Medio Ambiente

El colapso hídrico del cultivo de aguacate

Lo llaman el oro verde por sus cualidades nutricionales, pero el hecho de que esté de moda está aumentando su producción y su consumo de agua. También en España, la principal zona de cultivo de Europa, la comarca de la Axarquía de Málaga se enfrenta al reto de encontrar nuevas fuentes para regar este fruto al que también se conoce como «devorador de agua»

Solo en Europa se consumen más de 5.000 toneladas de este fruto, el 90% importado
Solo en Europa se consumen más de 5.000 toneladas de este fruto, el 90% importadoLa RazónAguacate en el campo

Es la fruta de moda, un súper alimento delicado y lleno de nutrientes que ha conquistado la mesa de ciudadanos de todo el mundo. Su fama es tal que la FAO prevé que la producción y comercio mundial de esta y otras frutas tropicales siga creciendo la próxima década. Solo de aguacate se producen seis millones de toneladas al año actualmente y en el sector agrario prevén que en los próximos cinco años su demanda crecerá hasta un 14% más. Y por hacerse una idea del volumen, solo el mercado europeo consume una media de entre 5.000 y 5.500 toneladas anuales. El 90% de ellos son importados.

En realidad diez países concentran el 80% de la producción mundial. México, el primero de la lista, cultiva 1,3 millones de toneladas; Perú, 309.000 toneladas y Chile, 192.000 y es este aumento de producción en tan pocos lugares lo que trae problemas medioambientales. En México, por ejemplo, la moda de este cultivo ha llevado a los agricultores a quemar amplias zonas de bosque. «Cada año se pierden entre 600 y 1.000 hectáreas por este motivo, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias», decía la BBC en un reportaje. Otro de los problemas tiene que ver con el transporte. Un estudio publicado por la firma de servicios inglesa Carbon Footprint afirma que los viajes de estos aguacates conllevan una huella de carbono de casi el doble que un kilo de plátanos: «Un aguacate mexicano tendría que viajar más de 5.000 millas para llegar a Reino Unido».

A estos dos importantes retos que afronta el aguacate, se les suma su principal problema: el consumo de agua. De acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales, el 25% de los cultivos del mundo se siembran en regiones con escasez de agua, y entre los cultivos que más agua consume enumera las almendras en California; el aguacate en Chile –se necesitan unos 2.000 litros de agua para cultivar un kilo de aguacates–; la caña de azúcar en Pakistán; el arroz de la India, y los plátanos de la República Dominicana.

En España este cultivo se enfrenta al mismo desafío. Y es que, aunque parezca increíble, somos el principal productor de aguacate de Europa; aquí crece un 8% de lo que se vende en el mercado comunitario. Se cultiva sobre todo en la comarca de la Axarquía en Málaga y en Granada. En los últimos años, también han aparecido plantaciones en Cádiz, y la Comunidad Valenciana, y todo apunta a que seguirán haciéndolo si el agua lo permite.

También hay pequeñas producciones en Galicia, País Vasco y Asturias, y aunque son muy pequeñas, el aumento de las temperaturas medias y nuevos sistemas de protección antiheladas están ayudando a la expansión de estos cultivos por la Península. «En la Axarquía llevamos 35 años cultivando aguacate. Este fruto sustituyó a otros tradicionales como la caña de azúcar o la huerta. Sin embargo, el interés por este cultivo ha crecido sobre todo en la última década. En estos años se han añadido unas 2.000-3.000 hectáreas, con lo que ahora mismo hay unas 9.000 en producción. Es un cultivo rentable: al agricultor se le pagan unos 2,30 euros el kilo de media, tres euros cuando es de primera categoría, pero su productividad es comedida. Una hectárea puede producir entre 5.000 6.000 kilos al año. Eso sí, en la comarca genera mucho trabajo, entre 150 a 300 personas se dedican a labores de transformación y 2-3 personas trabajan todo el año en cada una de las fincas, que son en su mayoría minifundios», explica Javier Braun, presidente de la Asociación Española de productores de Frutas Tropicales. Y es que el aguacate no es el único cultivo con el que se está diversificando: en el sur también se planta mango, lichi o pitaya, y se está probando con café y cacao.

