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Medio Ambiente
¡Hay gente pa tó!
La frase se atribuye al diestro Rafael El Gallo, cuando le presentaron a Don José Ortega y Gasset y le dijeron que era filósofo. «¡Hay gente pa to!», comentó el gran matador.
Hoy podríamos decir lo mismo, a propósito de lo que pretende el «Movimiento de Extinción Humana Voluntaria», que preside el Prof. Les U. Knight, quien en 1991 fundó esa entidad, manifestándose a favor de que la humanidad se retire de la vivencia en el planeta, haciendo así posible que siga la evolución natural en la Tierra, sin los condicionamientos que están imponiéndose en el Antropoceno, el nuevo periodo geológico en el que ya las decisiones del hombre desvirtúan el desarrollo evolutivo natural, produciéndose la anómala situación de que los seres más depredadores de la naturaleza son los que gobiernan los nuevos algoritmos.
Lo que el Prof. Knight y sus seguidores sostienen es un imposible; y al mismo tiempo, una necedad científica. Porque las leyes de la evolución son inexorables, y tenía que llegar el punto de inflexión en que el Homo Sapiens tuviera capacidades de incidencia evolutiva; a través de la ciencia y de la cada vez más incisiva inteligencia artificial: una larga historia de siete millones de años, de cuando los homínidos fueron separándose de sus antecesores de linaje, dejándolos atrás, en su pervivencia, en los bosques tropicales.
A partir de ese momento, todo se aceleró y sería absurdo interrumpir la maravilla del proceso cuyo límite desconocemos. En vez de autoextinción, lo que buscamos es la prolongación del cambio inteligente, avanzando en la flecha del tiempo. Celebrándose ahora los 250 años del nacimiento de Ludwig van Beethoven, recordaremos, sus lúcidas palabras: «¡Oh qué hermoso es estar vivo! ¿Podría vivir mil veces».
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