Teatro

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Mayorga, el autor frente a su némesis

Juanjo Puigcorbé y Pere Ponce protagonizan «El crítico». Cuándo: del 10 de enero al 3 de marzo. Dónde: Teatro Marquina. Madrid. Cúanto: a partir de 20 euros. Tel. 91. 532.35.86.

Juanjo Puigcorbé en «El crítico»
Juanjo Puigcorbé en «El crítico»larazon

Un dramaturgo se planta en la casa de un crítico teatral la noche del estreno de su última obra, justo después de la función. La premisa ya es interesante. Lo es más si hablamos del argumento de una obra teatral y la escribe un tipo llamado Juan Mayorga, a quien la crítica reconoce como uno de los autores teatrales más relevantes y brillantes de su generación –por no decir el que más, que siempre molestará a alguno que otro–. ¿Un encuentro a muerte? ¿Un choque de mihuras, de enemigos? ¿El crítico enfrentado al autor? Nada de eso, y un poco todo: no escribe Mayorga desde el rencor y su mirada, como siempre, no se posa en lo obvio sino que busca ángulos de ataque novedosos. «He defendido hasta donde he podido la figura del crítico, y lo he hecho porque siento no sólo respeto sino necesidad por él», asegura el autor de «Himmelweg» o «Cartas de amor a Stalin». El resultado es «Si supiera bailar, me salvaría. El crítico», un largo nombre para un intenso duelo conceptual que ha llevado a escena el director Juan José Afonso y para el que ha contado con Pere Ponce –Scarpa, el autor– y Juanjo Puigcorbé –Voloda, el crítico–.

El valor del arte

«El autor busca no tanto conocer la crítica como ver cómo la escribe el crítico y, una vez conocida, va a representar de algún modo por segunda vez la obra ante éste», explica Mayorga sobre la pieza, que ha sido publicada en la «Revista de Occidente». «Es un honor que hayan elegido este texto, porque en él hay una reflexión sobre el teatro pero también sobre el valor del arte en nuestras vidas y, más allá de eso, es un encuentro entre dos personajes», cuenta sobre un texto que es reciente, aunque no el último en su producción: en breve veremos en Madrid «La lengua en pedazos».

Explica el dramaturgo que Scarpa «intenta hacerle ver al crítico aquello que no ha visto. Sucede que en el debate, en conflicto en torno a esa obra y lo que cada uno quiere ver en ella, lo que hay es el enfrentamiento entre dos hombres». Hablarán de mujeres, del amor en sus vidas, del reconocimiento y la necesidad de tener a quién retransmitir tu herencia espiritual.

Su defensa del crítico está férreamente asentada: «Para los románticos, como Schlegel o Novalis, el crítico era un último autor, alguien que completaba la obra: frente a la noción del crítico juez, pensaban que el crítico es alguien capaz de encontrar sentidos que pueden ser desconocidos». Y tiene claro que «no hay arte fuerte sin crítica fuerte». Pero reconoce que siente una mayor identificación con el personaje del autor: «Siento una mayor cercanía al personaje que interprta Pere Ponce, en lo bueno y en lo malo: el autor, en la obra, es un personaje muy expuesto al soborno del halago, del aplauso del mundo, mientras que el crítico es alguien capaz, debería serlo, de ganar una distancia frente al mundo, esa distancia es la que le puede permitir decir la verdad». Si bien, la propia idea surge de experiencias vitales diversas: «Muchos encuentros con críticas que en unos casos a uno le han parecido injustas o incluso crueles pero que en otros le han descubierto aspectos de su obra que uno no intuía. Un crítico para mí ha de tener una fuerte conexión con los rasgos más importantes de su tiempo, y por otro lado un conocimiento íntimo de la historia del arte que critica: eso le permitirá distinguir aquello realmente original de lo que es simpelemnte epígono o moda. Volodia, el crítico está armado de muchos críticos y críticas que he conocido».

El discreto éxito del autor

Pese a su discreto perfil público, si comenzamos a citar obras de Juan Mayorga, seguro que más de un lector le situará sin problemas. Ahí están «Hamelin», «Animales nocturnos», «Himmelweg (camino del cielo)», multiestrenada dentro y fuera de España, o «La tortuga de Darwin»... Y «El chico de la última fila», que le valió un premio al mejor guión en el festival de San Sebastián gracias a la adaptación que firma François Ozon «En la casa»: «Hay gente en mi propio país que se ha enterado de que existo gracias al premio, incluso en el medio teatral. Estoy contento de la repercusión que ha tenido la película», reconoce con humildad el autor. «Por lo demás, nada. Uno sigue trabajando como siempre».