos, con espaldas de costura. Mucho brillo, el que dan las lágrimas de cristal sobre prendas en mate o un lúrex con aire setentero que lo mismo sienta de lujo en rojo que en verde. El paño, con fuerza para resistir el día. Tejidos masculinos como el loden se mezclan con un femenino lamé. Los estampados primaverales de flores en gazar plantan cara al invierno. Y los tacones... Los tacones estilizan, pero sólo son aptos para pocas, las que sepan bandearse con una plataforma y diecisiete centímetros.

Interesantes sus propuestas para hombre, al que sabe dar el punto justo de riesgo –véanse las babuchas «deluxe»– echando mano de franela y príncipe de gales. Lo hace con una sastrería algo desestructurada. Impecable la marinera de nutria, que demuestra que la piel, más allá del cuero, también es para ellos.

Todo, listo para vender. «Claro que podría hacer ropa más alternativa o vanguardista, pero desde el momento en el que decidí crear esta empresa, lo hice para vender». Talento y modelo de negocio se han dado la mano y han hecho que sea de los pocos que no han recurrido al mercado exterior para salir adelante ante las garras del consumo cero que ha devorado en los últimos años las perchas de sus compañeros de filas. ¿Por qué? «Las clientas españolas no son tontas y, al final, si les das un buen producto, te lo compran», sentencia.

Eso busca Mar Flores. Primero fue clienta de Jorge. Luego amiga. Y ahora, compañera de viaje. «Vivimos en una fusión muy reciente, natural, no ha sido nada forzado», explica Mar sobre la colección cápsula de bolsos que se vio ayer en la pasarela, diseñada por ella para el creador. Se le nota nerviosa. «Sí, lo estoy, llevo varios días a así». No es de extrañar, sobre todo cuando uno la somete al examen de los materiales, manufactura y diseño para comprobar que no es un capricho. Lo pasa con nota. Mar Flores quiso elaborar un producto «made in Spain», por eso se fue hasta Crevillente, donde fichó a una familia de artesanos –padre, madre e hijo– que elaborar artesanalmente cada una de las piezas.

«Están inspirados en los viajes que he realizado a Cartagena de Indias, donde acudía con la ONG Woman Together, con la que colaboro y a la que van destinados parte de los fondos», comenta la modelo. Aunque la marca Mar Flores Madrid la fundó en 2008, se estrena en estas lides sobre una pasarela. Ayer se vieron variaciones de tres modelos: una cartera grande Lady Ramway, un bolso de mano pequeño con acierto en la cremallera y una práctica «shopping bag». Todos, envueltos en los tejidos de la colección de Vázquez, jugando ora con lanas ora con cristales metalizados. «Tiene un ojo fantástico, porque le da un toque femenino y desde el punto de vista de la usuaria que a veces los diseñadores llegamos a ignorar», elogia Jorge Vázquez.

Mar Flores inclina la cabeza ante el piropo. Quizá, porque después de ser el dardo de muchos, recibe con timidez el elogio. Con su tienda on-line abierta desde Navidad, quiere dar continuidad a su proyecto. Eso sí, sin dar cabida al pase-pose. «No tiene nada que ver el mundo de la moda ahora con el que yo conocí», comenta Mar que ha descartado volver a desfilar. «Podría hacerlo perfectamente pero no quiere», le replica Jorge, que revela cómo «esta misma mañana se ha probado la ropa del desfile y le quedaba fenomenal».

Hasta la bandera

Menos mal que la primera fila organizada por Raúl Romero para el desfile era amplia. Acudieron a la cita atraídos por el buen hacer de Vázquez y Romero un ramillete de «vips» que ya quisieran para sí otros eventos. Ahí estaban Amelia Bono –ya le gustaría a Carbonero recuperarse como lo ha hecho ella de su maternidad– acompañada de su hermano José, Eugenia Martínez de Irujo, Alejandra Martos, Margarita Vargas, Ana Fernández, Cari Lapique y Caritina Goyanes...

El detalle

LA SATISFACCIÓN DE VESTIR A LAS MUJERES

Jorge Vázquez no se perdió la gala de los Goya. Terele Pávez subió a recoger el suyo enfundada en un diseño de su taller. «Estas cosas me hacen mucha ilusión, al final quieres llegar a todos los sitios: a la alfombra roja de unos premios, a vestir a la novia de una ciudad de provincias, a la funcionaria de un ayuntamiento. Me genera la misma satisfacción ver a una señora en una fiesta que a una mujer en un semáforo».