Medio Ambiente

Peligro espacial

Ramón Tamames
Ramón TamamesCristina BejaranoLa Razón

En estos días, ha brillado la noticia de que la NASA lanzó su nave espacial DART (dardo en inglés, acróstico de «Double Asteroid Redirection Test». Un gran artefacto mezcla de nave, misil y sonda, para hacerla chocar contra el asteroide Dimorphos, del sistema binario, con otro cuerpo celeste análogo, de nombre Didymo, que está a 11 millones de kilómetros de la Tierra. No tanta distancia, si recordamos que nuestro Sol lo tenemos a 150 millones, lo que es una «unidad astronómica» de medida.

Ya se barruntaba el tema desde hace décadas, aunque Julio Verne no se refirió a algo así, en su formidable novela espacial muy premonitoria «Hector Servadac».

El lanzamiento de DART se hizo con éxito en un vector SpaceX, propiedad de Elon Musk, el intrépido empresario sudafricano, en la idea de que en el tiempo indefinido que tenemos por delante, llegará un momento en que tal vez un asteroide de gran tamaño puede provocar un gran trastorno por su choque con el planeta. Incluso similar al de hace 66 millones de años, cuando murieron los grandes dinosaurios y demás especies de reptiles gigantes que enseñorearon la Tierra por muchos eones.

El choque de un asteroide con la Tierra pudiera ser un episodio letal de efectos asoladores para los 7.800 millones de personas que habitamos el planeta azul y que disponemos de infraestructuras de una complejidad extraordinaria.

Queda claro que el propósito de la NASA forma ya parte del universo antropogénic amente manipulable al desviar de su órbita un asteroide. La NASA no dará de inmediato solución al problema, ciertamente, pero la Misión Dart sí será, con toda seguridad, un primer avance para tratar de ir asegurando la continuidad de la vida en el planeta azul. Donde alegremente vivimos, nos expandimos, y derrochamos como en una ciudad alegre y confiada. No seamos tan confiados y… Gracias NASA.