EXCESO DEL CONSUMO

Sobre el consumo de agua, en el año 2016 Rafael Yus, portavoz de Ecologistas en Acción , coordinó una publicación llamada «La burbuja de los cultivos subtropicales y el colapso hídrico de la Axarquía», en la que advertía del exceso de consumo de agua para las plantaciones. «Se realizó una cartografía de todos los cultivos y se calculó que el consumo total de agua alcanzaba los 100,58 hm3. De ellos, 64,7 hm3 fueron exclusivamente para cultivos subtropicales. Mientras que el Plan Hidrológico de la Junta de Andalucía, que es el que fija la cantidad de agua disponible, establecía una cantidad para uso agrícola de 86,5 hectómetros cúbicos. El regadío en la zona ya está fuera de control. Estamos al borde del colapso hídrico», dice Yus. Que el futuro de estas plantaciones depende del agua es una realidad que no se les escapa tampoco a los agricultores: «Nos gustaría crecer, claro, pero eso dependerá del agua. Lo primero es asegurar la dotación existente sin añadirle nuevas plantaciones», dice Braun. «Hay que cortar el crecimiento y a partir de ahora usar aguas no convencionales como puede ser el agua regenerada. Otra opción es aumentar la eficiencia. Por ejemplo, regando en la raíz en lugar de en la tierra se consigue ahorrar un 40% de agua. Los trasvases nunca son una buena idea porque solucionan un problema, pero crean un efecto llamada que aumenta los usos del agua», añade Rafael Yus.

De hecho, en la Axarquía ya están empezando a ver cómo solucionar los problemas. Ya hay encima de la mesa un proyecto para utilizar aguas recicladas provenientes de las depuradoras de la zona. En principio de las de Torre del mar y Algarrobo. También se quiere conectar la depuradora de Málaga, que genera mucho volumen de agua que no se está usando. Con el agua reciclada de toda la costa de Málaga se cubriría entre 16 y 17 hectómetros de necesidad hídrica», explica Braun.

VARIEDADES E INSECTOS

También trabaja en buscar soluciones el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea «La Mayora» del Consejo Superior de Investigaciones Científicas(CSIC). En la finca que posee el centro, de nada menos que 50 hectáreas, se empezó a trabajar con la posible introducción de subtropicales, sobre todo de aguacate y chirimoya, aunque también de mango y pitaya. «Cuando se introdujo con éxito el fresón en California, se empezó a estudiar aquí la posibilidad de diversificar cultivos, porque el clima era parecido», explica Iñaki Hormaza, investigador del centro.

Lo que empezó siendo un experimento les ha convertido con la experiencia en uno de los centros de referencia en investigación en subtropicales. Aquí trabajan secuenciando el genoma de estas especies, estudiando qué ocurre con las flores del aguacate para que algunas den fruto pero otras, muchas, no. Estudian nuevas variedades más allá de la Hass que es la que domina el 70% del mercado mundial.

Para el investigador, la solución pasa por sumar varias estrategias. «Por un lado, aumentar la productividad por hectárea. Haciendo un buen manejo, la huella hídrica de este fruto no es más alto que el de otros cítricos. Y mejorar la productividad se puede hacer a través de insectos polinizadores que ayuden a producir fruta a partir de esas muchas flores que caen al suelo. Luego hay que encontrar portainjertos diferentes para el aguacate, y que sean compatibles con las sequías. Las plantas de aguacate van injertadas sobre otras plantas cuyas raíces les sirven de pie. La idea es desarrollar pies que consuman menos. Una vez hecho esto, la tercera estrategia es aumentar la disponibilidad de agua. Se ha trabajado mucho en eficiencia y la última opción es encontrar agua adicional, de las depuradoras primero», dice el investigador.

Es cierto que el problema del agua no es exclusivo de este fruto, sino del regadío en general, como también lo es que «el consumir local tiene la ventaja de reducir la huella de carbono. Cualquier especie que venga de América latina necesita cuatro semanas de barco para llegar a las mesas europeas», concluye Hormaza.