De esos 10.000 millones de personas, más del 40% vivirá en áreas con un estrés hídrico severo y un 20% vivirá en riesgo constante de sufrir inundaciones.
Además, no se trata de un tema que únicamente nos afecte a los seres humanos, sino que el cambio climático también tiene una incidencia directa en la pérdida de la biodiversidad. Un millón de especies animales y plantas ya se encuentran actualmente en peligro de extinción y nuestros océanos y bosques cada vez sufren más los estragos del calentamiento global. Esto último, y como en un círculo infinito, agrava además la situación, ya que la biodiversidad juega un papel determinante para la absorción de las emisiones de carbono, principal factor de cambio climático.
Y, por último, y como destaca Naciones Unidas, los ecosistemas sanos ayudan a protegernos de las enfermedades porque la diversidad de especies hace más difícil la propagación de patógenos y, por tanto, evitaría situaciones de emergencia sanitaria global como la actual.
Por todo lo anterior, es importante que empecemos a tomar conciencia de que tenemos que cuidar mejor el planeta que habitamos. Nuestra calidad de vida, nuestro desarrollo socioeconómico y el futuro de la Tierra dependen de que tomemos medidas en materia de responsabilidad medioambiental y trabajemos en proyectos sostenibles que preserven el medio natural y creen ciudades más resilientes y eficientes.